Reagan anunciar¨¢ en breve medidas coercitivas para combatir el SIDA
Ronald Reagan, alarmado por la r¨¢pida progresi¨®n de la epidemia deL s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), que comienza a aterrorizar a la clase media, est¨¢ a punto de anunciar medidas m¨¢s fuertes que su conocida recomendaci¨®n de abstinencia sexual. El presidente, ha declarado el portavoz de la Casa Blanca, es partidario de que todos los ciudadanos que vayan a contraer matrimonio y los inmigrantes que soliciten residencia permanente en Estados Unidos sean sometidos a pruebas de sangre para ver si son portadores del virus del SIDA, que ya ha acabado con la vida de m¨¢s de 20.000 norteamericanos y amenaza con causar la muerte a otros 200.000 en los pr¨®ximos cuatro a?os.
La psicosis p¨²blica sobre la extensi¨®n inexorable del SIDA supera, seg¨²n la Casa Blanca, las dudas de los que se oponen a la extensi¨®n de las pruebas obligatorias, como el cirujano general, Everett Koop, por considerarlas una invasi¨®n de la privacidad que llevar¨ªa a discriminaciones injustas contra las v¨ªctimas de una enfermedad que a¨²n se considera en amplios sectores inconfesable. Los sondeos de opini¨®n parecen apoyar la opini¨®n del presidente. El 82% de los norteamericanos es favorable a las pruebas obligatorias para todos los que quieran casarse. El ministro de Educaci¨®n, William Bennett, la gran esperanza de los ultraconservadores en el seno del Gobierno, es partidario de extender las pruebas obligatorias a todos los pacientes de hospitales y a los presos.Hasta ahora, el presidente ve¨ªa el SIDA -una enfermedad que acaba con las defensas del sistema inmunol¨®gico dejando vulnerable el organismo a varios tipos de c¨¢ncer y otras infecciones- m¨¢s como un problema ideol¨®gico que una cuesti¨®n m¨¦dica. Para los reaganistas ultraconservadores se trataba m¨¢s de una consecuencia de la p¨¦rdida de valores morales, curable por la vuelta a la castidad, y un "castigo" -como ha Regado a afirmar el reverendo Jerry Falwell- para los homosexuales y su "estilo de vida pervertido".
Pero los datos de la epidemia, que ya se considera como la peste del siglo XX -se calcula que m¨¢s de 1,5 millones de norteamericanos est¨¢n infectados por el virus, y que alcanza tambi¨¦n a la clase media heterosexual-, han hecho que Reagan reconsidere su posici¨®n. El 31 de mayo, el presidente anunciar¨¢ medidas concretas, que posiblemente consistan en ampliar las pruebas obligatorias a nuevos sectores de la poblaci¨®n y en un almuerzo para recoger fondos para la investigaci¨®n del SIDA, presidido por la actriz Elizabeth Taylor, amiga de Nancy Reagan.
El presidente ya ha admitido que el SIDA es el enemigo p¨²blico n¨²mero uno desde el punto de vista sanitario, y en una reciente entrevista reconoci¨® que, a pesar de sus recomendaciones, "hay algunos que no van a abstenerse" y, sin citar los preservativos y otras t¨¦cnicas de sexo seguro, explic¨® que es correcto que los programas educativos "toquen otras cosas qe pueden hacerse".
La pasada semana, el Ministerio de Sanidad recomend¨® que los 600.000 inmigrantes que solicitan anualmente la residencia norteamericana sean sometidos a una prueba obligatoria para ver si son portadores del SIDA. Los infectados ser¨ªan devueltos a sus pa¨ªses por tener "una peligrosa enfermedad contagiosa". Actualmente, los inmigrantes son ya examinados en b¨²squeda de enfermedades contagiosas. El presidente apoyar¨¢ esta. medida.
La cosa es m¨¢s complicada para los ciudadanos que quieran contraer matrimonio, ya que las licencias matrimoniales dependen de los diferentes Estados, a los que no puede imponerse desde Washington una prueba obligatoria.
El Senado vot¨® el jueves, por 63 votos contra 32, en contra de someter a los inmigrantes a la prueba obligatoria del SIDA u obligar a los Estados que la realicen a todos los que soliciten permisos matrimoniales. Esta inmediata reacci¨®n a la idea presidencial refleja la sensibilidad pol¨ªtica del tema, que ser¨¢ uno de los primeros problemas a los que deber¨¢ enfrentarse el pr¨®ximo presidente y que ya se ha convertido en la cuesti¨®n m¨¢s explosiva de la campa?a presidencial.
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