El Almirantazgo argentino se opone a los juicios, aunque acata la Constituci¨®n
El Almirantazgo argentino levant¨® a la una de la madrugada de ayer una prolongada sesi¨®n en el edificio Libertad -sede de la comandancia del arma- para analizar las citaciones judiciales a marinos en retiro y en activo, a cuenta de la causa abierta por las atrocidades cometidas en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (Esma) entre 1976 y 1979. El resultado de la reuni¨®n fue el acatamiento de la Constituci¨®n por parte del Almirantazgo, pese a la resistencia al enjuiciamiento de los marinos, a los que se expres¨® un apoyo total.
Toda la tarde del mi¨¦rcoles, Buenos Aires fue un avispero de rumores que llegaban a especular con el pase a retiro del vicealmirante Ram¨®n Arosa, jefe del Estado Mayor de la Armada. ?ste a las 2.25, envi¨® el siguiente radiograma a las unidades bajo su mando: "El jefe del Estado Mayor, con su consejo de almirantes, analiz¨® la grav¨ªsima situaci¨®n surgida del juzgamiento de alguno de sus hombres por la participaci¨®n que a toda la Armada cupo en la lucha contra el terrorismo subversivo. Estudiada la situaci¨®n y las posibles alternativas, los almirantes todos coinciden en que la consolidaci¨®n del futuro nacional exige actuar con las responsabilidades que requiere la reafirmaci¨®n de los principios que son fundamento de la Rep¨²blica. La Armada, dentro de este contexto, apoyar¨¢ a sus hombres con todos los medios legales ( ... ). No hay otro camino para sostener la vigencia de la justicia ( ... ) que afrontar estas circunstancias en el marco jur¨ªdico, empe?ando en la defensa de sus hombres toda la fuerza de nuestra convicci¨®n ( ... )".El radiograma del vicealmirante Arosa implicaba al menos, y pese a sus reticencias, un acatamiento formal de la Marina al poder pol¨ªtico y al poder judicial. Pero la C¨¢mara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional se mantuvo firme en la aplicaci¨®n de la ley; en este caso, el C¨®digo de Justicia Militar: los seis almirantes citados para las ocho de la ma?ana del mi¨¦rcoles para deponer sobre la causa de la Esma, y que no comparecieron a horario -Antonio Va?ek, Julio Torti, ?scar Montes, Manuel Garc¨ªa Tallada, Humberto Barduzzi y Jos¨¦ Supissiche, todos en retiro-, fueron declarados rebeldes y se orden¨® al Ministerio de Defensa su busca y captura.
Los seis almirantes estaban en sus domicilios porte?os resisti¨¦ndose a comparecer durante diez horas y media; el Ministerio de Defensa f¨®rceje¨® con el Almirantazgo para que fueran convencidos u obligados apresentarse en el Palacio de los Tribunales. Finalmente fueron conducidos ante la C¨¢mara Federal por almirantes en actividad, aunque la Armada emiti¨® un comunicado afirmando que hab¨ªan terminado por presentarse voluntariamente. La C¨¢mara no les tom¨® declaraci¨®n y orden¨® su detenci¨®n en el Palacio de Justicia.
Pasaron la noche en la Unidad Penal 22, c¨¢rcel preventiva de m¨¢xima seguridad pr¨®xima a los tribunales, donde espera su juicio Jos¨¦ L¨®pez Rega, y los camaristas insisten en que, de no probar los almirantes su imposibilidad natural de comparecer a la hora fijada, deber¨¢n ser dados de baja en la Armada.
De los otros dos jefes convocados el mi¨¦rcoles -dos capitanes de nav¨ªo en retiro-, uno adujo hallarse en el extranjero y el otro est¨¢ pr¨®fugo reclamado por el secuestro de dos hijos de desaparecidos. La ma?ana del jueves no calm¨® los ¨¢nimos. Hasta mediod¨ªa, estaban citados seis capitanes de nav¨ªo, cinco de ellos en actividad. De ellos, s¨®lo uno accedi¨® a ser interrogado por los jueces; tres se limitaron a dar su nombre, rango y n¨²mero, como si se encontraran presos por una fuerza extranjera; uno adujo enfermedad para no presentarse, y otro dio fe por sus abogados de encontrarse en viaje por el exteri¨®r. La C¨¢mara decidi¨® la detenci¨®n de todos ellos y su traslado, junto a los seis almirantes, al buque Bah¨ªa Para¨ªso.
La Marina argentina, en suma, acept¨® entregar a la justicia a los tres triunviros navales de las primeras juntas militares de la dictadura: los almirantes Massera, Lambruschini y Anaya. Pero desde la restauraci¨®n de la democracia dejaron bien claro que no aceptar¨ªan otros procesamientos, y mucho menos el de oficiales en activo, y dieron denonadas batallas jur¨ªdicas y pol¨ªticas por evitar el procesamiento del teniente de nav¨ªo Alfredo Astiz.
Ahora, la Marina no se rebela porque no puede; no existe espacio econ¨®mico, pol¨ªtico, social, hist¨®rico para otro golpe militar.
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