Localismo
Albert Boadella ha construido su espect¨¢culo nuevo sobre el texto cl¨¢sico de Bernat i Baldov¨ª, que ha hecho las delicias de varias generaciones de valencianos adultos. Lo lleva, sobre todo, a la cr¨ªtica local y actual.Puede que en el futuro un punto importante de apoyo del teatro sea el localismo, la percusi¨®n en ¨¢mbitos espec¨ªficos de temas no alcanzados por la tendencia a la generalizaci¨®n que hacen los otros lenguajes dram¨¢ticos -el cine, la televisi¨®n- pero a condici¨®n de que se conforme con esas audiencias locales.
Descuido de Dios
Visanteta de Favara
De Albert Boadella. Int¨¦rpretes: Francisco G. Basilio, Paco Cano, Pep Cort¨¦s, Albert Forner, Bego?a I?urria, Pepa L¨®pez, Joan J. Prats, Santiago S¨¢nchez, Consol Soler. Escenograf¨ªa de Xavier Bubuena y Josep M. Ib¨¢?ez Dino. Compa?¨ªa estable del Pa¨ªs Valenciano. Direcci¨®n: Albert Boadella. S¨¦ptimo Festival de Teatro. Centro Cultural de la Villa de Madrid, 10 de marzo.
Boadella arranca de la Creaci¨®n -la Tierra como un descuido de Dios-: Eva es la Visanteta; Ad¨¢n, el Pacualo, y el Para¨ªso es el huerto de Favara. De ah¨ª, las cosas llegan, en un ap¨®cope de la historia de la humanidad ce?ida a ese punto geogr¨¢fico, a la cr¨ªtica local: la del peri¨®dico Las Provincias o la modernizaci¨®n del despacho del alcalde; los problemas con Catalu?a, la invenci¨®n y la pol¨¦mica de la bandera...Probablemente todo esto conseguir¨¢ una gran hilaridad en el p¨²blico valenciano, sobre todo por el lenguaje: la obra est¨¢ dicha en un valenciano deslenguado y alegre, muchas veces te?ido de coloquialismo o de formas dialectales -las personas distinguidas o finas hablan en castellano- y repleto de alusiones que aqu¨ª pasan inadvertidas.
Expectaci¨®n
La expectaci¨®n que causa siempre Boadella -justificada por sus espect¨¢culos anteriores- se fue deteriorando a medida que avanzaba la obra. El localismo no levanta vuelo, y aunque hay rasgos de la personalidad de Boadella y un juego de cr¨ªtica intema -una supuesta gu¨ªa tur¨ªstica que presenta y comenta el espect¨¢culo-, no hay demasiados motivos para el regocijo; ni las modestas obscenidades ni las supuestas irreverencias son suficientes.Tampoco el montaje esc¨¦nico ni la interpretaci¨®n suponen ninguna ayuda para esta Visanteta de Favara. Permanece el respeto a Albert Boadella por su calidad de gran hombre de teatro; por su pasado y por su futuro. Y por la seguridad de que en un medio restringido esta obra puede funcionar; pero no fuera de ¨¦l, y menos en un festival internacional.
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