Israel, "enfermo" de Jonathan Pollard
Crisis pol¨ªtica de fondo tras la condena a cadena perpetua en EE UU del esp¨ªa jud¨ªo
Israel est¨¢ enfermo de ... Jonathan Pollard. Desde hace dos a?os, cuando estall¨® este esc¨¢ndalo de espionaje en Estados Unidos, protagonizado por un jud¨ªo norteamericano que actuaba por cuenta de Israel, los dirigentes israel¨ªes han hecho lo posible para ignorar este molesto embrollo, para olvidarlo, para transformarlo en un simple malentendido; en resumidas cuentas, para conjurarlo por medio de f¨®rmulas m¨¢gicas. Ha sido in¨²til.
Jonathan Jay Pollard, de 32 a?os, un analista de la inteligencia naval norteamericana, fue condenado la semana pasada a cadena perpetua en Estados Unidos por haber espiado por encargo de los israel¨ªes. Su mujer, Ana, cumplir¨¢ cinco a?os de c¨¢rcel por complicidad. El episodio ha actuado como una carga de dinamita en las especial¨ªsimas relaciones entre Washington y Tel Aviv.En Israel, donde la crisis se vive con especial crispaci¨®n, un juez le ha puesto las cosas m¨¢s dif¨ªciles al gobierno de Isaac Shamir. Al negarse a formar parte de la comisi¨®n de verificaci¨®n nombrada por el Gobierno para examinar el caso Pollard, el juez Moshe Landau ha colocado al ejecutivo entre la espada y la pared: o bien tragarse la ofensa y buscar nuevas artima?as para esquivar la crisis de credibilidad que padecen los dirigentes de Israel, o bien aceptar las exigencias de numerosos diputados, algunos ministros y la Prensa en su unanimidad, y nombrar una comisi¨®n jur¨ªdica de Estado, que disponga de todas las prerrogativas legales para investigar a fondo y esclarecer este tenebroso asunto.
El Gobierno ha preferido dar un rodeo. Temiendo que la encuesta llevada a cabo por una comisi¨®n jur¨ªdica de Estado, cuyos poderes son comparables a los de un tribunal y cuyas conclusiones son de cumplimiento obligatorio, pudiera ser abrumadora para algunos dirigentes de Israel, ha encontrado una escapatoria. Shamir no se ha atrevido a sondear a otro juez y ha nombrado para el puesto del juez del Tribunal Supremo Moshe Landau a un conocido abogado, el doctor Yehoshoua Rottenstreich.
Entre las f¨®rmulas con que los dirigentes israel¨ªes intentan conjurar la crisis figura esta frase del primer ministro, Shamir: "Se trataba de una operaci¨®n no autorizada; por consiguiente, el Estado de Israel no contrat¨® a Pollard; por consiguiente, no trabajaba para Israel; por consiguiente, no hay lugar para una encuesta".
?Qui¨¦n orden¨®?
Reacci¨®n del diputado Yosi Sarid: "Estas asombrosas afirmaciones de Shamir, ?son superrealistas, delirantes, reflejan una negativa patol¨®gica a mirar de frente la realidad o simplemente son un nuevo y ¨²ltimo esfuerzo para enga?ar a¨²n m¨¢s y m¨¢s a la opini¨®n israel¨ª y a las autoridades norteamericanas?".?Qui¨¦n dio la orden de contratar a Jonathan Pollard?, pregunta un periodista de la televisi¨®n israel¨ª al vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, Sim¨®n Peres. Tras un largo silencio embarazoso, Peres contesta: "Es demasiado pronto para verificar esto". Esta conversaci¨®n se celebraba hace pocos d¨ªas.
El Gabinete israel¨ª, atrapado entre el fuego cruzado de las protestas indignadas de Estados Unidos y las cr¨ªticas cada vez m¨¢s duras de la Prensa nacional, ha acabado por ceder, aparentemente por lo menos. Tras una larga discusi¨®n, el Gobierno ha aprobado la encuesta ya empezada por la subcomisi¨®n para los servicios secretos de la Kneset, bajo la presidencia de Abba Eban.
Segunda decisi¨®n, el nombramiento de una comisi¨®n de verificaci¨®n compuesta por dos miembros: el antiguo jefe del Estado Mayor, general Zvi Tzur, y un antiguo juez del Tribunal Supremo, Moshe Landau. Cualquier comparaci¨®n con la Comisi¨®n de Encuesta del Congreso norteamericano o con la comisi¨®n Towers, nombrada por el presidente Reagan, ser¨ªa enga?osa y abusiva.
Ninguna de las comisiones de encuesta israel¨ªes tiene el poder de obligar a los testigos a comparecer ante ellas o de exigir la verdad "y nada m¨¢s que la verdad" a personas interrogadas bajo amenaza de graves penas de prisi¨®n.
Fue Sim¨®n Peres quien insisti¨® ante el Gabinete para que no se pospusiera la reuni¨®n antes de haber aprobado estas dos comisiones de verificaci¨®n, con el fin de "restaurar la credibilidad del Gobierno ante los ojos del pueblo israel¨ª y de los jud¨ªos norteamericanos". No se hab¨ªa a¨²n secado la tinta de las decisiones tomadas por el Gobierno, cuando el juez Moshe Landau anunciaba su negativa a formar parte de la comisi¨®n de verificaci¨®n nombrada por el Gabinete.
Seg¨²n uno de sus ayudantes, "el juez Landau no quiere participar en un simulacro de encuesta que s¨®lo puede conducir a un simulacro de justicia".
Se dice que la historia no se repite m¨¢s que en forma de farsa. En Israel se repite en forma de tragedia. En septiembre de 1982, despu¨¦s de la matanza de Sabra y Chatila, el Gobierno Beguin-Sharon-Shamir intent¨® eludir sus responsabilidades y prefiri¨® nombrar, al igual que ahora el triunvirato Shamir-Peres-Rabin, una comisi¨®n de verificaci¨®n presidida por un juez del Tribunal Supremo: Itzhak Kahane.
El juez Kahane se neg¨® inmediatamente, alegando los mismos motivos que el juez Landau en la actualidad. Cogido a contrapi¨¦ e incluso trastornado por esta negativa, Men¨¢jem Beguin decidi¨® entonces nombrar la comisi¨®n jur¨ªdica de Estado exigida por la Prensa, por la oposici¨®n laborista y por 350.000 manifestantes.
Esta comisi¨®n, presidida por el mismo juez del Tribunal Supremo, Itzhak Kahane, provoc¨® la dimisi¨®n forzosa de Sharon, en aquel entonces ministro de Defensa, y el retiro voluntario de Men¨¢jem Beguin.
Shamir y Peres
El primer ministro Shamir no ha tenido el mismo coraje. Por varias razones. Para empezar, Shamir no es Beguin; adem¨¢s, Men¨¢jem Beguin no estaba implicado personalmente en el drama de Sabra y Chatila, mientras que Shamir era el jefe del Gobierno cuando la operaci¨®n Pollard fue lanzada en 1983.Finalmente, los laboristas ya no est¨¢n en la oposici¨®n, y su l¨ªder, Sim¨®n Peres, est¨¢ tambi¨¦n implicado. En efecto, Peres era primer ministro en 1985, cuando las carpetas conteniendo importantes informaciones transmitidas por Pollard se acumulaban en un despacho ministerial de Jerusal¨¦n. ?El suyo, el de Rabin o el de Shamir? Esto es algo que s¨®lo una comisi¨®n jur¨ªdica de Estado podr¨¢ establecer, y es precisamente esto lo que el triunvirato Shamir-Peres-Rabin, aparentemente metido hasta el cuello en el esc¨¢ndalo, quiere evitar.
La sonora bofetada administrada por el juez Moshe Landau a los dirigentes israel¨ªes, que cre¨ªan poder escaparse con una pirueta, explica mejor que mil art¨ªculos el terrible dilema del Gobierno y la crisis moral y pol¨ªtica en la que sus principales responsables se hallan atascados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.