Kafka de medianoche
Le escribo para contarle unos hechos sucedidos el s¨¢bado 18 de abril en Laredo (Cantabria) que son una muestra elocuente de c¨®mo desprecian la ley algunos de los encargados de velar por su cumplimiento.Hacia las tres de la madrugada ¨ªbamos seis amigos a coger un coche que ten¨ªamos aparcado y nos encontramos que ten¨ªa puesto el cepo en la rueda. Cuando est¨¢bamos pensando qu¨¦ hacer, llegaron tres polic¨ªas municipales que nos empezaron a chillar. Cuando les pregunt¨¦ qu¨¦ ocurr¨ªa, me dijeron: "Usted se calla. La documentaci¨®n". Como entre mis carn¨¦s no llevaba el DNI, me dijeron que les acompa?ara al cuartel. Un agente me retorci¨® el jersei por la espalda y me llev¨® a empujones, pese a que no me resist¨ª a seguirles. Al entrar, sin soltarme, me golpe¨® y me meti¨® por el pelo en el calabozo, donde me dio con la porra. Fuera golpearon a uno de los j¨®venes que, por tener el coche junto al nuestro, pidieron a los polic¨ªas que se apartaran para que pudieran salir, intentaron pegar a un amigo, que tuvo que pedir ayuda a otro agente, que contuvo a su compa?ero, dieron una bofetada a otro... Yo desde el calabozo o¨ªa gritar a los municipales, que estaban como hist¨¦ricos, y poco a poco fueron metiendo gente, hasta seis (cuatro de nuestro coche y los dos de! de al lado). Uno de mis amigos sufri¨® fisura de nariz y erosiones en cuello y hombro porque un agente quiso hablar de hombre a hombre con ¨¦l, a puerta cerrada y con otros dos compa?eros suyos. Nos llevaron al m¨¦dico, que se limit¨® a mirarnos muy por encima. De vuelta al calabozo, despu¨¦s de hora y media, y ante mi insistencia por saber si est¨¢bamos detenidos de qu¨¦ se nos acusaba y cu¨¢les eran nuestros derechos, dijeron: "Ahora, hijos de puta, vamos a leeros vuestros derechos: vosotros, hijos de puta, ten¨¦is derecho a tal, y vosotros, hijos de puta, ten¨¦is derecho a cual, y vosotros ( ... ), y as¨ª a todos. A m¨ª me preguntaron a qu¨¦ partido pertenec¨ªa, si era de ELA (?), si me hab¨ªan detenido en manifestaciones.
Primero se negaron a dejarnos telefonear porque "¨¦ste es un tel¨¦fono privado", pero luego algunos s¨ª pudieron hacerlo. La polic¨ªa quer¨ªa agotar el m¨¢ximo legal de 72 horas antes de llevarnos al juez, pero nuestras familias, que, tras ver nuestro estado, presentaron una denuncia ante la Guardia Civil por malos tratos y detenci¨®n ilegal, consiguieron un abogado que amenaz¨® con un h¨¢beas corpus, ante lo cual el juez decret¨® nuestra libertad condicional a las dos de la tarde.
Para justificar los hechos, la Polic¨ªa Municipal nos ha acusado desde intentar reventar el cepo hasta de atentado, insultos, resistencia a la autoridad..., y ha presentado testigos tan imparciales como los taxistas de la parada frente al cuartel (?pobres si declaran contra la polic¨ªa!).
Ante todo, cuando pasas con otras cinco personas 11 horas en un calabozo min¨²sculo, con paredes llenas de sangre, suelo asqueroso, una litera donde daba asco hasta sentarse, un retrete pestilente con la puerta medio arrancada, recibiendo constantes amenazas, y encima no sabes de qu¨¦ se te acusa (nos enteramos en el juzgado 57 horas despu¨¦s), no puedes comprender c¨®mo a esta mezcla de El proceso, de Kafka, y Expreso de medianoche pueda alguien llamarle Estado de derecho.-
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