Cad¨¢veres an¨®nimos
Familias que descubren el paradero de 'desaparecidos' semanas despu¨¦s de su fallecimiento
Emilio Castellanos, de 45 a?os, muri¨® en plena calle a consecuencia de un paro cardiaco el 19 de diciembre. Llevaba encima una decena de carn¨¦s y tarjetas con tel¨¦fonos, pero nadie avis¨® a su familia. S¨®lo despu¨¦s de mes y medio, y gracias a un conocido, lograron saber que llevaba tiempo enterrado. No es un caso aislado. La familia de Juan Carlos Rivas, muerto a los 22 a?os, y la de Luis G¨®mez Oleaga, fallecido a los 40, han vivido tambi¨¦n la amargura de una desaparici¨®n. En los dos primeros meses de 1987 se presentaron en Madrid 151 denuncias por desaparici¨®n, de las que 73 fueron resueltas.
"De la angustia que he tenido echaba sangre por la boca". ?ngela Castellanos, 73 a?os, describ¨ªa as¨ª un mal trago que ha durado m¨¢s de 40 d¨ªas y del que a¨²n no se ha recuperado. Su hijo, Emilio, compart¨ªa con ella un modesto piso en Carabanchel hasta aquel d¨ªa en que "sali¨® a comprar unos zapatos". Nunca regres¨®.Emilio era el mayor de cuatro hermanos. Trabajaba como empleado de la limpieza en Construcciones y Contratas. Una artrosis en el brazo izquierdo le ten¨ªa apartado temporalmente del trabajo. El 18 de diciembre sali¨® a recoger la paga de Navidad y a hacer unas compras.
Su madre comenz¨® a inquietarse cuando llevaba dos d¨ªas sin aparecer por casa. Nunca lo hab¨ªa hecho sin avisar antes. La familia empez¨® entonces a recorrer los bares que frecuentaba, los hospitales y el Instituto Anat¨®mico Forense. Todo fue in¨²til. ?ngela denunci¨® la desaparici¨®n en la comisar¨ªa de Carabanchel el 23 de diciembre. Desde entonces volvi¨® varias veces para preguntar: "?Saben algo de Emilio?".
Quedaba otro recurso: un primo del fallecido conoc¨ªa a un polic¨ªa. "Nos llam¨® por tel¨¦fono el 3 de febrero para decirnos que en la comisar¨ªa de la calle de la Luna ten¨ªan noticias de Emilio", relata Carmen, hermana del fallecido. "Fuimos all¨ª al d¨ªa siguiente y nos dijeron que hab¨ªa muerto el 19 de diciembre. No nos lo pod¨ªamos creer".
En el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 19 se encontraban los objetos personales que llevaba en el momento de su muerte: el carn¨¦ de identidad, una cartilla de ahorros, las llaves de su domicilio y 26 pesetas, entre otras cosas. El juez autoriz¨® la exhumaci¨®n del cad¨¢ver, que estaba enterrado desde el 13 de enero en un nicho temporal del cementerio de Fuencarral. Seg¨²n la autopsia del forense, la muerte se produjo a consecuencia de "una insuficiencia cardiaca, con edema agudo de pulm¨®n".
Muerto en Preciados
La versi¨®n policial se?ala que Emilio Castellanos fue encontrado muerto en las inmediaciones de la calle de Preciados el 19 de diciembre. El certificado de defunci¨®n se expidi¨® en la Casa de Socorro del distrito de Centro.Seg¨²n la polic¨ªa, el inspector de guardia de la comisar¨ªa de la calle de la Luna intent¨® avisar telef¨®nicamente a la familia, pero el domicilio que constaba en el carn¨¦ de identidad del muerto (calle de General Ricardos, 193) no ten¨ªa tel¨¦fono.
La familia se?ala que, adem¨¢s del DNI, Emilio llevaba tel¨¦fonos de sus hermanos en varias tarjetas, as¨ª como otros documentos donde constaba su lugar de trabajo. "Lo menos que pod¨ªan haber hecho era mandar un coche-patrulla o un telegrama a casa de mi madre", afirma Carmen. La familia present¨® una denuncia el 4 de marzo solicitando que se investiguen los hechos por si son constitutivos de delito. Los servicios jur¨ªdicos de Comisiones Obreras, sindicato al que pertenec¨ªa el fallecido, se hicieron cargo del caso.
Para el abogado Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez Chill¨®n, las irregularidades cometidas son varias: "Aparte de no haber comunicado la muerte a la familia, nada se sabe de la denuncia puesta por la desaparici¨®n de Emilio Castellanos salvo que fue enviada al juzgado de guardia. La familia tampoco tiene constancia escrita de d¨®nde muri¨® Emilio ni de qui¨¦n recogi¨® el cad¨¢ver".
La familia Castellanos no fue la ¨²nica. El calvario de la familia Rivas dur¨® una semana. Juan Carlos Rivas, de 22 a?os, sali¨® el 19 de febrero de su domicilio, en la localidad madrile?a de Pinto. Se llev¨® la cartilla de la Seguridad Social de la familia. No volvieron a tener noticias suyas.
La familia empez¨® el periplo de hospital en hospital. "Sent¨ªamos una angustia horrible", se?ala su madre, Bienvenida Carrillo. "Al ver que no aparec¨ªa pusimos una denuncia en el cuartelillo de la Guardia Civil. Un sacerdote amigo de la familia llam¨® despu¨¦s de una semana al Instituto Anat¨®mico Forense, y all¨ª estaba". Juan Carlos hab¨ªa muerto por una sobredosis de droga el mismo d¨ªa en que sali¨® de casa. Fue encontrado en el ambulatorio de Villaverde y trasladado al Primero de Octubre. Juan Carlos falleci¨® en el hospital, donde quedaron tambi¨¦n su carn¨¦ de identidad y la cartilla de la Seguridad Social.
El destino escogi¨® el 28 de diciembre de 1985 para jugar otra de sus malas pasadas. Mar¨ªa del Carmen G¨®mez Oleaga ingres¨® por esas fechas en el Hospital Cl¨ªnico de San Carlos, ignorante del paradero de su hermano Luis, de 40 a?os, que convalec¨ªa como no identificado dos pisos m¨¢s abajo. Luis hab¨ªa ingresado en coma tras ser atropellado por un coche el 1 de diciembre. No llevaba documentaci¨®n.
A la familia s¨®lo le quedaba buscar debajo de las piedras cuando, tres meses despu¨¦s de su desaparici¨®n, Mar¨ªa del Carmen escuch¨® por radio la descripci¨®n de alguien que guardaba una asombroso parecido con su hermano. La polic¨ªa hab¨ªa facilitado su foto y su descripci¨®n a los medios de comunicaci¨®n para averiguar la identidad del desconocido. Luis hab¨ªa muerto el 4 de enero, despu¨¦s de estar 35 d¨ªas en coma. Luis era una de las dos o tres personas que anualmente mueren sin identificar en hospitales madrile?os.
La familia puso el caso en manos de la abogada Cristina Almeida. "Lo sorprendente del caso", se?al¨® la abogada, "es que existiendo tres diligencias abiertas -una por el atropello del desconocido, otra por su muerte y una ¨²ltima a ra¨ªz de la denuncia por su desaparici¨®n- las investigaciones no coincidieran en ning¨²n momento".
Seg¨²n la polic¨ªa, la mayor parte de las denuncias por desaparici¨®n est¨¢n relacionadas con problemas familiares -ni?os y j¨®venes en edad estudiantil-, secuestros o abandonos de domicilio. Un porcentaje m¨ªnimo de las denuncias guarda relaci¨®n con personas que mueren indocumentadas. En dos de los tres casos narrados, los cad¨¢veres an¨®nimos llevaban su carn¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.