"Pelot¨®n: vista a la izquierda"
A veces puede resultar conveniente considerar a Hollywood como un perfecto term¨®metro capaz de registrar con toda sensibilidad los cambios de temperatura moral exhibidos por la ciudadan¨ªa norteamericana: al fin y al cabo, y si quiere hacer buenos negocios, Ja industria del cine ha de seguir los vaivenes del gusto preferido por la audiencia, aunque no los comparta. ?Qu¨¦ significa, en este sentido, el triunfo de Pelot¨®n en la ceremonia de los oscars? No es, claro est¨¢, que la Academia se haya vuelto antibelicista- ella hubiera preferido votar Rambo o cualquier otra basura parecida. Lo que ha sucedido, en contra de lo que no hace tanto se esperaba, es que, de pronto, la ciudadan¨ªa norteamericana, como demuestra su apoyo masivo a Platoon en las taquillas, ha iniciado un giro mortal de 180 grados, desde aquel aciago patrioterisrno de pacotilla, hacia una nueva redefinici¨®n de su pertenencia colectiva.Con id¨¦ntica fecha que la ceremonia de los oscars se pon¨ªa a la venta el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Time. Como tema de portada figura un reportaje, de obligada lectura, titulado Cambio de clima: el programa de Norteam¨¦rica para despu¨¦s de Reagan. La tesis principal consiste en registrar un profundo cambio en la sensibilidad c¨ªvica de los norteamericanos, que, tras m¨¢s de una d¨¦cada sometidos al imperio de la privacidad individualista, parecen entrar en una nueva definici¨®n moral de la realidad pol¨ªtica, mucho m¨¢s humanista, solidaria y progresiva. Entre los valores hasta hace poco defendidos, pero hoy francamente en decadencia, se hallan el rechazo al intervencionismo estatal, el recorte a los programas asistenciales del Estado del bienestar, la adoraci¨®n por los grandes negocios de las grandes empresas y el incremento de los programas de investigaci¨®n tecnol¨®gica, espacial y militar. Frente a ello, los valores que hoy gozan de mayor aceptaci¨®n popular se encuentran en las ant¨ªpodas: aceptaci¨®n del intervencionismo estatal en lo tocante a su papel asistencial; apoyo al incremento de las partidas presupuestarias destinadas a programas sociales (salud, pobreza, educaci¨®n, vivienda, entorno, etc¨¦tera), incluso a costa de soportar mayor presi¨®n fiscal; claro rechazo al incremento del gasto militar y espacial, fuerte desaprobaci¨®n por los esc¨¢ndalos de la bolsa y las maniobras especulativas de las grandes empresas, etc¨¦tera.
No se trata, claro est¨¢, de un regreso acr¨ªtico al derroche inflacionista de las pol¨ªticas keynesianas de subvenci¨®n generalizada. Pero s¨ª de corregir desde el Estado las excesivas desigualdades que produce el sistema capitalista: pobreza, desarraigo, discriminaci¨®n, marginalidad. Y hacerlo no como subvenci¨®n a fondo perdido, sino como ayuda destinada a erradicar la situaci¨®n de necesidad.
El ¨¦nfasis sobre el que redefinir el futuro Estado neokeynesiano se pone en el concepto de ayuda severa (tough compassion): una especie de beneficencia agresiva encaminada a terminar con las dependencias y a lograr que la gente pueda llegar a hacerse autosuficiente y capaz de ayudarse a s¨ª misma.
En suma, concluye el reportaje, los norteamericanos est¨¢n listos para el pr¨®ximo ciclo de su historia, preparados para un nuevo per¨ªodo de activismo y cambio social: la generaci¨®n del baby boom, que se form¨® durante la era (le Vietnam, se dispone a tomar 'las riendas. ?C¨®mo explicar este cambio de clima moral? La revista recurre a los argumentos contenidos en The cycles of history, ¨²ltimo libro del ex asesor kennesiano Schlesinger. La tradici¨®n pol¨ªtica norteamericana oscilar¨ªa entre dos polos pendularmente contrapuestos, el de los intereses privados frente al de las virtudes p¨²blicas, inspirando cada uno de los cuales etapas generacionales c¨ªclicamente alternativas. As¨ª, cada 15 a?os m¨¢s o menos, se producen los cambios de tendencia: a los per¨ªodos de individualismo ego¨ªsta, favorecedores del esp¨ªritu, del capitalismo (los a?os veinte, los a?os cincuenta, los ochenta), les suceden los per¨ªodos de colectivismo altruista, favorecedores de! esp¨ªritu del progresismo humanista (el new deal, la nueva frontera, la gran sociedad), y viceversa. Esta sucesi¨®n c¨ªclica, para Schlesinger, se debe a la socializaci¨®n diferencal que recibe cada generaci¨®n que accede al poder; as¨ª, la generaci¨®n que tom¨® el poder con el kennedismo hab¨ªa sido socializada durante la era de Roosevelt; la que tom¨® el poder con el reaganismo (los yupp¨ªes) fue socializada durante la caza de brujas y la guerra Cr¨ªa, y la que tomar¨¢ el poder en la pr¨®xima d¨¦cada (los babyboomers) ha sido ya socializada durante la era kennesiana bajo ideales de humanismo, progreso y solidaridad.
Cabe dudar que la sola fuerza moral de los valores asumidos durante la etapa socializadora pueda m¨¢s que la fuerza material de las circunstancias socioecon¨®micas determinantes de las oportunidades vitales que cerraron dicha etapa socializadora. En mi opini¨®n, estos cielos de Schlesinger no son m¨¢s que el reflejo ideol¨®gico de ciclos estructurales, tanto demogr¨¢ficos (cielos de Easterlin, que yo he analizado en mis publicaciones) como econ¨®micos (ciclos de Kondratiev-Schumpeter) y pol¨ªt cos (ciclos de Mandel- Screpanti).
Parece cierto, en todo caso, que 1990 significa para EE UU un cambio de tendencia y una sustituci¨®n de generaciones dirigentes, por lo que los escasos yuppies habr¨¢n de dejar su lugar a los abundantes babyboomers.
Aunque nada m¨¢s fuera por su elasticidad (rapidez con que reaccionan y modifican su conducta para adaptarse al cambio social), habr¨ªa que envidiar a los yanquies, pues esa virtud no abunda por estas tierras: aqu¨ª nos pesa tanto la inercia que cuando logramos reaccionar resulta ya demasiado tarde. Pi¨¦nsese en la moci¨®n de censura interpuesta por la derecha: justo cuando estaba en la calle el reportaje de Time, certificando la muerte por asfixia de la revoluci¨®n reagan¨®mica, el portavoz de la derecha confluir¨ªa en el Congreso la modernidad con la reaganom¨ªa. Pero, la izquierda socialista no parece mucho m¨¢s el¨¢stica. Empe?2rse en mantener contra viento y marea una pol¨ªtica de ajuste con la tasa de ocupaci¨®n m¨¢s baja de Europa resulta suicida. El problema espa?ol es el de la infrautilizaci¨®n de recursos humanos que permanecen dependientes, inactivos Y desocupados: j¨®venes tard¨ªos, amas de casa desanimadas, jubilados anticipados. Pero para crear cinco millones de empleos como los que se precisan en Espa?a hacen falta pol¨ªticas neokeynesianas como las que se van a poner de moda en EE UU tras la quiebra reagan¨®mica. Cabe dudar que nos permita virar a tiempo la inercia.
Otro problema es qui¨¦n lo har¨¢. La sustituci¨®n de generaciones dirigentes no ha podido producirse en Espa?a de forma continua y ordenada, pues la agon¨ªa franquista introdujo una quiebra distorsionadora. Hasta 1975 se mantuvo en el poder una generaci¨®n dirigente excesivamente envejecida, que desde 1975 se ve bruscamente sustituida por otra generaci¨®n excesivamente rejuvenecida y que, por tanto, se eternizar¨¢ en el poder: hasta tanto se jubilen, los escasos yuppies impedir¨¢n el paso al pelot¨®n de babyboomers, conflictivos por sobreabundantes.
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