El genio de la flaquita

El bar Gui¨®n cae simp¨¢tico porque es una especie de avanzada del jazz en territorio de infieles. Los viernes por la noche la zona en la que est¨¢ confirma un famoso dicho de Camilo Jos¨¦ Cela sobre Madrid, porque tiene bastante de Navalcarnero y de Kansas City. Dentro el local parece pensado para meter mucha gente en poco sitio. Pero la m¨²sica se escucha bien y la concurrencia deja a los m¨²sicos que hagan en paz su trabajo.Sonia Vallet sorprendi¨® gratamente a la afici¨®n, en el I Festival de Madrid cuando se present¨® junto a pap¨¢ Jean-Luc, sirviendo de pre¨¢mbulo nada menos que a Peterson. Luego le perd¨ª la pista. Recuerdo que se meti¨® a cantante de Gospel junto a Donna Hightower, y no hizo bien, porque en ese papel Donna se la com¨ªa entera. Despu¨¦s creo que hizo coros con la Orquesta Mondrag¨®n y Miguel R¨ªos, y hasta me parece que luci¨® trapitos en una revista de moda. O sea, que no la perd¨ª tanto la pista.

En el Gui¨®n, Sonia Vallet ha vuelto a cantar jazz. Su voz es delicada y tiene unos graves preciosos. Su apariencia se corresponde con tanta suavidad, aunque la pugna que sostuvo con el amplificador y algunos gestos a los m¨²sicos cuando le estropearon un final demostraron que tambi¨¦n tiene genio la flaquita.

El pianista Andr¨¦s Ib¨¢?ez, el bajo Alejandro Vaquerizo y el bater¨ªa Ricardo Virtanen componen un tr¨ªo adecuado, con una curiosa tendencia a brasile?izar los acompa?amientos. Quiz¨¢ sea cosa de los carnavales. De todas formas, esta cantante necesita que la acompa?en m¨¢s lento y con menos volumen. ?sta y casi todas las dem¨¢s.