La emperatriz de Washington
Nancy Reagan se ha convertido en el poder real detr¨¢s de la debilitada imagen de su marido
Cuando se duda abiertamente en Washington de la capacidad f¨ªsica y mental de Ronald Reagan para ejercer la presidencia, su esposa, Nancy, se convirti¨® esta semana en el centro de una pol¨¦mica con acusaciones de que toma decisiones pol¨ªticas por su marido y ha pasado a ser de hecho la verdadera influencia detr¨¢s del trono. El Irangate ha revelado una Casa Blanca parecida a una corte de los milagros. La Prensa describe a Nancy como la "reina sedienta de poder", tapando al debilitado monarca desnudo por el esc¨¢ndalo, moviendo los hilos y realizando todo tipo de intrigas.
Al menos en una ha triunfado. Nancy consigui¨® por fin el cese del jefe del gabinete presidencial, Donald Regan, con quien manten¨ªa una venganza personal desde hace meses y al que culpaba de no haber protegido a su marido del desastre pol¨ªtico de la venta de armas a Ir¨¢n. Las pasadas Navidades convoc¨® en California a sus amigos millonarios y a los leales y prepar¨® su sucesi¨®n. Pero ha tenido que esperar dos meses hasta lograr convencer al presidente.El sucesor de Regan, Howard Baker, ha afirmado que Nancy, "cuando saca el genio, puede ser un drag¨®n", y se ha apresurado a pactar con ella un acuerdo mutuo de no agresi¨®n. Nancy realiza una media de 10 llamadas diarias al jefe del gabinete presidencial. Los amigos de la pareja presidencial aseguran que Nancy quiere conseguir a su marido un puesto en la historia, con un acuerdo de limitaci¨®n de armas nucleares con la URSS y, una nueva cumbre con Mijail Gorbachov.
"Es cierto que es la pripcipal confidente del presidente, a quien har¨ªa todo lo posible por proteger, pero no distingue un misil intercontinental de uno de crucero", explica Paul Laxalt, ¨ªntimo de los Reagan.
"Todo esto es una ficci¨®n despreciable de la que mucha gente debiera avergonzarse", afirm¨® irritado el mi¨¦rcoles el presidente a preguntas de la Prensa. Nancy est¨¢ tambi¨¦n muy molesta por los comentarios que han hecho escribir a William Safire, en The New York Times, que "en un momento en el que Reagan necesita dar una imagen de fuerza est¨¢ siendo debilitado y hecho aparecer como cobarde e impotente por la interferencia pol¨ªtica de su mujer. "La productora, directora y core¨®grafa del espect¨¢culo de la ca¨ªda de Regan ha sido la mujer del presidente", afirma The Wall Street Journal.
Un lugar en la historia
?Que mueve a esta dama de 65 a?os, de apariencia fr¨¢gil, rostro estirado en varias ocasiones y sonrisa perpetuamente extasiada ante su Ronnie, con el que parece vivir un constante enamoramiento? Seg¨²n sus amigos, s¨®lo una preocupaci¨®n maternal por la salud f¨ªsica y pol¨ªtica de su marido. "Actualmente, su gran obsesi¨®n", afirma un funcionario de la Casa Blanca, "es el lugar de Ronald Reagan en la historia".Nancy se dio cuenta bastante antes que el presidente de la gravedad del Irangate, Y ha visto, con c¨®lera creciente, la catastr¨®fica actuaci¨®n de los principales asesores de su marido, a quienes acusa de haber puesto su reputaci¨®n personal por encima de los intereses del presidente.
Nancy, estiman quienes la conocen bien, lleva 35 a?os de matrimonio con Ronald Reagan protegi¨¦ndole y cubriendo sus insuficiencias. "Es su aut¨¦ntica alter ego. Conf¨ªa en ella m¨¢s que en ninguna otra persona". Tiene instinto pol¨ªtico y ve el peligro antes que su marido. Vigila especialmente a los principales colaboradores y reacciona activamente cuando cree que no le est¨¢n sirviendo bien.
Ya cuando Reagan era gobernador de California, pero sobre todo desde que lleg¨® a la Casa Blanca, la primera dama controla la agenda presidencial en un intento de evitar jornadas demasiado largas y duras a su marido. Tras la operaci¨®n de pr¨®stata del presidente, a comienzos de enero, Nancy se empe?¨® en reducir su vida pol¨ªtica al m¨ªnimo durante las seis semanas de recuperaci¨®n prescritas por los m¨¦dicos. Tambi¨¦n redujo los detalles de la operaci¨®n suministrados a la Prensa.
Nancy choc¨® frontalmente con Donald Regan sobre el contenido del discurso del estado de la Uni¨®n del 27 de enero y sobre el momento de pronunciarlo, que quiso retrasar. Regan, consciente de que el pa¨ªs ten¨ªa una sensaci¨®n de vac¨ªo presidencial, intent¨® que Reagan diera una conferencia de prensa y contraatacara. Nancy lo prohibi¨®, y hace unos d¨ªas le colg¨® le tel¨¦fono al jefe del gabinete presidencial, dici¨¦ndole: "Ten tu maldita conferencia de prensa".
Fue su sentencia de muerte. Comenz¨® a decirse que el presidente era incapaz incluso de arbitrar, una disputa entre su esposa y su principal colaborador pol¨ªtico. Pero Nancy, ayudada por el informe Tower, que calificaba a Regan de "primer responsable del caos", logr¨® su objetivo. Y fue tanta su satisfacci¨®n que anunci¨®, antes incluso de que lo hiciera oficialmente la Casa Blanca, el nombramiento de Howard Baker en un comunicado con un plural mayest¨¢tico: "Estamos muy contentos" por su llegada.
Larga mano
La larga mano de Nancy se ha visto aparecer en la ca¨ªda de media docena de personajes pol¨ªticos importantes, desde el ex gerente de la campa?a presidencial de 1980, John Sears, hasta Regan, pasando por Richard Allen, ex consejero de Seguridad Nacional. Alexander Haig culpa a Nancy de su salida del Departamento de Estado.La primera dama ha dicho recientemente que George Shultz "ha traicionado" a su marido al despegarse p¨²blicamente del Irangate. Algunos de estos comentarios se los filtra a su amigo George Will, el columnista conservador m¨¢s influyente del pa¨ªs. No se rodea siempre de los mejores consejeros. Uno de ellos, Michael Deaver, que fue jefe adjunto del gabinete presidencial, est¨¢ a punto de ser acusado de perjurio en una investigaci¨®n judicial por presunto tr¨¢fico de influencias.
Se le compara con Edith Wilson, la inujer de Woodrow Wilson, que sustituy¨® pr¨¢cticamente al presidente entermo en su ¨²ltima etapa. Pero Nancy a¨²n no ha llegado a los extremos de Rosalynn Carter, que se sentaba en algunas reuniones del Gabinete. Nancy, que en el primer mandato fue muy criticada por su frivolidad y ostentaci¨®n, s¨®lo preocupada por la vida social en un ambiente de millonarios y gastando en costosas vajillas y trajes exclusivos con el pa¨ªs inmerso en una recesi¨®n, ha ganado popularidad gracias a su dedicaci¨®n a una campa?a antidroga.
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