Un ejemplo de sobria dignidad
Julio Gonz¨¢lez -don Julio, para sus amigos y colegas- es un ejemplo m¨¢ximo de sobria dignidad humana, de capacidad de afecto profundo y de honradez profesional. Se otorga ahora a su obra el Premio Nacional de Historia y bien est¨¢ que, al fin, se haya hecho as¨ª. ?l jam¨¢s habr¨ªa insinuado un deseo en este sentido, ni directa ni indirectamente, y nunca hubiera aceptado el galard¨®n si en su mano estuviera el apartarlo, de modo que ha sido una fortuna que ninguna de tales circunstancias hayan podido estar presentes a la hora de la decisi¨®n. Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refr¨¢n. El premio y el reconocimiento que supone le llegan en una hora de soledad especialmente dolorosa y a edad avanzada: ojal¨¢ sirvan para asegurarle que ni est¨¢ solo, porque muchos le tenemos como permanente compa?ero en nuestro quehacer.?Por qu¨¦ digo esto con la urgencia de una noticia period¨ªstica? Porque merece la pena que muchos se detengan unos momentos en estas l¨ªneas para saber algo que nos concierne a todos y a nuestra historia com¨²n. Julio Gonz¨¢lez comenz¨® a publicar el resultado de sus investigaciones en 1943, ha venido haci¨¦ndolo hasta 1986 y esperemos que a¨²n siga por mucho tiempo exponiendo la enorme riqueza de sus conocimientos y el resultado de sus investigaciones en los archivos espa?oles. Durante casi medio siglo ha elaborado magnas obras, por tama?o, contenido y alcance, sobre los reyes de Le¨®n y Castilla entre 1157 y 1252 (Fernando II, Alfonso IX, Alfonso VIII y Fernando III). Un siglo de nuestro pasado le debe la luz, gracias al ingente aporte documental que contiene y que permanecer¨¢ indefinidamente como cantera para futuros an¨¢lisis y reflexiones, a partir de los mismos que ¨¦l ha elaborado. Nadie, ni aun los que somos historiadores y archiveros, puede valorar lo que significan el esfuerzo tenaz y la riqueza de conocimientos previos precisos para culminar esta tarea, ni tampoco lo insustituibles que son para ejercer bien la de maestro de otros investigadores.
Pilares b¨¢sicos
Pero hay todav¨ªa mucho m¨¢s. Al tiempo que investigaba sobre reyes y reinados, nuestro hombre se embarc¨® en la audaz empresa de dar a conocer el pasado de los pueblos castellano y leon¨¦s como colonizadores en su gran ¨¦poca de expansi¨®n territorial, entre los siglos XI y XIII. Es superfluo decir lo mucho que debe nuestra identidad hist¨®rica y geogr¨¢fica a aquel tiempo de g¨¦nesis. Pues bien, los grandes libros y art¨ªculos que Julio Gonz¨¢lez consagr¨® a la repoblaci¨®n de las extremaduras leonesa y castellana entre el r¨ªo Duero y el Sistema Central, a Castilla la Nueva y Andaluc¨ªa, publicados a veces en condiciones precarias, son pilares b¨¢sicos y de obligado conocimiento para elaborar el acta de nacimiento de nuestro propio pa¨ªs, desde el Duero hasta Sevilla. Hace 50 a?os casi nada se sab¨ªa de todo esto; don Julio y muy pocas personas m¨¢s nos han restituido la memoria de nuestra propia sociedad, de nuestro ser colectivo, en una medida que nunca ser¨¢ suficientemente agradecida.
Hoy, al recorrer las tierras leonesas, castellanas y andaluzas, podemos ya leer en ellas su historia inicial, en la plenitud del Medievo. Podr¨¢n hacerse, qui¨¦n lo duda, lecturas diversas, mejorarse m¨¦todos de an¨¢lisis y de elementos de interpretaci¨®n, hallarse, incluso, nuevos documentos, pero la obra investigadora de este palentino de pocas palabras y muchos hechos permanecer¨¢ y no ser¨¢ barrida por el viento que ha de Hevarse tanto como se escribe al dictado del momento, de la conveniencia o de la fama f¨¢cil.
es catedr¨¢tico de la universidad de Madrid.
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