La actualidad de un estadista
"El ma?ana no est¨¢ escrito ni el ayer tampoco", escribi¨® Antonio Machado. La figura de Manuel Aza?a es un claro ejemplo. Ya que lo sucedido en los 10 ¨²ltimos a?os espa?oles le ha hecho cobrar una singular actualidad hist¨®rica y pol¨ªtica. As¨ª, tras m¨¢s de medio siglo de difamaci¨®n por sus adversarios de la derecha (as¨ª como de la izquierda anarquista), Manuel Aza?a se destaca hoy como el estadista de la II Rep¨²blica cuyo pensamiento patriota le sit¨²a entre los que podr¨ªan considerarse fundadores de la Espa?a actual. Los designios espa?oles de Aza?a habr¨ªan podido quedarse en sus discursos parlamentarios y fuera de las Cortes constituyendo unas admirables piezas de arqueolog¨ªa verbal. Mas la Espa?a actual ha hecho, en cambio, del pensamiento de Aza?a un legado propulsor hacia la m¨¢s completa realizaci¨®n de la democracia en la historia espa?ola. Y si esto ha sucedido as¨ª es porque no cabe encasillar a Manuel Aza?a en las categor¨ªas pol¨ªticas usuales. Sin olvidar, claro est¨¢, que el abrumador dolor de Espa?a que le embarg¨® desde el verano de 1936 hasta su muerte (1940) dio a su figura tr¨¢gica una aureola sacrificial que le ha situado m¨¢s all¨¢ de los partidos y las ideolog¨ªas pol¨ªticas.Fue Aza?a visto en su tiempo como un resoluto estadista dispuesto a destruir todo lo que pod¨ªa oponerse a sus designios espa?oles. Imagen que correspond¨ªa en cierto grado a la proyectada por ¨¦l mismo en sus textos anteriores a 1931. Por ejemplo, en noviembre de 1930, al tomar posesi¨®n de la presidencia del Ateneo de Madrid: "Concibo la funci¨®n de la inteligencia, en el orden pol¨ªtico y social, como empresa demoledora". A?adiendo: "En el estado presente de la sociedad espa?ola nada puede hacerse de ¨²til y valedero sin emanciparnos de la historia". Y en un art¨ªculo de 1924 afirmaba que "Ia inteligencia activa y cr¨ªtica, rajando y cortando a su antojo, es la ejecutoria de nuestro esp¨ªritu racional". De ah¨ª que Aza?a pidiera a los liberales (en su recta acepci¨®n) que hab¨ªan de ser intransigentes, abandonando la pol¨ªtica de componendas.
Nuevas transacciones
Mas el Aza?a que en octubre de 1931 accede a la presidencia del Gobierno comprende que la II Rep¨²blica s¨®lo pod¨ªa sobrevivir si se realizaba una verdadera integraci¨®n colectiva mediante un nuevo g¨¦nero de transacciones. Quiz¨¢ la mejor manifestaci¨®n de su nuevo temple de estadista se encuentra en su discurso del 14 de marzo de 1933 en un acto de homenaje organizado por Indalecio Prieto. Es uno de los textos de Aza?a que tienen m¨¢s relevante actualidad. Declaraba Aza?a que era menester evitar "los horrores de una revoluci¨®n social", sin dejar por ello de aspirar a una transformaci¨®n profunda de Espa?a. Y s¨®lo hab¨ªa una pol¨ªtica para alcanzar esa dificil meta: "una pol¨ªtica sensata, prudente, de inter¨¦s nacional, sin asomo de lucha de clases". Afirmaba tambi¨¦n Aza?a que era indispensable "agotar todas las posibilidades de colaboraci¨®n cordial de unos y otros". M¨¢s textos de Aza?a podr¨ªan citarse sobre la necesidad de una pol¨ªtica conciliadora.
?Y no cabr¨ªa observar aqu¨ª que la Espa?a de hoy es la plena realizaci¨®n de aquel designio de Manuel Aza?a? Aunque Aza?a fue tambi¨¦n un efectivo realizador pol¨ªtico. Particularmente en tres terrenos: el de las autonom¨ªas, el del Ej¨¦rcito y el de la relaci¨®n entre la Iglesia y el Estado. En los tres casos ten¨ªa Aza?a ideas y proyectos meditados largamente en el estudio y la observaci¨®n. Su papel de fundador de la Espa?a actual resalta justamente en todo lo relativo a las autonom¨ªas. Porque los tres discursos sobre el Estatuto de Catalu?a constituyen una fuente para las actuales autonom¨ªas espa?olas. El argumento central en favor del estatuto catal¨¢n se apoyaba en un principio pol¨ªtico muy reiterado por Aza?a, "la l¨ªnea que traza en el espacio la posici¨®n de un hombre pol¨ªtico se determina de esta manera: una tradici¨®n corregida por la raz¨®n".
Y se complace Aza?a en mostrar c¨®mo la raz¨®n inventora, en el caso espa?ol, debe corregir los errores de los liberales centralistas del siglo XIX que hab¨ªan roto la tradici¨®n fuerista hisp¨¢nica. Alcanz¨® as¨ª Aza?a uno de sus momentos m¨¢s elocuentes al exclamar: "Es una cosa que emociona pensar que ha sido menester que venga la Rep¨²blica para que en la Constituci¨®n espa?ola se consigne: por vez primera una garant¨ªa que los castellanos ped¨ªan a su rey en 1521.
Es patente que la Espa?a de hoy ha realizado con mucha mayor amplitud que en 1931 lo que Aza?a entonces deseaba. Porque los municipios han llegado a ser "una escuela de ciudadanos", como so?aba Aza?a. Otros designios espa?oles de Aza?a pueden ser tambi¨¦n considerados como las fuentes de muy variadas reformas institucionales espa?olas de los ¨²ltimos 10 a?os. Baste mencionar la pol¨ªtica militar de los Gobiernos democr¨¢ticos. Pero sobre todo hay un designio de Aza?a que, visto a la luz de la actual Espa?a, cobra una significaci¨®n muy diferente a la de 1931. Me refiero a la que ¨¦l llamaba "gran cuesti¨®n", la relaci¨®n Estado-Iglesia. Conviene recordar que desde 1812, la tradici¨®n liberal espa?ola se hab¨ªa caracterizado por una actitud conciliadora. No hubo, por ejemplo, separaci¨®n de la Iglesia y el Estado hasta 1931. Mas era patente entonces que la mayor¨ªa de las Cortes Constituyentes estaba muy dispuesta a romper la tradici¨®n liberal de conciliaci¨®n, y, m¨¢s a¨²n, la truculencia anticlerical de aquellas Cortes clamaba por la supresi¨®n de las ¨®rdenes religiosas. Por eso Aza?a pronunci¨® el legendario discurso del 13 de octubre de 1931, que le revel¨® como un excepcional estadista. Porque Aza?a consideraba un disparate pol¨ªtico y una notoria injusticia la propuesta. Y en una diestra maniobra impidi¨® que se iniciara una persecuci¨®n religiosa da?ina para Espa?a y la II Rep¨²blica. ?Y no cabr¨ªa sugerir que la cordura de la Espa?a actual permite reconocer la destreza de Aza?a en aquellas horas decisivas de la historia de Espa?a? Propongo, en suma, que el ayer que fue Aza?a gana en claridad hist¨®rica al ser contemplado hoy desde una Espa?a que ha realizado en gran medida su ideal pol¨ªtico, "una democracia regida con humanidad".
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