Un cl¨¢sico de ahora

Hace cinco a?os se estren¨® Blade Runner en Espa?a, en una lamentable versi¨®n doblada. Si entonces sorprendi¨®, pues se esperaba una sofisticada historia futurista m¨¢s o menos epid¨¦rmica y el resultado mejor¨® con creces estas expectativas; ahora, Blade Runner sorprende mucho m¨¢s, a causa del mantenimiento del sonido original, que es uno de los aspectos mejor elaborados y m¨¢s ricos de esta excelente, y m¨¢s profunda de lo que parece, obra.Los aspectos pesimistas y opresivos de la fabulaci¨®n adquieren, en su marco sonoro original, mayor vigor. La fuerza de las composiciones -el brit¨¢nico Ridley Scott, director de Alien y formado profesionalmente en el microcine de alta precisi¨®n del spot publicitario, es un maestro de la matem¨¢tica visual- aumenta y se afina, al conservar las im¨¢genes sus formidables soportes sonoros.

La f¨¢bula sigue con fidelidad los patrones tradicionales de las pel¨ªculas del g¨¦nero negro: una historia convencional de caza urbana, en la que un detective -un caracter gastado por la presi¨®n de su oficio- se ve no obstante obligado a volver otra vez armado a la jungla de las calles en busca de unos intrusos amparados en las impenetrables multitudes que las pueblan. Son esas multitudes el verdadero tejido dram¨¢tico del filme: la imagen aplastante y claustrof¨®bica de una ciudad, Los ?ngeles en el a?o 2019, espejo de una Tierra ap¨¢tica, superpoblada, sofocante. La ambientaci¨®n del filme -impensable sin su sonido integral- es un prodigio.

En este denso marco material, Scott, apoyado en un soberbio gui¨®n, hace el que hasta ahora es, y con mucho, su mejor trabajo, muy por encima de Los duelistas y Alien. Su empleo de pr¨¢cticamente todas las convenciones del g¨¦nero negro y la combinaci¨®n de ¨¦stas con f¨®rmulas, incorporadas sin ninguna estridencia, del cine de terror -por ejemplo, algunos inquietantes aspectos de los intrusos imitantes, robots de carne y hueso cuya composici¨®n se apoya en la mejor imaginer¨ªa del poema terror¨ªfico- es insuperable.

Hay escenas literalmente magistrales en este filme. Por ejemplo, el apasionante duelo final, la inagotable secuencia que comienza con la entrada de Harrison Ford en el refugio de los proscritos y que termina en la azotea del edificio con un violent¨ªsimo, e inesperadamente l¨ªrico, encuentro con el ¨²ltimo de ellos. La perfecci¨®n de esta escena de pesadilla hay que buscarla en el equilibrio que en ella se guarda entre esos varios modelos gen¨¦ricos citados, asumidos por unos actores convencidos de que lo que hacen les concierne.

Buen, buen¨ªsimo cine actual extraido del almac¨¦n de eternidades de este arte. La pel¨ªcula ahora se ve mejor que en su tiempo de estreno. No ha hecho otra cosa que ganar en intensidad. Al ca¨¦rsele las c¨¢scaras de la espectacularidad a las maquetas futuristas, la f¨¢bula humana sale a flote por su s¨®la enjundia tr¨¢gica y po¨¦tica. Y al perder capacidad de sorpresa, Blade Runner no hace otra cosa que ganar perennidad.