Gira de orquesta
La Orquesta Nacional de Espa?a celebra en la ciudad japonesa de Mito su concierto n¨²mero 3.000
El se?or Takazawa, organizador de la gira por Jap¨®n de la ONE, desembarc¨® en Madrid dos d¨ªas antes de la fecha prevista para la salida de la orquesta. Con el dedo puesto en un plano de Madrid, lleg¨® al Teatro Real, sede de la Nacional, para intentar cerrar el programa definitivo de la gira. Hasta entonces, las dos partes se hab¨ªan cruzado multitud de telegramas. Despu¨¦s de largas discusiones, mandaron subir una taza de caf¨¦ y le alargaron un pa?uelo: el se?or Takazawa estaba llorando a l¨¢grima viva.Takazawa propon¨ªa 17 conciertos, una cifra que consideraba m¨¢s que razonable para una gira de un mes. Los responsables de la ONE exhib¨ªan el reglamento, seg¨²n el cual no se puede viajar durante m¨¢s de cinco horas y dar un concierto el mismo d¨ªa, y se debe descansar un d¨ªa cada ciclo de ocho conciertos, lo que arrojaba un m¨¢ximo de 14 actuaciones. Las l¨¢grimas del se?or Takazawa debieron ser efectivas, y tras aprobar por mayor¨ªa la transgresi¨®n del reglamento, las 140 personas que componen el equipo de la ONE salieron para Tokio dispuestas a ofrecer 16 conciertos en 14 ciudades durante un mes.
Para que la orquesta se pusiera definitivamente en marcha Jugaron varios factores. El Instituto Nacional de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica (INAEM) complet¨® las dietas para los m¨²sicos que ofrec¨ªa el empresario japon¨¦s y se hizo cargo de los gastos extraordinarios que se generasen. El INAEM reconoce haber desembolsado para esta gira una cantidad que ronda los 32 millones de pesetas, aunque otras fuentes elevan esta cifra a 50. No hubo tiempo para buscar alg¨²n sponsor (patrocinador), f¨®rmula habitual en las grandes orquestas.
Por otra parte, L¨®pez Cobos, adem¨¢s del inter¨¦s que tiene en que la ONE sea conocida fuera de Espa?a, vuelve a Jap¨®n el pr¨®ximo mes de octubre al frente de la orquesta de la ¨®pera de Berl¨ªn para dirigir por primera vez en su carrera la versi¨®n completa de El anillo de los nibelungos. Se reparte publicidad de este acontecimiento en los entreactos de los conciertos de la agrupaci¨®n espa?ola. Tambi¨¦n se venden discos del solista Narciso Yepes, conocido y respetado en un pa¨ªs en el que hay tres millones de estudiantes de guitarra cl¨¢sica. No se venden discos, en cambio, de la ONE, ya que hace unos veinte a?os que no graba. Desde hace tres a?os, TVE no recoge un concierto de la Nacional.
Pero, sobre todo, decidi¨® la gira la ilusi¨®n de los profesores. El pasado d¨ªa 28 de mayo comentaban y re¨ªan a prop¨®sito de la m¨²sica ambiental del avi¨®n que les llevaba a Tokio: el Bolero, de Ravel. Una pieza que junto a Noches en los jardines de Espa?a, de Falla; Concierto de Aranjuez, de Rodrigo, y Fandango de Soler, de Prieto, se repite pr¨¢cticamente en todos los conciertos: 15 veces. "Exigencia del empresario japon¨¦s", dicen, aunque otros opinan que se deber¨ªa exigir un programa m¨¢s ambicioso y variado. "Que sirva a la evoluci¨®n de la orquesta", a?ade uno de los m¨²sicos.
La ONE se descubre como un colectivo unido donde no existe el divismo propio de otras agrupaciones art¨ªsticas. La formaci¨®n de los profesores de la ONE es fundamentalmente artesanal. Dominan un instrumento a base de oficio y una buena parte de ellos se ha ganado la vida en lugares hoy tan remotos como las revistas de Celia G¨¢mez o la orquesta de la Guardia de Franco.
Los profesores saben, sobre todo los de viento, que la vida de un m¨²sico es limitada. La edad ¨®ptima para un instrumentista de viento son los 40 a?os. A partir de ah¨ª comienza la curva descendente y deben dejar el puesto de solista a otro m¨¢s joven.
Los violines y violas, por su parte, se distinguen en seguida. Tienen callosidades en el cuello. "Lo malo de la profesi¨®n nuestra es que tienes que dar siempre el nivel, y aunque tengas oficio y experiencia, un d¨ªa te falla la boca o el sistema nervioso o te empieza a temblar el pulso, y entonces ?qu¨¦ haces?".
El director, con la orquesta
Francisco Osuna, avisador de la ONE, asegura que el d¨ªa que no hay concierto en una gira, la mayor¨ªa de los profesores se llevan el instrumento al hotel para ensayar. Servilio G¨®mez, hoy archivero de la orquesta y encargado de distribuir y tener a punto las partituras, fue tromb¨®n de varas durante muchos a?os. Un accidente le da?¨® la boca, y tuvo que cambiar el tromb¨®n por las partituras.Est¨¢n contentos con L¨®pez Cobos, al que consideran un gran director. El director viaja siempre con su orquesta. Cuando llegan tarde al tren-bala japon¨¦s, Cobos levanta la partitura de Falla y todos corren.
Corren, bromean y r¨ªen. Vi¨¦ndoles as¨ª, resuena su cr¨ªtica un¨¢nime: falta de direcci¨®n administrativa, de que las autoridades se propongan un fin con la orquesta y lo lleven a cabo. Est¨¢n convencidos de que han consolidado una agrupaci¨®n musical m¨¢s que digna despu¨¦s de 3.000 conciertos, pero que durante a?os su misi¨®n ha sido completar la escenograf¨ªa del Real.
"Yo no entiendo", concluye uno de los profesores de la ONE, "por qu¨¦ precisamente nosotros siempre tenemos que bailar al son que nos tocan".
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