Salom¨® ofrece su tercera versi¨®n distinta sobre la reuni¨®n de Zaragoza
El industrial tarraconense Enric Salom¨® ofreci¨® ayer, en la reanudaci¨®n del juicio de la colza, su tercera versi¨®n diferente sobre el almuerzo que celebraron, a mitad de camino, en Zaragoza, el 17 de junio de 1981, los aceiteros donostiarras Juan Miguel y Fernando Bengoechea, el refinador catal¨¢n Ram¨®n Atabart, el intermediario Jordi Pich y el propio empresario de Reus. El fiscal pide para todos ellos m¨¢s de 10.000 a?os de c¨¢rcel, por considerarles responsables del envenenamiento que caus¨® la muerte a cerca de 600 personas y lesiones a m¨¢s de 25.000.Emiliano Suena, agricultor y ganadero, licenciado en Derecho, se visti¨® ayer por vez primera en su vida una toga de letrado para participar en el juicio de la colza. Hasta ahora hab¨ªa permanecido en Villalpando, localidad zamorana de 1.933 habitantes, atendiendo su negocio de ganado y su peque?a huerta. La muerte de su mujer a causa del s¨ªndrome t¨®xico le ha llevado a ejercer de repente una profesi¨®n que aprendi¨® hace ya muchos a?os, y en su estreno mantuvo un enfrentamiento con el presidente de la sala, despu¨¦s de que Enric Salom¨® hubiese apelado al asesinato de su esposa, Mar¨ªa Teresa Mestre.
Salom¨®, cuya declaraci¨®n continuar¨¢ hoy, estuvo ayer nervioso e inseguro. El industrial de Reus, catalanohablante, respond¨ªa con frases entrecortadas, deslavazadas y a veces con defectuosa sintaxis castellana. Vestido con traje oscuro, enrollaba de cuando en cuando el pico de su corbata, de manera inconsciente, con ' los dedos de ambas manos. Siempre se mostr¨® confuso.La jornada de ayer fue, como todos los martes, solamente matinal. Eran las nueve y media de la ma?ana cu¨¢ndo, tras declarar abierta la sesi¨®n, el presidente de la sala, Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez Alfaro, de 56 a?os, llam¨® a Enric Salom¨®, de 51 a?os, para que respondiera al fiscal, Eduardo Fungairi?o, de 40 a?os.
El interrogatorio alcanz¨® su mayor inter¨¦s cuando Fungairi?o se refiri¨® a la reuni¨®n de Zaragoza, supuestamente, convocada por los importadores del aceite, los hermanos Bengoechea (due?os de Rapsa), para conocer el resultado de las operaciones de refino en Catalu?a.
Esta reuni¨®n se desarroll¨® el 17 de junio de 1981. Y esa misma noche, Juan Miguel Bengoechea llam¨® por tel¨¦fono a su delegado en Madrid, Jos¨¦ Luis Garrote, para encargarle que pidiese a los hermanos Ferrero (due?os de Raelca, el otro circuito de distribuci¨®n) que destruyeran la documentaci¨®n relativa a sus negocios con Rapsa. Los otros asistentes a la comida de Zaragoza han mantenido en sus comparecencias anteriores, ante la polic¨ªa y el juez instructor, que en aquel momento todos sospechaban que la causa del s¨ªndrome t¨®xico era el aceite vendido por Rapsa a Raelca (hermanos Ferrero, de Alcorc¨®n), debido a que hab¨ªan hecho un refinado "chapucero" del aceite industrial que desviaron al consumo humano, mientras que en Catalu?a no se hab¨ªan producido v¨ªctimas (finalmente, y seg¨²n el fiscal, el aceite de Salom¨® -la ruta menos mort¨ªfera- caus¨® s¨®lo cuatro fallecimientos).
Nerviosismo
En las dos primeras declaraciones durante la instrucci¨®n del sumario -ante la polic¨ªa y ante el juez de Reus, agosto de 1981-, Salom¨® hab¨ªa asegurado en principio -y en dos ocasiones- que no asisti¨® a tal reuni¨®n. Despu¨¦s -una vez conocidas las afirmaciones de otros implicados- rectific¨® y dijo -diciembre de 1981.- que en sus declaraciones anteriores estaba muy nervioso. No obstante, el aceitero reconoce que no fue detenido, sino que se hab¨ªa presentado voluntariamente en comisar¨ªa.
En esta tercera declaraci¨®n explica que en aquel almuerzo de Zaragoza dijo a sus compa?eros de mesa, como un ardid comercial, que la televisi¨®n acababa de anunciar que el aceite de colza era el culpable de la intoxicaci¨®n. Tal artima?a ten¨ªa como objetivo conseguir una rebaja en el precio, seg¨²n explic¨®. Los acusadores presentes en aquella declaraci¨®n le preguntaron que, si se trataba de un ardid, por qu¨¦ hab¨ªa recomendado a los Bengoechea que se personaran en una comisar¨ªa. Salom¨® respondi¨® entonces que. no entend¨ªa bien la pregunta, y termin¨® sin contestarla.
Por eso ayer, cuando el fiscal toc¨® este asunto, aunque sin citar -aquella declaraci¨®n, el aceitero aclar¨® -confusamente para la mayor¨ªa de los presentes en la vista- aquellas manifestaciones, y omiti¨® cualquier referencia al ardid comercial que hab¨ªa arg¨¹ido en agosto de 1981. El di¨¢logo fue el siguiente:
-?Usted le dijo a Bengoechea que sab¨ªa que la causa de la intoxicaci¨®n era el aceite de colza? -pregunt¨® el fiscal.
-S¨ª. Esto fue..., aqu¨ª hubo un error de interpretaci¨®n de catal¨¢n a castellano. [Se refiere a su declaraci¨®n anterior.] Yo estaba un poco nervioso, no s¨¦, c¨®mo... lo que ocurri¨® o qu¨¦, que yo no comprend¨ªa bien las palabras. Yo fui..., est¨¢bamos en la mesa, baj¨¦ para llamar a Tarragona preguntando por mi hija [que estaba enferma], y creo que fue mi hija, que lo hab¨ªa visto por la televisi¨®n, o mi se?ora, que me dijo que en la televisi¨®n hab¨ªan dicho no s¨¦ qu¨¦ sobre el aceite de colza, y cuando se hab¨ªa hablado. en la mesa de esto... Despu¨¦s yo, cuando termin¨¦ de hablar por tel¨¦fono, al bajar, ya estaban en la barra de este restaurante. Yo se lo comuniqu¨¦ a Juan Miguel y a los que estaban all¨ª.
-?Qu¨¦ les comunic¨® usted?
-Que en la televisi¨®n hab¨ªan dicho esto del aceite.
-?Y qu¨¦ dijo Juan Miguel Bengoechea?
-Pues no me acuerdo si se asust¨® o qu¨¦ pas¨®. Es cuando supimos que hab¨ªa vendido aqu¨ª en Madrid. Yo le recomend¨¦, creo que al salir, que se presentase a la polic¨ªa. Porque ¨¦l estaba preocupado.
-?Por qu¨¦ motivo ocult¨® cuidadosamente en las tres comparecencias anteriores la reuni¨®n que celebraron en Zaragoza?
-Porque en aquellos momentos yo no quer¨ªa hacer da?o a nadie, ni al se?or Bengoechea y, no s¨¦... si podr¨ªa ser por los nervios, que tal y cual. Porque en aquellos momentos ten¨ªa otros problemas..., respetando al se?or Bengoechea..., pues yo cre¨ªa- que ¨¦l.... derivado a otra cosa..., esto, ?no?
-Cuando la Guardia Civil, el 7 de julio de 1981, le pregunt¨¢, ?por qu¨¦ motivo no declar¨® nada de esta reuni¨®n?
-No s¨¦, no recuerdo.
-?Por qu¨¦ tampoco declar¨® ante la polic¨ªa un mes m¨¢s tarde?
- Por los mismos motivos.
-Y por esos mismos motivos tampoco lo declar¨® ante el juzgado de Reus. ?Es as¨ª?
-Seguramente...
-Segu¨ªa usted en un estado de nerviosismo que le duraba un mes, aproximadamente...
-S¨ª, s¨ª, s¨ª, me duraba un mes porque ten¨ªa otros problemas que en aquellos momentos cre¨ªa que eran m¨¢s gordos para m¨ª.
Incidente entre el presidente de la sala y un letrado cuya esposa muri¨® de s¨ªndrome t¨®xico
Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez Alfaro, el magistrado presidente, amenaz¨® con seguir la sesi¨®n a puerta cerrada cuando, sobre la una de la tarde, una ovaci¨®n acogi¨® la intervenci¨®n de Suena. El pincidente ocurri¨® as¨ª, durante el interrogatorio de Salom¨®:-Usted acaba de decir esta ma?ana que le han pasado muchas cosas [entre ellas el asesinato de su mujer, muerta en 1984]. Tambi¨¦n a m¨ª, se?or Salom¨®, me han pasado muchas cosas.
-Por favor .interrumpe el presidente-, se?or letrado, c¨ª?ase asted a las preguntas y no haga manifestaciones ni argumentaciones que no tienen relaci¨®n con el caso.
- S¨ª, s¨ª la tienen.
-No, no la tienen, as¨ª que nor favor c¨ª?ase a las preguntas.
-Mire usted, a m¨ª tambi¨¦n se me ha muerto mi mujer como consecuencia del s¨ªndrome t¨®xico.
(Cerrada ovaci¨®n del p¨²blico).
-Se?or letrado... Por favor, silencio.
-Mire usted, se?or Alalbart [confunde el nombre].
-Por favor, guarden silencio y espere el se?or a que le conceda el uso de la palabra. En la sala como se vuelva a hacer una manifestaci¨®n de este tipo se continuar¨¢ a puerta cerrada. Por favor, guarden compostura. El se?or letrado la palabra, y tenga cuidado tambi¨¦n en lo sucesivo en cuanto a las argumentaciones que hace.
-Mire usted, se?or Alabart... [vuelve a confundirse].
-Salom¨® [le aclara Salom¨®].
-Digo Salorn¨®. perd¨®n. Yo no quiero protagonizar aqu¨ª ninguna historia. La historia ya la he pasado, y se inclina la balanza a favor de usted: usted sabe qui¨¦n fue el culpable del fallecimiento de su mujer...
-...Si lo supiera, se lo dir¨ªa [Salom¨® no entiende a su interlocutor, puesto que el asesino es ?ngel Mayayo, ya condenado, y cree que se refiere al de la esposa del letrado].
-Se?or letrado -interrumpe el presidente-, le ruego por segunda vez que formule las preguntas relativas a este asunto, no a sentimientos ni opiniones del se?or Alabart [se confunde tambi¨¦n el presidente], digo, perd¨®n, del se?or Salom¨®. (...) Le ruego que se ci?a a las preguntas o le retiro la palabra.
Y el letrado concluy¨®:
-Pues renuncio.
"Por mis hijos"
Emiliano Suena, de unos 60 a?os, tiene tres hijos, pero s¨®lo uno de ellos resid¨ªa en la casa de Villalpanio (Zamora): ahora tiene 25 a?os y a¨²n sigue un programa de rehabilitaci¨®n. ingresados los tres, y mi casa, estuvo cerrada durante todo el verano de 1981".
"Esto lo he hecho por dos razones", explic¨® aver al terminar la sesi¨®n: "Porque yo quer¨ªa mucho a mi mujer; y por mis hijos, para que nunca me puedan decir 't¨² no fuiste all¨ª porque t¨² no quer¨ªas a tu mujer".
Este improvisado letrado acusador confiesa que no se ha estudiado el sumario. "Eso me habr¨ªa supuesto venir continuamente a Madrid para consultarlo, y yo no pod¨ªa hacerlo. Es ahora cuando me estoy enterando del sumario. Pero este se?or dijo que le hab¨ªan pasado muchas cosas, y cuando lleg¨® mi turno ya dije y a m¨ª tambi¨¦n".
Emiliano Suena est¨¢ firmemente convencido de que el aceite de colza industrial desviado al consumo humano fue el causante del envenenamiento masivo y de la muerte de su esposa: "Los 40 afectados que hay estaban en la periferia, porque hay un municipal que no dejaba a los vendedores entrar en el pueblo. Nadie en mi familia comi¨® tomates, y las patatas las siembro yo".
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