Un a?o despu¨¦s
Hoy hace justo un a?o del refer¨¦ndum sobre la OTAN, la ¨²ltima ocasi¨®n, hasta ahora, en la cual una parte de los espa?oles -s¨®lo una parte, pues muchos votaron lo que se les mand¨®, y otros, por omisi¨®n o acci¨®n, lo contrario de lo que pensaban-, la parte m¨¢s consciente y responsable, vot¨® s¨ª por razones pol¨ªticamente posibilistas y, sobre todo, vot¨® no por razones ¨¦ticas. En cuanto a m¨ª, propugn¨¦ desde estas mismas p¨¢ginas un no que llam¨¦ diferente, un no moralmente decidido que, sin embargo, entend¨ªa el s¨ª pol¨ªtico arropador de alguna esperanza de que los tres puntos o condiciones formulados en el texto sometido a refer¨¦ndum se cumplieran. Perd¨®neseme la aparente inmodestia de volver a traer aqu¨ª aquella personal toma de posici¨®n, pero la verdad es que, nada pol¨ªtico de vocaci¨®n yo mismo, me esfuerzo siempre, lejos de cualquier eticismo, por tratar de comprender la realidad desde el punto de vista del pol¨ªtico y no s¨®lo, conforme a mi dedicaci¨®n, en su perspectiva ¨¦tica; y que eso mismo es lo que, en definitiva, voy a tratar de hacer aqu¨ª.?Qu¨¦ ha sucedido en el transcurso de este a?o? Para empezar por Espa?a, ha ocurrido que, como era de temer, aquellos tres puntos, vagos ya entonces en s¨ª mismos y envueltos luego en una tupida red hermen¨¦utica de sutiles ex¨¦gesis y de seudoinform aci¨®n, apenas dicen ya nada al decepcionado ciudadano que los vot¨®; y que salvo una esforzada minor¨ªa de militantes que intentan llevar a cabo el seguimiento de aquellas tres condiciones y/o marchar denodados contra esa potencial bomba at¨®mica cernida permanentemente sobre Madrid que es Torrej¨®n, de la mayor¨ªa de los espa?oles se ha apoderado un sentimiento que oscila entre la frustraci¨®n y la ap¨¢tica resignaci¨®n. En ese estado de ¨¢nimo colectivo, y a falta de una alternativa real, poco despu¨¦s se vot¨® al PSOE-Gobierno en las elecciones legislativas.
De entonces ac¨¢, el buen observador, por ajeno a los arcana imperii que se encuentre, se ha dado cuenta de la resistencia norteamericana a reducir la extensi¨®n y el potencial de su cabeza de puente espa?ola. de la dureza negociadora de Estados Unidos, de la debilidad de nuestro Gobierno y, ¨²ltimamente del juego que aquella diplomacia se trae con Marruecos y el estrechamiento de una relaci¨®n pol¨ªtica contra Espa?a. Es decir, que la pol¨ªtica internacional de Estados Unidos en lo que a Espa?a se refiere sigue siendo a¨²n, como en los mejores tiempos de la malhadada era Reagan, la de su seca consideraci¨®n como un pa¨ªs sat¨¦lite, vag¨®n de cola de una Europa uncida toda ella al carro de triunfo de la rep¨²blica imperial.
Entre tanto Espa?a se debate con sus problemas internos: ETA y su terrorismo, la crisis socioecon¨®mica, el desmantelamiento -denominado por el Gobierno reconversi¨®n- de la envejecida industria espa?ola, la ocupaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs por las multinacionales, el paro, la droga, la delincuencia, el burocratismo y el corporativismo. Y, broche de oro a esta situaci¨®n, el Gobierno, a la vez que, en un aparente acto de afirmaci¨®n de paz, renuncia a la mano de do?a Leonor y firma -al fin- el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear, fomenta la fabricaci¨®n y exportaci¨®n de armas a unos y otros de los combatientes en las guerras, ya end¨¦micas, del Tercer Mundo, como, contra lo afirmado por el presidente del Gobierno en el reciente debate sobre el estado de la naci¨®n, consta en los informes internacionales publicados.
No son los problemas internos, sino las consecuencias de la decisi¨®n espa?ola de integrarse en la OTAN, el tema del presente art¨ªculo. Hasta ahora, sin embargo, s¨®lo hemos hablado de lo que, durante este a?o y desde aqu¨¦lla, ha pasado en Espana o con respecto a Espa?a. Pero ?qu¨¦ ha ocurrido, qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en el mundo? En el mundo sovi¨¦tico, con Gorbachov, un cambio radical de actitud, una b¨²squeda de distensi¨®n entre los dos grandes bloques. ?Y en el sedicente primer mundo, dentro del cual, y aun cuando sea como parientes pobres, estamos? Ha ocurrido algo en realidad much¨ªsimo m¨¢s grave, much¨ªsimo m¨¢s importante que el asunto, en definitiva interno e incruento, del Watergate, aunque, por razones comprensibles, al parecer nadie en Estados Unidos, ni siquiera el Partido Dem¨®crata, est¨¦ interesado en que el Irangate sea su repetici¨®n corregida y muy aumentada. Reagan podr¨¢ tal vez arrastrar hasta el final su mandato presidencial, pero es ya un hecho la descalificaci¨®n total de la pol¨ªtica internacional del comedilante-presidente y, como ya empieza a consider¨¢rselo ahora, quiz¨¢ por aliviarle de mayores responsabilidades, senil deficiente mental; y, en consecuencia, el final de la funesta era Rteagan. Reagan -responsable o irresponsablemente-, Poindexter, North et aliiy, todos sus secuaces han ejercitado contra el terrorismo y tambi¨¦n contra el territorio libio ?in tremendo terrorismo militar de Estado, sin otros precedentes que los nazis, y casi simult¨¢neamente estaban favoreciendo, en ilegal tr¨¢fico de armas, a otro terrorismo, el iran¨ª. Su conducta es merecedora, evidentemente, de la m¨¢s en¨¦rgica repulsa ¨¦tica.
Pero ?qu¨¦ se ha de deirr desde el punto de vista pol¨ªtico? Por de pronto, que por una vez la tesis del taeltismo se ha mostrado verdadera: comportarse ¨¦ticamente mal no ha sido rentable pol¨ªticamente, la raz¨®n de Estado ha quedado desenmascarada como sinraz¨®n y el crimen ha sido tambi¨¦n un error.
Pero m¨¢s directamente, en tanto que europeos, nos ata?e a nosotros -ata?e, mejor dicho, a nuestros Gobiernos- sacar otra consecuencia: si la era Reagan ha terminado, ¨¦ste es el mornento, el kair¨®s, la oportunidad u ocasi¨®n de hacer pol¨ªticamente lo que no se tuvo antes el valor de hacer ¨¦ticaniente: distinguiendo entre Estados Unidos y su reaganista pol¨ªtica internacional, rechazar de plano ¨¦sta y cobrar plena conciencia de que, en efecto, la mayor amenaza contempor¨¢nea para la paz mundial no ha venido, como se pretend¨ªa, de la URSS, sino del desatado y desatentado terrorismo imperialista norteamericano.
?Aprender¨¢n los Gobiernos europeos, aprender¨¢ el Gobierno espa?ol, la lecci¨®n estrictamente pol¨ªtica que se desprende del error de su sumisi¨®n, rayana en el servilismo, a la ya patente monstruosidad ¨¦tico-pol¨ªtica reaganiana?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.