Carnaval a cara descubierta
'Cuatro gatos' escapados de la pol¨ªtica recuperaron en 1980 las carnestolendas madrile?as
Un tercer teniente de alcalde, Jos¨¦ Barrionuevo, hab¨ªa garantizado que el personal no usar¨ªa m¨¢scaras ni bailar¨ªa en lugares en los que no estuviera expresamente autorizado. El Gobierno Civil de Madrid difundi¨® la orden y el entonces alcalde, Enrique Tierno Galv¨¢n, emiti¨® un bando pidiendo carnavales a cara descubierta. Era febrero de 1980. Cuatro gatos, escapados del reci¨¦n disuelto Partido de los Trabajadores, hab¨ªan armado aquella primera carnavalada democr¨¢tica. Hoy, a partir de las 20.30, ya se puede ir a la plaza Mayor con la cara bien tapada.
El 16 de febrero llovi¨® con rabia en Madrid. El pu?ado de j¨®venes que debut¨® en aquel primer carnaval de la democracia, en 1980, no pudo resguardarse del agua bajo sus m¨¢scaras porque una orden del Gobierno Civil hab¨ªa prohibido expresamente cubrirse el rostro con las mismas.El colectivo Cuatro Gatos, formado por los Fern¨¢ndez, los Rodr¨ªguez y los P¨¦rez, se hab¨ªa reunido una noche de aquel enero y en la resaca pol¨ªtica del posfranquismo decidi¨® intentar la recuperaci¨®n del tantos a?os prohibido carnaval.
"La verdad es que ¨¦ramos cuatro gatos que proven¨ªamos del Partido de los Trabajadores (PTE), que en ese momento se estaba disolviendo con intenci¨®n de integrarse en los movimientos sociales", dice Tom¨¢s Rodr¨ªguez, un soci¨®logo y urbanista de los que conformaban el colectivo gatuno. "Formamos el Cuatro Gatos entre amiguetes de la Universidad y gente de asociaciones de vecinos que ve¨ªamos que aquello se estaba convirtiendo en un muermo. Y se nos ocurri¨® que el carnaval, pod¨ªa servir para sacarnos de la aton¨ªa", dice Tom¨¢s.
Seg¨²n Gerardo P¨¦rez, otro de los felinos, que hoy es due?o del caf¨¦ Central, "para nada se pretend¨ªa que el colectivo fuese un movimiento de partido o una continuaci¨®n de nuestro ya disuelto quehacer pol¨ªtico".
Los Cuatro Gatos redactaton una carta dirigida al concejal de Cultura, Enrique del Moral, en la que se ofrec¨ªan "para contribuir a organizar un primer intento de carnavales con el debido recuerdo de las costumbres madrile?as y la necesaria adaptaci¨®n a los tiempos actuales".
Gerardo P¨¦rez hab¨ªa tenido ya contactos con Del Moral. Meses antes le hab¨ªa propuesto contratar a grupbs de jazz y charangas diversas de Madrid para que tocaran por las plazas de la villa. Aunque aquella propuesta no hab¨ªa tenido ¨¦xito, P¨¦rez fue el encargado de llevar en mano la carta del carnaval al concejal. La respuesta fue un "s¨ª, pero...", pues se consideraba que quedaba poco tiempo. La idea, sin embargo, ya hab¨ªa rondado la cabeza del concejal y de otros miembros de la corporaci¨®n, pero, seg¨²n Rodr¨ªguez, "hab¨ªa sus miedos a algo que pod¨ªa convertirse en un problema de orden p¨²blico".
'Trampa' a la corporaci¨®n
Testarudos y entusiastas, los Cuatro Gatos, expertos en el manejo de los hilos traseros de la pol¨ªtica, decidieron tender una peque?a trampa al Ayuntamiento.El 8 de febrero, s¨®lo una semana antes de la fecha prevista para los festejos y tras diversos contactos con la corporaci¨®n, decidieron convocar una conferencia de prensa a la que, "para disolver cualquier protagonismo personal", asistieron disfrazados. "All¨ª anunciamos que ya hab¨ªamos llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento, que ser¨ªa el encargado de promoverlo", dice Isabel Fern¨¢ndez.
Eso no fue todo. TVE les invit¨® a un programa en el que dieron por definitiva la celebraci¨®n del carnaval y leyeron el programa de actos que a¨²n no hab¨ªa sido aprobado. "Entonces, al hablar con Moral, ya era inevitable", dice. Caro Baroja leer¨ªa el preg¨®n.
El concejal Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano se apresur¨® a solicitar ante la comisi¨®n permanente municipal que los carnavales contaran con "las medidas necesarias para que no se produzcan hechos delictivos" y para que los festejos "no sean politizados". Barrionuevo, entonces tercer teniente de alcalde, le garantiz¨® que la Polic¨ªa Municipal y Nacional se encargar¨ªan del orden y la custodia de los carnavales, y record¨® que estaba "totalmente prohibido" ocultar la cara con m¨¢scaras o cualquier otra cosa, y que no se podr¨ªan organizar bailes p¨²blicos fuera de los lugares se?alados.
El viejo profesor, seg¨²n los Cuatro Gatos, emiti¨® un bando recordando estas medidas y advirtiendo a los posibles infractores. Pero ese bando, si existi¨®, ha desaparecido. Ni en la Hemeroteca Municipal ni en la oficina de prensa del Ayuntamiento, ni en las compilaciones que se han hecho de sus bandos, figura aqu¨¦l. Pero lo cierto es que Tierno se enoj¨® cuando supo que hab¨ªan hecho un mu?eco del alcalde: "S¨¦ que no es lo mejor ni lo m¨¢s satisfactorio", dijo. "Estoy fatal, pero que sirva de desagravio".
"Que por unos d¨ªas caigan las m¨¢scaras de todo el a?o y se levanten las caretas populares de quienes se sienten discriminados", gritaban los Cuatro Gatos dando lectura a un panfleto que divulgaban a voces de pregonero: "Aunque parezca mentira, han empezado los carnavales".
Con lluvia, con la cara descubierta, con un fuerte dispositivo policial, una multitud de j¨®venes se lanz¨® a la calle el 16 de febrero, disfrazada, en su mayor¨ªa, de moros y cristianos. Con impaciencia, el primer d¨ªa le fueron arrancadas las siete patas a Do?a Cuaresma -s¨ªmbolo de los siete pecados capitales-, que representaban a "la televisi¨®n, la corrupci¨®n, la nuclearizaci¨®n, la burocratizaci¨®n, la poluci¨®n, la derechizaci¨®n y la militarizaci¨®n".
Al mismo tiempo, se entonaban las Coplillas de la vida misma: "?Ay!, querido Ayuntamiento, / a Madrid no desratices, / que como siga la crisis / costar¨¢n como perdices". Y cantaban: "Para arreglar lo del paro / hay que tener muchas luces,/ porque con tantos candiles / dimisiones se producen".
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