AIternativas y sabidur¨ªa convencional
M. VAZQUEZ MONTALB?N
Casi todos los qu¨¦ hemos podido crear opini¨®n, sea en mayor o menor medida, hemos contribuido a que este pa¨ªs fuera c¨¦ntrico, centrista y centrado. El que est¨¦ libre de culpa y no sea un lapidador profesional, que tire la primera piedra. C¨¦ntrico porque lo hemos introducido en la ruta de los bombardeos de Libia. Centrista porque hemos creado la sensaci¨®n y casi la conciencia colectiva de que faltar al consenso era desestabilizar y poner en peligro la democracia misma. Centrado porque se ha hecho de la moderaci¨®n el valor pol¨ªtico supremo; es decir, un valor moral que estaba por encima de lo pol¨ªtico. Casi todos los medios de producci¨®n de ideolog¨ªa se han dedicado a crear un espejo, si no deformado, s¨ª forzado e interesado, en el que el pueblo espa?ol pudiera contemplarse a s¨ª mismo disfrazado de pueblo suizo, instalado en un limbo social e hist¨®rico, con los cuatro puntos cardinales corregidos por los proveedores de cartografla del Reino: mucho Norte, much¨ªsimo Oeste, un poquitillo de Este y algo de Sur para pasar all¨ª las vacaciones del esp¨ªritu, sea esp¨ªritu ¨ªntimo, sea el Gran Esp¨ªritu Absoluto estatal.Esas han sido las premisas de la creaci¨®n de un saber convencional acerca de nosotros mismos como entes hist¨®ricos que por fin hab¨ªamos encontrad¨® el sentido de la historia. Desde ese gran principio-sensaci¨®n general se ha tratado de marcar de cerca, de llegar incluso a lo que en f¨²tbol se llama faltas reiterativas a todo lo que pudiera poner en peligro la realidad pactada impl¨ªcitamente y en cierto sentido hibernada. No es sorprendente, pues, que esa tarea defensiva haya creado unos clis¨¦s calificativos y descalificativos de la oferta pol¨ªtica, seg¨²n se aplique a avalar el estatus creado o a modificarlo. Todo el mundo sabe que el PSOE gobierna y gobernar¨¢ porque es un mal menor y porque no tiene alternativa. Todo el mundo sab¨ªa hasta hace poco que Fraga ten¨ªa un techo y ahora sabe que Hern¨¢ndez Mancha tal vez no tenga techo, pero carece de s¨®tano y de fundamentos. Igualmente es cosa sabida, por lo repetida, que no hay alternativa a la izquierda del PSOE, circunstancia que lamenta incluso Felipe Gonz¨¢lez, al que le gustar¨ªa existiera un PC unido y fuerte; pero, mecachis, ya se sabe, no ha sido posible. En cuanto al centro, tambi¨¦n es saber asumido que no se puede montar con pesetas, sobre todo si son catalanas, y que es muy fr¨¢gil un centro que dependa de la fotogenia y el cari?o nost¨¢lgico que concita la imagen de Adolfo Su¨¢rez.
Dentro de ese saber convencional aupado, remachado, ratificado cada d¨ªa por los medios de producci¨®n de ideas y opiniones resulta que el ¨²nico mensaje positivo que resta es bastante deprimente: el PSOE es un mal menor. Pero ojo con los mensajes deprimentes, porque permiten conseguir suculentas victorias electorales, en un panorama general de mensajes no deprimentes, sino catastr¨®ficos, nihilistas de todo lo que no sea mal menor. Cuando cualquiera de esas iniciativas trata de levantar cabeza y salirse del sepulcro donde han sido enterradas en vida, aparecen los defensas marcadores a repartir le?a, y si fracasan, siempre queda el gran defensa escoba, el propio poder. Se marca por zonas a Alianza Popular porque interesa que exista, incluso con un poquito m¨¢s de envergadura, para que no decaiga la afici¨®n. El tratamiento que se hizo de la moci¨®n de censura de Hern¨¢ndez Mancha merecer¨ªa ya ahora figurar entre las clases de an¨¢lisis de continentes y contenidos de las facultades de Ciencias de la Informaci¨®n. Se vapulea al novato hasta dejarle en las puertas de la UVI, pero al mismo tiempo se le trata cl¨ªnicamente con el gota a gota, no fuera a morirse y tener que suspender la liga por inexistencia de antagonista.
En cuanto a la oferta suarista, tolerada mientras no fue un peligro, padece ¨²ltimamente toda clase de hostigamientos, incluso el de la cr¨ªtica pol¨ªticoliteraria. De Su¨¢rez se sospechaba que s¨®lo hab¨ªa le¨ªdo a Santa Teresa de Jes¨²s y ahora se descubre que conoce a Lope de Vega, y o bien se duda de la verdad de su conocimiento o se considera excesivamente pretencioso para sus caracter¨ªsticas intelectuales. A Su¨¢rez se le supon¨ªa una formaci¨®n po¨¦tica de Cinco Latinos e Irma Vila y su Mariachi, y de pronto nos sale aspirante a un sill¨®n de letra, aunque sea min¨²scula, de la Real Academia de la Lengua yotras casquer¨ªas finas. Su¨¢rez coloca a Alfonso Guerra, por ejemplo, ante la tesitura de renovar su vestuario intelectual, incomprensiblemente anclado en Mahler y Antonio Machado. Un gui?o a Luigi Nonno y Edoardo Sanguinetti robustecer¨ªa mucho las posibilidades de euroizquierda.
Peor suerte tiene lo que queda a la izquierda del PSOE, que ya no es un problema de la Guardia Civil, como asegur¨® en el pasado un dirigente socialista, sino mera liquidaci¨®n de saldos. A pesar de los esfuerzos de Convocatoria para Andaluc¨ªa, Izquierda Unida o Iniciativa per Catalunya para salir de las postraciones, el marcaje es implacable. No hay noticia sobre estas formaciones que no vaya acompa?ada de una. referencia recordatoria de la desuni¨®n comunista, y por si para muestra faltara un bot¨®n, siempre se tiene a mano la menci¨®n de la oferta carrillista como prueba del nueve de que la izquierda sigue dividida. A pesar de los avances indudables en la recuperaci¨®n de una alternativa coherente de izquierda, la calificaci¨®n descalificadora de desuni¨®n o quimera trata de eternizar la crisis, de instalarla en la crisis.
A las otras izquierdas es que ya ni se las menta, y cuando se las recuerda es para subrayar su car¨¢cter marginal y sectorializado, como si se tratara de vegetarianos de la historia o mormones para el marxismo. Y en lo que respecta a los movimientos sociales, se insiste en que est¨¢n desarticulados, y los que est¨¢n rearticulados, como los sindicatos, o bien se convierte su cr¨ªtica en un problema casi racial (Redondo- Beautiful People) o en un caso para inspectores de Hacienda y nuevo Tribunal de Orden P¨²blico (Comisiones Obreras y camachismo).
Ante este panorama de verdades inamovibles, lo absurdo es convocar elecciones. Que alguien firme las estad¨ªsticas m¨¢s solventes -en presencia de un notario, eso s¨ª-, y a vivir, que son dos d¨ªas.
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