Barcelona, pendiente de la fidelidad del voto nacionalista
Un resultado electoral en la ciudad de Barcelona semejante al de las elecciones legislativas de 1986 dar¨ªa la alcald¨ªa al candidato de Converg¨¦ncia i Uni¨®, Cullell, con los votos de los concejales de AP. Mucho m¨¢s clara resultar¨ªa la victoria de Cullell si los resultados de ma?ana se parecen a los de las auton¨®micas de 1984. ?ste ha sido el gran argumento utilizado por los nacionalistas en esta campa?a: politizarla al m¨¢ximo buscando la fidelidad del voto obtenido en las dos ¨²ltimas confrontaciones. "Que nadie se confunda: en esta carrera yo corro con Cullell; quien no le vote a ¨¦l no me vota a m¨ª", afirm¨® Jordi Pujol, presidente de la Generalitat y l¨ªder de la coalici¨®n CiU, en uno de los actos electorales. Anoche, Pujol fue la figura central del mitin que cerr¨® la campa?a nacionalista.En los medios socialistas hay optimismo respecto a la posibilidad de que Pasqual Maragall revalide su cargo. ¨²nicamente una encuesta (la de EL PA?S) recog¨ªa una intenci¨®n de voto que le era adversa, frente a todas las dem¨¢s, que han pronosticado su victoria, posiblemente con una mayor¨ªa absoluta de concejales a favor. Su popularidad personal tras la designaci¨®n ol¨ªmpica y la tradici¨®n de que el voto urbano de Catalu?a en las elecciones locales se inclina hacia la izquierda, le favorecen. En la ¨²ltima semana, Maragall ha recogido el guante de la politizaci¨®n, a la espera de que una victoria socialista debilite a la situaci¨®n del actual Gobierno de la Generalitat.
De esta forma, estas municipales se han convertido en unas primarias de las auton¨®micas del a?o que viene, aunque Maragall ha advertido a amigos y adversarios que el candidato socialista a la Presidencia de la Generalitat no ser¨¢ ¨¦l, sino Raimon Obiols, tanto en 1988 como en 1992.
Existen variados ejemplos de la infidelidad electoral de los catalanes. En Gerona, por ejemplo, CiU aplasta a los socialistas en las elecciones auton¨®micas y les supera en las legislativas, pero nadie duda de que el socialista Joaquim Nadal volver¨¢ a ser elegido alcalde. Otro ejemplo es Sabadell, donde los socialistas arrasaron en las legislativas de 1982 y 1986, los nacionalistas fueron mayoritarios en las auton¨®micas de 1984, pero son los comunistas quienes tienen mayor¨ªa absoluta en el consistorio.
El mapa pol¨ªtico de la ciudad de Barcelona ha experimentado una bipolarizaci¨®n creciente desde 1982, despu¨¦s del hundimiento comunista y la desaparici¨®n de UCD, que s¨®lo ha beneficiado en parte a Alianza Popular. Si Maragall no obtiene ma?ana la mayor¨ªa absoluta (22 concejales de un total de 43) y los comunistas no superan la barrera del 5% necesaria para entrar en el reparto -la confluencia de ambas circunstancias es harto improbable-, un posible pacto entre nacionalistas y aliancistas dar¨ªa la alcald¨ªa a Cullell. Desde hace meses, en los medios pol¨ªticos catalanes se considera que el candidato de AP, Enrique Lacalle, es partidario de dar sus votos a Converg¨¦ncia. En 1983 los socialistas obtuvieron 21 concejal¨ªas, una menos que la mayor¨ªa absoluta, pero Maragall sum¨® los votos de los tres concejales comunistas del PSUC. Converg¨¦ncia i Uni¨® obtuvo 13 concejales, y Coalici¨®n Popular, seis.
Adem¨¢s de Barcelona, la lucha electoral en Catalu?a se libra cuerpo a cuerpo en otros muchos municipios. Los comunistas se han dolido de la ofensiva socialista contra sus alcald¨ªas, que en el caso de Santa Coloma de Gramenet (140.000 habitantes) ha sido un derroche de propaganda, con la presencia de figuras socialistas de primera fila (ha sido en la ¨²nica poblaci¨®n catalana a la que ha acudido Alfonso Guerra). El PSUC acusa a los socialistas de "equivocarse de enemigo".
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