Mujer, pol¨ªtica y trabajo
EN LA estad¨ªstica de mujeres que ocupan puestos poriticos en Europa -incluyendo los parlamentarios- Espa?a est¨¢ en el puesto n¨²mero 12; esta vez no la siguen s¨®lo los acostumbrados Portugal y Grecia, sino naciones de un desarrollo social considerado com¨²nmente como superior: Francia y el Reino Unido. Quiz¨¢ el ¨ªndice de ocupaci¨®n pol¨ªtica no parezca el hecho m¨¢s importante en la fecha espec¨ªfica de hoy, D¨ªa de la Mujer Trabajadora, pero si a¨²n hay que creer que la pol¨ªtica est¨¢ dirigiendo la administraci¨®n de las naciones, la no participaci¨®n de la mujer en el poder pol¨ªtico adquiere relevante importancia en el conjunto de las reivindicaciones.Algunas gobernantes del pasado, como Indira Gandhi (India), Sirivamo Bandaranaike (Sri Lanka) y Golda Meir (Israel), o de ahora, como Margaret Thatcher, no han dado el menor paso para la incorporaci¨®n de sus cong¨¦neres al Gabinete, pero ellas forman parte de lo que el pensamiento feminista considerar¨ªa mujeres-pretexto, o como, seg¨²n se dec¨ªa antes, quisling. El caso contrario es el de la primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, que cuenta con ocho ministras dentro de un Gabinete compuesto por 18 miembros.
Una regla casi general es que el n¨²mero de mujeres parlamentarias se ha incrementado en aquellos pa¨ªses donde ha crecido tambi¨¦n la presencia de los partidos con tendencias izquierdistas y programas de renovaci¨®n social. La duplicaci¨®n de la representaci¨®n femenina en el Parlamento alem¨¢n occidental, por ejemplo, debe atribuirse de manera proporciona? al aumento de los ecologistas. De igual modo que el alto n¨²mero de ministras en Noruega proviene del triunfo del partido laborista. En el Parlamento Europeo, que podr¨ªa representar un compendio de lo que sucede en Europa, el n¨²mero de mujeres se reparte entre un 20% de los partidos comunistas y ecologistas, un 17% de los socialistas, un 14% de los conservadores y un 12% del grupo democristiano. El resto est¨¢ formado por representaciones varias.
Tal panorama puede conducir a la r¨¢pida deducci¨®n ideol¨®gica seg¨²n la cual el machismo estar¨ªa presente en la derecha, y un muy relativo feminismo, o machismo atenuado, a la izquierda. Pero para aseverar lo anterior ser¨ªa necesario conocer si son los hombres de los partidos quienes osbtaculizan el acceso femenino o si son las mujeres con mayor conciencia social quienes creen que la soluci¨®n de sus problemas no consiste en esa integraci¨®n, sino en la creaci¨®n de grupos de afirmaci¨®n y reivindicaci¨®n deliberadamente situados en los m¨¢rgenes. Si se atiende a las vacilaciones e incluso mezquindades con que la gran mayor¨ªa de los gobiernos responden a las reivindicaciones de las mujeres, la reserva no es en absoluto disparatada.
Los avances que han conseguido las mujeres en el mundo de Occidente en materias de car¨¢cter laboral -igualaci¨®n de salarios, apreciaci¨®n del trabajo realizado, preparaci¨®n escolar y superior- son frutos obtenidos a trav¨¦s de una lucha obstinada y desde el exterior de la pol¨ªtica institucional. Igualmente, las conquistas, no siempre completas, de orden jur¨ªdico y social, como el aborto, formas de divorcio, libertades sexuales, independencia familiar, r¨¦gimen de madres solteras, madres trabajadoras, etc¨¦tera, procedieron de la misma clase de presiones.
De manera global puede decirse que, dentro de Europa, las naciones con mayor participaci¨®n de la mujer en la pol¨ªtica -claramente a partir de Escandinavia- corresponden tambi¨¦n a las mentalidades m¨¢s tolerantes, a las formas de sociedad con mayor plasticidad y tambi¨¦n con mayor desarrollo econ¨®mico y educativo. Lo cual conduce a la idea de que el esfuerzo feminista deber¨¢ tender a la modificaci¨®n de las estructuras de la sociedad, tanto para los hombres como para las mujeres. Que esto se est¨¦ haciendo muy especialmente en Espa?a desde posiciones muy dispares, incluyendo en ellas el radicalismo feminista y el sexismo, puede llevar a precipitadas descalificaciones sobre el sentido de una lucha que ha contribuido profundamente, desde hace un siglo, al ensachamiento de las libertades y a la igualdad.
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