El 'informe Ferry'
La ilegalidad y la corrupci¨®n han manchado a la contra nicarag¨¹ense, se?ala el autor, que examina el uso del narcotr¨¢fico que han hecho los antisandinistas para recabar dinero y armas, incluso con ayuda de funcionarios de la Administraci¨®n de Reagan.
Una de las acusaciones posiblemente ffi¨¢s perjudiciales del informe Kerry, un sumario parcial del contrabando ?legal de armas por los rebeldes de Nicaragua o contras, es la de que el contrabando de armas estaba vinculado con el de coca¨ªna y ambos se efectuaban con el conocimiento y cooperaci¨®n -y hasta posiblemente bajo la direcci¨®n- de funcionarios norteamericanos. El informe, a fin de preservar la integridad de las investigaciones en curso, no incluye referencia al supuesto desfalco de fondos por los jefes de la contra o por los traficantes de droga, limitando su objetivo a la conspiraci¨®n para el aprovisionamiento de armas. Pero Kerry ha admitido p¨²blicamente que "hemos recibido cantidad de acusaciones sobre las conexiones de la droga con los contras y con parte de la red del coronel North".Desde el primer d¨ªa, la ?legal?dad y la corrupci¨®n mancharon a la empresa de los rebeldes. A la bien ganada reputaci¨®n de los contras. por su merodeo indisciplinado y la brutalidad en sus operaciones militares se le une ahora una creciente imagen de criminalidad en la log¨ªstica de sus suministros. Recordando su vergonzoso origen -una chusma de guardias ex somocistas, reunidos y financiados por la CIA y entrenados al principio por graduados de los escuadrones de la muerte argentinos- no es sorprendente que los contras hayan descendido a un mundo habitado por terroristas cubanos anticastristas, criminales contrabandistas de armas y traficantes de narc¨®ticos. Adem¨¢s, la CIA tiene una larga historia de colaboraci¨®n con traficantes de hero¨ªna durante sus guerras clandestinas anticomunistas en el sureste de Asia. Veteranos de la desastrosa invasi¨®n de la bah¨ªa de Cochinos y otros cubanos anticastristas que participan activamente en la red de apoyo a la contra han estado vinculados al tr¨¢fico de drogas en Miami desde mediados de la d¨¦cada de los 70.
Obst¨¢culos
As¨ª pues, es posible que haya sido inevitable que los aviones cargueros con base en el sur de EE UU acabaran llevando armas a la contra en Am¨¦rica Central y regresaran con narc¨®ticos. Desde agosto de 1986, el Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado ha estado examinando la conexi¨®n de la contra con la droga, pero, al igual que el Comit¨¦ Kerry, se ha visto obstaculizado por la negativa del Departamento de Justicia a proporcionarle informaci¨®n.
La tolerancia para el contrabando de armas para la contra por parte de las autoridades aduaneras estadounidenses ?prepar¨® el camino para que se aceptara el comercio de la coca¨ªna? ?Hubo complicidad con otros funcionarios del Gobierno, incluyendo a la CIA y al Consejo Nacional de Seguridad? Las respuestas aparecer¨¢n en las investigaciones en curso, pero son cada vez mayores las pruebas de que hubo complicidad de funcionarios. Exactamente lo que los traficantes de armas hab¨ªan de hacer para sortear las leyes nor teamericanas era lo igualmente necesario para introducir su brepticiamente drogas en este pa¨ªs. Un proceso federal, comen zado en mayo de 1986 por el Cristic Institute, una firma de abogados de Washington, acus¨® a 29 personas de esta red, muchas de ellas funcionarios en activo o jubilados del Gobierno norteamericano. Se les acusaba de conspirar para financiar la guerra contra Nicaragua con los ingresos procedentes del contra bando de coca¨ªna. Afirmaba que "ingentes cantidades" de coca¨ªna entraron de esta manera en EE UU desde 1983. Daniel Sheehan, un abogado del Cristic Institute, dice que los cubanoamericanos Felipe Vidal, Francisco Chanes, Ren¨¦ Corbo y el norteamericano John Hull llegaron a un acuerdo con los traficantes de drogas colombianos, vinculados con el personaje clave de la coca¨ªna, Jorge Ochoa; ellos traer¨ªan la droga a EE UU y apoyar¨ªan a la contra con los beneficios. Parte de este acuerdo era el asesinato del embajador norteamericano en Costa Rica, Lewis Tambs, culpando de ello a los sandinistas. Como embajador en Colombia hab¨ªa tomado una l¨ªnea dura frente a aquella mafia de la droga; Ochoa, se dice, ofreci¨® un mill¨®n de d¨®lares por la cabeza de Tamb. El dinero se repartir¨ªa entre los conspiradores y la contra.
Existe la posibilidad de que la Administraci¨®n de Reagan haya intentado impedir la investigaci¨®n del tr¨¢fico de armas y de narc¨®ticos. Seg¨²n un ayudante de Kerry, Jonathan Winer, hay serias dudas sobre si al Departamento de Justicia, dirigido por un veterano confidente de Reagan, Edwin Meese, le interesa investigar las acusaciones de actividades criminales que rodean los embarques de armas a la contra. Estos dos ¨²ltimos asuntos -corrupci¨®n del proceso democr¨¢tico y obstrucci¨®n de la justicia- son, tal vez, los m¨¢s serios de todos; si llegara a probarse esto, podr¨ªa destruir la presidencia de Reagan. Despu¨¦s de todo, fueron precisarnente estos dos puntos los que derribaron a Nixon en 1974.
es profesor de Estudios Latinoamericanos de la universidad de Nueva York.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.