La crisis del intelectual, crisis de Europa
Se debate hoy -Julio Llamazares lo hac¨ªa ¨²ltimamente desde estas mismas p¨¢ginas [El pensamiento d¨¦bil, 21 de abril de 19871- sobre el llamado pensamiento d¨¦bil, propio de nuestro tiempo, que se denuncia como debilidad mental, y probablemente no s¨®lo debilidad del pensamiento, sino tambi¨¦n, y no menos, de la voluntad. Es patente la ausencia de pensamiento creador. los pensadores m¨¢s citados, un Habermas, un Apel, un Lorenzen, un Rawls, un Derrida, son m¨¢s bien ep¨ªgonos; el primero, como dijo Ortega de otro compatriota suyo, un gran "zapatero remend¨®n" de todas las filosof¨ªas y todas las sociolog¨ªas, y el ¨²ltimo, un gran jugador de palabras. Y asimismo lo es la debilidad del pensamiento critico. Es claro que no vivimos una ¨¦poca creadora, sino -una vez m¨¢s, la periodizaci¨®n aparentemente s¨®lo cronol¨®gica conforme a n¨²meros redondos resulta expresiva mucho m¨¢s, o mucho menos, que un fin-de-siecle, un final de milenio. Pero aunque efectivamente lo sea, nos resistimos a vivirlo como el de una situaci¨®n extrema, en la cual decir no ser¨ªa, m¨¢s que f¨¢cil, inevitable. Preferimos represent¨¢rnosla como una situaci¨®n confusa y vivimos sin saber a qu¨¦ atenernos, sopesando continuamente el pro y el contra, sumidos en la duda, en un verdadero mar de dudas. Y a esta doble crisis de pensamiento creador y de pensamiento cr¨ªtico firme, reflejo y expresi¨®n, en definitiva, de una situaci¨®n epocal, es a lo que llamamos crisis de modernidad.Si traspasamos nuestra reflexi¨®n por un momento al plano estrictamente pol¨ªtico, la tentaci¨®n de instalarnos, mal que bien, en este vivir en la crisis de la modernidad conduce a la resignaci¨®n. El Gobierno, aqu¨ª y all¨ª, puede ser malo, es malo, pero ?qu¨¦ alternativa hay? ?La de una derecha que sigue siendo la de siempre y que ¨²ltimamente, sobre desunida, se disfraza de flequillo y broma, y con artificial, superestructural disposici¨®n, se apresta a dialogar con (= utilizar a) unas pocas gentes, unos pocos nombres, supuesta o realmente de izquierda? ?O la de una izquierda que s¨®lo por ant¨ªfrasis puede autodenominarse unida? Resignaci¨®n tambi¨¦n en la mayor¨ªa del Pa¨ªs Vasco ante ese doblete de Herri Batasuna-ETA, que si no fuera por la comprensi¨®n del terrorismo y por la acci¨®n terrorista, respectivamente, podr¨ªa ser idealistamente visualizada como anacr¨®nica, quim¨¦rica contrafigura del esp¨ªritu de los a?os sesenta, con la pretensi¨®n de constituirse en Estado o Estadillo de marxismo duro en plena Europa occidental.Mas regresando al plano cultural, esta crisis de una izquierda a la vez potente y democr¨¢tica, realmente democr¨¢tica, no es sino el signo de una crisis m¨¢s honda, la de Europa en tanto que aut¨®nomo esp¨ªritu europeo, el por antonomasia esp¨ªritu intelectual. Ahora que est¨¢ relativamente ca¨ªdo, nos burlamos de Reagan y de su supuesto atlantismo -pacifismo m¨¢s bien, por el oc¨¦ano al que gusta de asomarse, que no por su amor a la paz-, pero la verdad es que todos, hasta, al parecer, los j¨®venes de los pa¨ªses del Este, en nuestro estilo de vida y en nuestra cultura cotidiana, que es en la que realmente vivimos, estamos invadidos por los americanos y no al contrario, como pinta el telefilme Amerika: tomamos, o toman, coca-cola m¨¢s o menos light, cantan y bailan rock, usan -m¨¢s bien usaban- blue jeans; pero tambi¨¦n somos pragm¨¢ticos y competitivos y, asimismo, el creciente corporativismo traduce, a lo directo, el de los lobbies; nuestros economistas piensan, y act¨²an, si tienen poder para hacerlo, como mim¨¦ticos d¨¦biles del pensamiento econ¨®mico americano; y nuestros gobernantes, Thatcher, Mitterrand, Chirac, Craxi y Felipe Gonz¨¢lez, imitan en lo que pueden, y para andar por casa, el presidencialismo estadounidense.
Crisis, pues, de Europa o, dicho de otra manera, como lo hac¨ªa aqu¨ª Eduardo Subirats [La inteligencia contra el mundo, 25 de abril de 19871, crisis de la inteligencia en tanto que creadora y, a la vez, cr¨ªtica, pura, y a la vez actuante, moral. La figura del clerc -palabra hoy en desuso, y no s¨®lo por su resonancia clerical o por su contaminaci¨®n del clerk ingl¨¦s-, la figura del intelectual ha sido el s¨ªmbolo de Europa. El intelectual no se opon¨ªa al cient¨ªfico, sino que, cuando no era las dos cosas a la vez, estaba muy atento a sus m¨¦todos y logros. Y viceversa: Einstein, Heisenberg, Schr?dinger estuvieron plenamente abiertos a la filosof¨ªa. Pero hoy se hace mucho m¨¢s tecnociencia y tecnolog¨ªa que ciencia, hasta el punto de que se tender¨ªa a pensar que la raza de los cient¨ªficos puros ha desaparecido y el hombre de ciencia ha sido relevado por el tecnocient¨ªfico.
Ahora bien, la tensi¨®n entre las dos culturas, la human¨ªstica o f¨ªlos¨®fico-cient¨ªfica y la tecnol¨®gica, es real -como lo es, en otro plano o, si se quiere, materializ¨¢ndolo geogr¨¢fico-culturalmente, en el nfismo, la tensi¨®n entre Europa y Am¨¦rica-; es real y, lejos de desconocerla, lo que hemos de hacer es afirmarla y esforzarnos para que el di¨¢logo, posiblemente fecundo, se establezca, como ya se est¨¢ comenzando a ver en determinados campos, as¨ª en el f¨ªsico de la astronom¨ªa con una cosmolog¨ªa cient¨ªfico-filos¨®fica y, sobre todo, el de la nueva biolog¨ªa, que no puede eludir el plantearse problemas antropol¨®gico-filos¨®ficos y morales.
Pero el intelectual solitario de los siglos XVI y XVII, y todav¨ªa de la Ilustraci¨®n, ha de dar paso, no precisamente al intelectual org¨¢nico, ide¨®logo del partido al que pertenece, sino al que se mueve en otros espacios -como pide Subirats-, que no son los estrictamente pol¨ªticos, insuficientes a la vez que imprescindibles, y que est¨¢n abri¨¦ndose ya. El intelectual solidario, moralista -moralista social- de nuestro tiempo, como muchas veces lo he llamado, entra en di¨¢logo con su base propia, la de los decepcionados de la pol¨ªtica al uso, y cuando acierta articula los pensares y los sentires de aqu¨¦llos, sus esperanzas y sus utop¨ªas.
La conexi¨®n puede hacerse, y se hace, mediante los partidos antipartido -radicales, ecologistas- y los llamados movimientos pro derechos humanos, por la paz y el desarme, ecologistas no constituidos en partido ni siquiera antipartido, feministas y otros.
Lo importante es mantener, junto y frente a las instituciones, los movimientos; junto y frente a la pol¨ªtica, la ¨¦tica; junto y frente al tecnocient¨ªfico, al intelectual; junto y frente -simb¨®lica, no literalmentea la praxis de Am¨¦rica, el esp¨ªritu europeo. Y m¨¢s all¨¢, junto y frente al desencantamiento, el reencantamiento del mundo.
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