Estocolmo en Euskadi
LA INFORMACI?N que hoy publica EL PA?S basada en la documentaci¨®n capturada en Hendaya a la organizaci¨®n terrorista ETA pone de relieve uno de los aspectos m¨¢s dram¨¢ticos de la situaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco. Esa documentaci¨®n prueba que numerosos ciudadanos de Euskadi, sometidos al chantaje, han accedido a entregar cantidades de dinero que servir¨¢n, entre otras cosas, para financiar atentados terroristas dirigidos contra personas e instituciones que, por carecer de recursos econ¨®micos o de la oportunidad de usarlos, no podr¨¢n nunca comprar su seguridad.Los documentos capturados por la polic¨ªa francesa en la cooperativa Sokoa, que serv¨ªa de cobertura para las actividades de ETA, aportan datos precisos, con nombres, apellidos y direcciones, de personas que han negociado con los terroristas rebajas en la cantidad exigida, aplazamientos en los pagos, firma de avales y cuestiones por el estilo. En algunos casos, parte de la cantidad exigida por los terroristas como rescate de una persona secuestrada ha sido pagada despu¨¦s de que la polic¨ªa lograra liberar al reh¨¦n. Todo ello, en cumplimiento de un compromiso contra¨ªdo en el curso de la negociaci¨®n, que la parte representativa de la persona amenazada consideraba entre caballeros.
Si algo demuestran los papeles de Sokoa es que el llamado s¨ªndrome de Estocolmo no s¨®lo afecta a quien se encuentra directamente sometido a la omnipotencia de los que d¨ªa y noche le apuntan con sus armas. Se ha extendido como una plaga por toda la sociedad vasca, convirti¨¦ndola en reh¨¦n colectivo del terror y la amenaza instrumentados por ETA. En una entrevista publicada hace algunos meses, el industrial vizca¨ªno Juan F¨¦lix Eriz, que reconoc¨ªa haber actuado comomediador en varios secuestros ofrec¨ªa la siguiente inf¨®rmaci¨®n sobre la seriedad de los tratos en esta pr¨¢ctica mafiosa digna: que si se diera el caso de alguien que ha satisfecho parte del rescate, pero no todo, por lo que era finalmente asesinado, la cantidad adelantada ser¨ªa devuelta a los familiares. En los papeles de Sokoa se deja constancia de situaciones similares.
Algunos de los extorsionados cuyos nombres son citados en la informaci¨®n niegan las acusaciones que de ella se derivan. Pero muchos otros las confirman. Todos aseguran haber actuado por miedo insuperable y desmienten que su contribuci¨®n a las arcas de ETA pueda considerarse, en cualquiera de los diversos supuestos reflejados, como voluntaria.
Los intentos -reflejados hoy por hoy en la ley- de exigir responsabilidades penales por parte del Estado a quienes devengan ese impuesto revolucionario no son s¨®lo improcedentes. Son moralmente vergozantes, si se tiene en cuenta que el propio Estado es incapaz de garantizar la seguridad de los ciudadanos amenazados. ?stos son v¨ªctimas cualificadas del terrorismo, y es imposible solicitar de los ciudadanos una actitud heroica cuando se sienten bajo la amenaza de la metralleta, hu¨¦rfanos de una protecci¨®n y una seguridad que reclaman.
La publicaci¨®n de cosas como los papeles de Sokoa sugiere toda clase de conflictos entre los responsables de los medios de comunicaci¨®n y la sociedad a que sirven. Lo delicado y problem¨¢tico de la cuesti¨®n no debe, empero, hacer palidecer el fondo de la misma. La sociedad espa?ola tiene derecho a informaciones solventes, y no s¨®lo a ret¨®rica electoralista, cuando de cuestiones como ¨¦sta se trata. La informaci¨®n que hoy publicamos pone de relieve los m¨¦todos, literalmente mafiosos, de una organizaci¨®n que se pretende, sin embargo, guiada por ideales pol¨ªticos.
La irritaci¨®n que todav¨ªa hoy suscita en determinadas personas pertenecientes al mundo del radicalismo nacionalista que los miembros de ETA sean definidos como terroristas carece desde hace a?os de la menor justificaci¨®n. Crear terror, extenderlo como una sutil atm¨®sfera al conjunto de la poblaci¨®n, hasta el punto de que sus propias v¨ªctimas los consideren unos negociantes cabales y caballerosos, es el objetivo, el ¨²nico constatable ya, de esa banda armada. Los papeles requisados en Hendaya lo prueban una vez m¨¢s.
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