Elecciones en Italia y Portugal
ITALIA Y Portugal se preparan al un¨ªsono para renovar sus c¨¢maras. Uno y otro pa¨ªs recurren a la disoluci¨®n parlamentaria y a la correspondiente convocatoria electoral para reordenar un panorama pol¨ªtico cargado de confusiones que, en diferente grado, se han hecho cr¨®nicas. La Democracia Cristiana (DC) italiana ha querido romper sus lazos con el socialismo de Craxi y ha propiciado una crisis expresiva de la turbulenta historia parlamentaria de este pa¨ªs. En Portugal, por su parte, la llamada a las urnas trata de resolver la situaci¨®n del Gobierno conservador de Cavaco, que recurre a la confrontaci¨®n electoral para superar su precaria situaci¨®n pol¨ªtica.Una crisis florentina
LA CRISIS provocada por la ca¨ªda del Gobierno de Craxi, el 4 de marzo, ha tenido el desenlace que la Democracia Cristiana ha perseguido con tenacidad a lo largo de dos meses de tanteos y operaciones florentinas. El Gobierno de Fanfani, formado por democristianos y algunos funcionarios y expertos, una vez derrotado en el Congreso, ha que dado en funciones para preparar y realizar las elecciones anticipadas, convocadas para el 16 de junio. Poco antes de ¨¦stas, la reuni¨®n en Venecia de los jefes de Estado de los pa¨ªses m¨¢s ricos de la Tierra dar¨¢ ocasi¨®n a muchos l¨ªderes de la DC de aparecer en la televisi¨®n al lado del presidente Reagan y de otros grandes personajes de la vida internacional. A la vez, la disoluci¨®n de las c¨¢maras significa la anulaci¨®n autom¨¢tica de los referendos sobre las centrales nucleares y la responsabilidad de los jueces, en los que, seg¨²n todos los sondeos, la victoria de la izquierda era segura. A primera vista, el l¨ªder de la DC Ciriaco de Mita sale vencedor del pulso que ha entablado con el socialista Craxi.
Pero tal interpretaci¨®n ser¨ªa superficial. La DC ha ido demasiado lejos en su obsesi¨®n por afirmar su prepotencia y por borrar de la memoria de los italianos el balance de casi cuatro a?os del Gobierno de Craxi, el m¨¢s largo que Italia ha conocido desde la guerra y cuyos resultados econ¨®micos son excelentes. El desarrollo de la crisis y las an¨¦cdotas grotescas que la culminaron dejan la sensaci¨®n de que se bordea un problema institucional. Algo no marcha en un sistema pol¨ªtico cuando da lugar a una ceremonia de los desprop¨®sitos como la que se vivi¨® en el Congreso al presentarse el Gobierno de Fanfani. Los democristianos se abstuvieron para provocar la ca¨ªda de un Gobierno formado por miembros de su propio partido, mientras los socialistas y otros partidos votaban en favor de Fanfani para impedir que las c¨¢maras fuesen disueltas y obligar as¨ª a la celebraci¨®n de los referendos. La DC se sali¨® con la suya gracias al voto comunista contra Fanfani.
Pero estos dos meses han puesto de relieve la descomposici¨®n del sistema de alianzas pol¨ªticas en el que se han basado en la ¨²ltima d¨¦cada los Gobiernos italianos. Alianzas basadas m¨¢s bien en un reparto de puestos de poder que en un programa consensuado ante los problemas del pa¨ªs. Mientras los sucesivos encargos demostraban la imposibilidad de rehacer el pentapartido, los cinco partidos ayer aliados se atacaban unos a otros con una agresividad que hace dif¨ªcil imaginarlos sentados de nuevo en un mismo Consejo de Ministros. Ha saltado a primer plano una incompatibilidad entre la estrategia de Craxi y la de De Mita que desborda lo coyuntural. ?ste considera que su partido, por ser el m¨¢s fuerte, debe encabezar cualquier coalici¨®n de Gobierno en la que tome parte; el Gobierno de Craxi ha sido una excepci¨®n, aceptada durante una etapa en la que De Mita necesitaba renovar el viejo aparato democristiano. Craxi, reforzado por su experiencia al frente del Gobierno, aspira a encabezar un polo laico y reformista, coincidente con la DC en cuestiones internacionales y econ¨®micas, pero con la vocaci¨®n de disputar la hegemon¨ªa de ¨¦sta, y a la vez netamente diferenciado de los comunistas.
Por eso, el futuro pol¨ªtico italiano aparece m¨¢s abierto que en anteriores consultas electorales. El voto de los ciudadanos, incluso si provoca oscilaciones peque?as, puede dar lugar a nuevas f¨®rmulas de Gobierno. Dos elementos pueden resultar particularmente significativos en este orden. Por un lado, el partido comunista (PCI) ha empezado a salir del gueto en el que ha estado encerrado; la misma DC ha contribuido a ello con el encargo del presidente Cossiga a Nilde Jotti, y ello explica el voto contra Fanfani, tan beneficioso para la DC. Si el PCI conserva el tercio de los votos ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil mantenerle marginado, como hasta ahora.
La tesis de Bettino Craxi sobre la necesidad de una reforma institucional en sentido presidencialista ha obtenido un respaldo en la opini¨®n a causa del maniobrerismo utilizado por la DC. El partido socialista puede esperar que estas elecciones le ayuden a superar su bajo list¨®n de votos, que ha sido el grave freno que Craxi ha tenido siempre para sus ambiciones. Si esto se produce, la estrategia craxiana tendr¨¢ un peso importante en las futuras etapas de la pol¨ªtica italiana.
Disoluci¨®n en Lisboa
EN PORTUGAL, el presidente Mario Soares, a demanda del jefe del Gobierno, Cavaco Silva, ha convocado elecciones para julio. Al optar por la disoluci¨®n, Soares ha tomado una actitud contraria al sentir de los socialistas y de las otras fuerzas de izquierda que aseguraron su elecci¨®n como jefe del Estado. El Gobierno monocolor de Cavaco carec¨ªa de mayor¨ªa en el Parlamento y fue derrotado al aprobar ¨¦ste una moci¨®n de censura presentada por el Partido Renovador Democr¨¢tico (PRD), del ex presidente Eanes, apoyada por socialistas y comunistas. La crisis ten¨ªa otras soluciones te¨®ricas que Soares ha decidido no intentar. Un encargo al jefe del partido socialista, V¨ªtor Constancia, hubiese podido contar con una mayor¨ªa en la C¨¢mara, ya que renovadores y comunistas estaban dispuestos a darle sus votos.
La disoluci¨®n agravar¨¢ las contradicciones internas en el Partido Socialista Portugu¨¦s. En dos ocasiones, las federaciones de ¨¦ste se hab¨ªan pronunciado en contra de la medida que ahora ha decidido Soares. Aunque el presidente, por su cargo actual, est¨¢ apartado de una militancia formal, es el fundador del partido, y su personalidad carism¨¢tica fue decisiva en la formaci¨®n de una fuerza socialista en Portugal y de la democracia en el pa¨ªs vecino. Las bases del partido le acusan hoy de inclinarse cada vez m¨¢s hacia la derecha, someti¨¦ndose a las presiones de ¨¦sta a la hora de decidir la convocatoria de elecciones.
Los sondeos registran un ascenso del Partido Socialdem¨®crata. El interrogante es si lograr¨¢ o no la mayor¨ªa absoluta. Cavaco Silva, que, pese a su identificaci¨®n socialdem¨®crata, es un l¨ªder conservador, se ha forjado un prestigio de gobernante inteligente y eficaz. Ha sabido mezclar una pol¨ªtica de derecha con dosis de populismo que le permiten morder en sectores de un electorado decepcionado por las promesas incumplidas de la izquierda. Por lo dem¨¢s, su inclinaci¨®n hacia los m¨¦todos autoritarios se ha acrecentado en los ¨²ltimos tiempos. La frase repetida de que "Portugal est¨¢ por encima de la democracia" tiene inquietantes resonancias, y la disoluci¨®n es un est¨ªmulo para sus ambiciones.
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