Un silencio habitable
"Quisiera que mi m¨²sica fuese un silencio habitable", dice Gonzalo de Olavide (Madrid, 1934). Y tal deseo valdr¨ªa igualmente para el concertista de guitarra Narciso Yepes (Lorca, Murcia, 1927). Personalidades tan distintas y dedicaciones tan extremadamente diversas confluyen en esa idea de la m¨²sica no s¨®lo como "silencio sonoro", sino, adem¨¢s, como habitabilidad que supera la mera comunicaci¨®n. Y han coincidido ahora en recibir el Premio Nacional de m¨²sica de composici¨®n e interpretaci¨®n.La obra de Olavide cuenta en Europa, y no vale decir que a ello le ayud¨® su residencia en un punto neur¨¢lgico como es Ginebra. Fue all¨¢, hace m¨¢s de 20 a?os, por falta de horizonte aqu¨ª. Trabaj¨® con buen ¨¢nimo, depur¨® sus conceptos, fundamentalmente los que se refieren a la idea de contemporaneidad, sufri¨® de bastante olvido espa?ol, y basta recordar el volumen sobre compositores espa?oles, en el que no aparece.
D¨ªa a d¨ªa, sin embargo, todos hubieron de convencerse no s¨®lo de que Gonzalo de Olavide exist¨ªa, sino que era un compositor de talento, gran saber y especialmente dotado. En Estigma, en la Sinfon¨ªa, en Cante para Garc¨ªa Lorca, desarrolla Olavide lo que ya se defin¨ªa en Cuasi una cadencia, El¨¢n o los Cantos anacr¨®nicos. Esto es, una perfecci¨®n del fen¨®meno musical -no meramente sonoro- y un pensamiento fuertemente individual y actual¨ªsimo porque era verdaderamente modernista cuando el t¨¦rmino no circulaba por el mundo. Hay en la m¨²sica de Olavide claridad, misterio y honda ra¨ªz espa?ola; asimilaci¨®n de mediatas e inmediatas tradiciones, incorporaci¨®n asumida de la electroac¨²stica y el "pensar la m¨²sica" de los grandes maestros de hoy, con los que estudi¨®: Boulez, Berio, Ligeti o Stockhausen. Todo ello tiene s¨®lo valor preparatorio de una personalidad singular¨ªsima en la que, en todo momento, habla un hombre, no una tendencia. Lo hace con belleza preciosista, pero dispuesto a que la materia sea cauce de la idea y no mera delectaci¨®n complaciente.
?No busca en el fondo algo similar la sensibilidad ac¨²sticomusical de Narciso Yepes? El elogio mayor que puede hacerse del gran guitarrista es que ha sido capaz de vencer a su propia fama y son muchos los tirones que recibe quien se siente mundialmente c¨¦lebre y popular.
El nombre de Yepes lo entienden en todos los idiomas, orientales y occidentales. No s¨¦ si suceder¨¢ lo mismo con su arte, y este es el gran m¨¦rito a que me refer¨ªa. Progresivamente apur¨® lo esencial y abandon¨® lo f¨¢cilmente halagador. Ha contribuido la guitarra de Yepes a crear nuevo repertorio y a reactualizar el del pasado. Nuevo Espinel, transmut¨® la guitarra de seis cuerdas en la de diez, con lo que consigui¨® un instrumento nuevo capaz de conciliar los valores de la guitarra y los del la¨²d. Parece como si, a toro pasado, hubiera logrado Yepes resolver la antinomia hist¨®rica entre la Espa?a de la vihuela y la guitarra y la Europa del la¨²d. Sensible, ensimismado, metaf¨ªsico, el esp¨ªritu y la mentalidad de Yepes se vuelcan sobre el instrumento que abraza: el resultado coincide exactamente con la idea de Olavide: m¨²sica como silencio habitable.
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