La c¨®lera del campo
CUANDO SE cumple el primer aniversario de la entrada de Espa?a en el Mercado Com¨²n y el d¨¦cimo de la gran protesta agraria del inicio de la transici¨®n, los tractores han vuelto a salir a la calle. Y siguen reivindicando casi los mismos puntos que provocaron las anteriores protestas: la supresi¨®n de las cuotas lecheras, la devoluci¨®n del impuesto sobre el gas¨®leo y el establecimiento de las 14 pagas para todos los pensionistas del campo. Los agricultores y ganaderos no han variado sus exigencias, como tampoco ha cambiado la actitud de la Administraci¨®n. El ministro de Agricultura, Carlos Romero, ha afirmado que se sentar¨¢ a negociar, pero los agricultores a¨²n no han recibido ninguna se?al de que sea cierto. La entrada en la Comunidad no ha tenido un impacto excesivamente negativo para los agricultores espa?oles, que, por el contrario, han visto c¨®mo los precios que perciben han subido un 10,3%, mientras que sus costes s¨®lo han crecido un 3,7%, gracias sobre todo a la: ca¨ªda de los precios de la energ¨ªa.Despu¨¦s de las manifestaciones de la pasada semana, y cuando se pensaba que se abr¨ªa un per¨ªodo de negociaciones, el Ministerio de Agricultura se limit¨® a convocar a algunos ganaderos de Cantabria y Asturias para discutir sobre el problema de las cuotas de producci¨®n lechera. Esta limitaci¨®n sectorial del di¨¢logo, aunque el agricultor espa?ol no se encuentre en su peor momento, puede llevar a nuevas movilizaciones, tal como acaban de advertir las organizaciones que se sienten desplazadas.
Cuando m¨¢s de 20.000 tractores salen a la calle en Ciudad Real y Toledo, miles de agricultores paralizan el campo en el Duero y Madrid y otros miles se manifiestan en Galicia y Zaragoza, el ministro de Agricultura no puede seguir diciendo que "las protestas de algunos agricultores nada tienen que ver con la realidad del sector".
Es cierto que hasta que no se convoquen elecciones en el campo nadie puede saber qui¨¦nes son los leg¨ªtimos representantes de los agricultores, y de ah¨ª las dificultades de la Administraci¨®n para encontrar un interlocutor v¨¢lido. Pero tratar de esquivar el problema tachando a unas organizaciones (UFADE, J¨®venes y CNAG) de derechistas, a otras (COAG) de comunistas y confiar s¨®lo en sus buenas relaciones con UPA-UGT no parece v¨ªa para buscar un acuerdo.
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