La 'Europa' asi¨¢tica
LA PRESENTACI?N de la solicitud oficial de. Turqu¨ªa para ingresar en la Comunidad Econ¨®mica Europea, que se produjo ayer en Bruselas, tiene un significado para la historia de esa naci¨®n que desborda sus implicaciones puramente econ¨®micas, con ser ¨¦stas tan importantes.El imperio oton¨ªano, que desapareci¨® con la derrota del califato en la I Guerra Mundial, dio paso a una rep¨²blica que nac¨ªa en 1924 de la mano del creador de la Turqu¨ªa moderna, Mustaf¨¢ Kemal. Esa Turqu¨ªa, revolucionaria y laica, surg¨ªa con una vocaci¨®n renovadora que salvara al pa¨ªs de la decadencia, la desaparici¨®n como Estado, y le diera un futuro competitivo entre las naciones desarrolladas. Tal aspiraci¨®n occidentalista, b¨²squeda a veces desesperada del lugar de Turqu¨ªa en una Europa a la que en la geograf¨ªa pertenece s¨®lo de manera tangencial, tiene ahora una culminaci¨®n anticipada con la solicitud ante la Comunidad Europea (CE).
En el m¨¢s de medio siglo transcurrido desde la creaci¨®n de la moderna Turqu¨ªa, la democracia ha sido una planta de dif¨ªcil aclimataci¨®n en la pen¨ªnsula de Anatolia; el experimento modernizador ha dado unos frutos en ocasiones frustrantes, pero la decisi¨®n de Ankara de concluir su larga marcha hacia Europa testimonia la continuidad de algo m¨¢s que una pol¨ªtica: un aut¨¦ntico proyecto nacional.
En 1963, Turqu¨ªa se vincul¨® a la CE -como en su momento lo estuvo Espa?a- por un acuerdo de asociaci¨®n que gobernaba sus relaciones econ¨®micas con la comunidad naciente. El golpe de Estado militar de septiembre de 1980 forz¨® al club europeo a una suspensi¨®n de aquellas relaciones, y otro tanto hizo el Consejo de Europa, del que Ankara era miembro de pleno derecho. Esa doble circunstancia abort¨® la pretensi¨®n turca de presentar su solicitud de ingreso en la CE, prevista para diciembre de ese mismo a?o, con la intenci¨®n de que se anticipara al pleno ingreso en la organizaci¨®n de su gran rival en el Egeo, Grecia, el 1 de enero de 1981. El restablecimiento de un comienzo de pluralismo con las eleccionesde 1983 y el camino recorrido desde entonpes hacia la democratizaci¨®n del pa¨ªs permitieron en 1986 la reactivaci¨®n del acuerdo de asociaci¨®n y la readmisi¨®n de Ankara en el Consejo de Europa. En modo alguno puede hablarse todav¨ªa de una plena homologaci¨®n democr¨¢tica del r¨¦gimen turco, pero se han dado pasos sustanciales en el restablecimiento del pluralismo pol¨ªtico, la libertad de prensa y los derechos individuales.
Pese a ello, el ingreso de Turqu¨ªa en la CE encontrar¨¢ considerables dificultades, tanto pol¨ªticas como econ¨®micas, y s¨®lo podr¨¢ consumarse, si lo logra, tras un proceso que nos llevar¨¢ al siglo pr¨®ximo. Grecia ya ha advertido que utilizar¨¢ su poder de veto -como tienen los 12 miembros de la CE- para una negociaci¨®n con Ankara mientras no se resuelva el contencioso que ambos pa¨ªses sostienen por los derechos de territorialidad y de explotaci¨®n del Egeo. En lo puramente econ¨®mico, Turqu¨ªa, despu¨¦s del ingreso de Espa?a y Portugal, representar¨ªa para los pa¨ªses m¨¢s avanzados deja CE un problema a?adido de dificil digesti¨®n en el momento presente. En lo cultural, los caracteres isl¨¢micos de un importante sector del pa¨ªs peticionario a?aden otros visos diferentes al proyecto, igualmente dif¨ªciles de asimilar a corto plazo por la euroburocracia de Bruselas. Y por ¨²ltimo, cuando surgen nuevos problemas intracomunitarios representados por la negativa irlandesa a la aplicaci¨®n del Acta ?nica, la petici¨®n turca no parece llegar en el m¨¢s oportuno de los momentos.
Dicho todo esto, hay que se?alar que por primera vez existe la posibilidad de que un Estado que no es occidental en la geograf¨ªa ni en la historia, y cuyas tradiciones culturales y religiosas son ajenas a la ra¨ªz judeocristiana del Viejo Continente, se incorpore al proceso de unificaci¨®n europeo. Un Estado laico, pero hist¨®ricamente musulm¨¢n; un aliado en lo militar a trav¨¦s de la pertenencia de Turqu¨ªa a la OTAN, una econom¨ªa puente entre el mundo desarrollado y el Tercer Mundo presenta su candidatura para un destino com¨²n con las viejas naciones del continente. Qu¨¦ duda cabe que, desde una perspectiva hist¨®rica, la cuesti¨®n no puede ser m¨¢s atrayente. Mucho m¨¢s a¨²n si se compara con la amputaci¨®n del proyecto europeo. por la divisi¨®n de Alemania y los pa¨ªses del bloque sovi¨¦tico. La pregunta a realizarse es hacia d¨®nde eventualmente debe extenderse la Comunidad: si hacia el coraz¨®n de Europa, que un d¨ªa nucle¨® el imperio carolingio, o hacia los territorios euroasi¨¢ticos, unidos hoy a Occidente por razones geoestrat¨¦gicas y pol¨ªticas. Ninguno de los dos proyectos es excluyente, y los dos, igualmente problem¨¢ticos. Pero la historia est¨¢ hecha precisam ente de decisiones como ¨¦sta. Y todo lo que se haga para mantener a Turqu¨ªa enlazada con su costado y su medio coraz¨®n europeo al resto del continente servir¨¢ tambi¨¦n para ayudarla en su progreso y modernizaci¨®n, y en la extensi¨®n de su democracia. Una Europa que pondr¨ªa as¨ª un pie en la vecindad asi¨¢tica deber¨ªa responder con cautela en lo pol¨ªtico, pero sin mezquindad en lo econ¨®mico a quien ha recorrido tan largo camino para llamar a su puerta.
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