Angeli van Os y Didier Flamand
Una modelo holandesa y un actor franc¨¦s protagonizan 'La rusa'
Didier Flamand es un hombre nacido para hacerlo todo con la cabeza. Esos pliegues en la frente demuestran que nada sale de ¨¦l sin pasar por una profunda reflexi¨®n. Angeli van Os, por su parte, parece el fruto mismo de la improvisaci¨®n, de un ir de aqu¨ª para all¨¢ al son de lo que le ocurre. Los dos estaban hechos para no encontrarse: igual que los personajes de La rusa, que interpretan en el filme que Mario Camus rueda en Madrid seg¨²n la novela del mismo t¨ªtulo de Juan Luis Cebri¨¢n.
Ella podr¨ªa ser, con sus 24 a?os, la hija de una pareja de beatniks de los que arrojaban tomates, en los primeros sesenta, a los cortejos de la reina Juliana. Sin embargo, se apresura a aclarar: "Mis padres son muy liberales, pero nada de beatniks". Liberales hasta el punto de que a los 16 a?os le dejaron liar el petate y largarse a correr mundo, deslumbrada como estaba tras una primera visita a Par¨ªs. Angeli van Os te sorprende, sobre todo, por una apabullante seguridad en s¨ª misma que a veces endurece sus rasgos, ese rostro de huesos estupendos, de p¨®mulos a lo Katharine Hepburn, endulzado por el toque zanahoria de una multitud de pecas.Desde que se larg¨® de casa en su vida ha habido de todo: Par¨ªs, desde luego, tambi¨¦n la India, algunos meses en Nueva York -estudiando Bellas Artes-, una temporada en Argelia, el S¨¢hara, Hungr¨ªa. "?Por qu¨¦ Hungr¨ªa?". "Porque siempre me han atra¨ªdo los pa¨ªses del Este". Cielos, era ya muy rusa antes de que La Rusa existiera. Tambi¨¦n vivi¨® en Yugoslavia, y posteriormente en M¨²nich, a?o y medio, haciendo de maniqu¨ª. "Lo que yo hago es pasear, pasear por la vida", dice, "y algo te acaba cayendo en las manos".
Llevaba en Espa?a a?o y pico, haciendo de maniqu¨ª para las principales revistas femeninas y apareciendo en anuncios televisivos, cuando el terceto Mas¨®-Camus-Cebri¨¢n -respectivamente, productor, director y guionista- le ech¨® encima el personaje de Bego?a/Balthuska, con quien dice tener poco en com¨²n, pero a quien comprende muy bien. "En lo que s¨ª nos parecemos es en que las dos sabemos lo que queremos. En cambio, el personaje masculino, Juan, est¨¢ un poco perdido".
Didier Flamand tiene 40 a?os reci¨¦n cumplidos y un rostro que no es el de un simple actor que presta su estuche a las invenciones ajenas. Ser¨¢ por que, desde el principio, se interes¨® por algo m¨¢s que el hecho de interpretar. Estudiaba en la secci¨®n de t¨¦cnicas cinematogr¨¢ficas de la famosa -a ra¨ªz del Mayo del 68- universidad de Vincennes cuando entr¨® en contacto con el departamento de teatro, y fue all¨ª, en 1971, en donde le cogi¨® gusto a lo de actuar. Desde entonces ha trabajado con Marguerite Duras -Indian Song- y con Luis Bu?uel -un peque?o papel en El fantasma de la libertad-, con Claude Zidi, Andr¨¦ Cayatte... Pero, sobre todo, ha hecho televisi¨®n y teatro. Y en este ¨²ltimo terreno no act¨²a: escribe y dirige, al frente de su propia compa?¨ªa.
Del cine le gusta sobre todo -por contraste con el teatro- esa relaci¨®n estrecha con el tiempo concreto, con la vida, con la realidad, en suma. Y de Juan Altamirano, su personaje en La Rusa, esa grieta interior que le convierte en un hombre de esta ¨¦poca, de esta Europa que se busca a s¨ª misma.
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