La dimisi¨®n de Richard Perle confirma el avance de los moderados en la Administraci¨®n de EE UU
Richard Perle, el pol¨ªtico norteamericano que ha hecho m¨¢s en los ¨²ltimos seis a?os por impedir que Ronald Reagan llegue a un acuerdo de armamento con la URSS, ha anunciado que abandona la Administraci¨®n, en la que ha sido la principal influencia en cuestiones de armas nucleares. Susalida refuerza la Impresi¨®n de que los moderados est¨¢n ganando la ¨²ltima batalla en la pol¨ªtica de control de armamentos. Pero, parad¨®jicamente, es la filosof¨ªa de los halcones, con su insistencia en estrictos controles de verificaci¨®n y en no ceder en la SDI, la que va a permitir una nueva cumbre y un acuerdo de eliminaci¨®n de euromisiles.
Richard Perle era, en teor¨ªa, s¨®lo uno de la decena de secretarios adjuntos de Caspar Weinberger en el Pent¨¢gono, pero en la pr¨¢ctica era el arquitecto de la pol¨ªtica norteamericana sobre armas nucleares, responsable de la pol¨ªtica internacional de seguridad, una especie de peque?o Departamento de Estado dentro del Pent¨¢gono. Ha anunciado que deja la Administraci¨®n para escribir una novela sobre sus seis a?os de experiencia en el poder.Perle, que continuar¨¢ asesorando al Gobierno, ha declarado que su dureza y rechazo a la firma de acuerdos con Mosc¨² s¨®lo por mantener viva la pol¨ªtica de control de armas, ha sido reivindicada. ?l fue el que propuso hace a?os la opci¨®n cero -con la seguridad de que no ser¨ªa aceptada- que ahora va a permitir un acuerdo.
Perle, a quien su jefe, Weinberger, ha dejado ser, de hecho, el aut¨¦ntico encargado del control de armamentos, deja la Administraci¨®n cuando los observadores consideran acabada la revoluci¨®n Reagan. El desastre del Irangate ha provocado el ocaso de los ide¨®logos. Los nuevos responsables de la Casa Blanca, especialmente Howard Baker, el jefe del gabinete presidencial, a quien se considera de hecho un regente de una presidencia muy disminuida, parece optar por una pol¨ªtica m¨¢s pragm¨¢tica, huyendo de las confrontaciones con el Congreso. El principal objetivo con el que se cuenta para salvar a la presidencia de Reagan es conseguir un acuerdo con la URSS.
La cumbre con Gorbachov es la m¨¢xima prioridad y los duros. Encabezados por Weinberger, han dado su ¨²ltima batalla con un intento de forzar un despliegue, parcial y anticipado, de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) que comprometer¨ªa al futuro presidente. Para ello han jugado la baza de convencer a Reagan de que aceptara una interpretaci¨®n amplia del tratado de antimisiles bal¨ªsticos ABM, que en su lectura estricta, y al parecer correcta, impide probar en el espacio elementos de la guerra de las galaxias.
Ronald Reagan y Mijail Gorbachov se reunir¨¢n este a?o, en EE UU y firmar¨¢n un acuerdo para eliminar los cohetes de alcance medio (INF) estacionados en Europa, predice Perle. Esto ser¨¢ posible, en su opini¨®n, gracias fundamentalmente a la firmeza mostrada por la Administraci¨®n en la SDI, al no limitar el programa a cambio de un acuerdo. "La SDI y su deseo de restringirla es el factor m¨¢s importante que mantiene a los sovi¨¦ticos en la mesa de negociaciones", asegura Perle.
En su carta de dimisi¨®n, enviada al presidente, Perle afirma: "Aunque quedan por delante dif¨ªciles negociaciones, creo que usted tendr¨¢ ¨¦xito donde sus detractores han fracasado y finalmente demostrar¨¢ que los que aparecen como m¨¢s apasionados del control de armamentos son a menudo los mas incompetentes para negociar un acuerdo". Perle, de 46 a?os, se ha aprovechado de la ignorancia de Reagan en temas nucleares y de su incapacidad para zanjar definitivamente el debate para bloquear cualquier acuerdo con la URSS desde que lleg¨® a la Administraci¨®n en 1981.
Objetivos cumplidos
Se retira ahora con dos objetivos cumplidos: ha ayudado a la Administraci¨®n a no concluir acuerdos que siempre consider¨® poco fiables y ha logrado incluso que Reagan deje de cumplir acuerdos con los que Perle no estaba de acuerdo, por ejemplo, el tratado SALT II de limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas. Perle, que recibi¨® el apodo de pr¨ªncipe de las tinieblas por su habilidad negociadora sin aparecer en primer plano, se muestra orgulloso de que EE UU no haya, firmado en seis a?os acuerdos "que da?en la seguridad nacional".El ¨¦xito de Perle se debe a su capacidad intelectual y a su constancia. Su filosof¨ªa, que reitera hasta la desesperaci¨®n de los contrarios, es que el control de armamentos se ha convertido en "un encantamiento m¨¢s que en una pol¨ªtica". "Para conseguir buenos acuerdos", dice, "tienes que estar preparado para resistir los malos, porque es mucho m¨¢s f¨¢cil conseguir un mal acuerdo". Defiende que la insistencia en un buen acuerdo no debe confundirse con la, oposici¨®n a cualquier acuerdo. No cree en la equiparaci¨®n entre acuerdos de control de armamentos y paz.
Para Perle, el ¨²nico acuerdo con la URSS que verdaderamente tuvo en cuenta los ¨ªntereses occidentales fue el tratado de Estado de Austria, de 1955, que acab¨® con la ocupaci¨®n sovi¨¦tica de aquel pa¨ªs y garantiz¨® su neutralidad.
Perle fue la bestia negra de Henry Kissinger cuando ¨¦ste era el arquitecto de la distensi¨®n. "Cuando este hijo de puta de Perle", afirm¨® Kissinger, llegue a la Administraci¨®n har¨¢ la misma pol¨ªtica que yo intento y que ¨¦l ha estado boicoteando". Esta vez el profesor se equivoc¨®.
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