Mano a mano de nada
El Torero / De la Vi?a, A. Mart¨ªnez
Cinco novillos de El Torero, sin trap¨ªo, inv¨¢lidos; 1?, sobrero de Mart¨ªnez Uranga, manso. Rafael de la Vi?a: media delantera tendida, rueda de peones y dos descabellos (palmas y tambi¨¦n pitos cuando saluda); estocada corta perpendicular baja pescuecera y tres descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada baja y dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Alberto Mart¨ªnez, nuevo en esta plaza: estocada (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos, estocada atravesada que enhebra el morrillo y tres descabellos (silencio); espadazo delantero baj¨ªsimo (palmas). Plaza de Las Ventas, 14 de junio.
Trajeron al triunfador de la feria y a la promesa valenciana con todas las garant¨ªas del mundo para que triunfaran en Las Ventas, y lo que ocurri¨® es que all¨ª no hubo nada. Los trajeron mano a mano, sin otro fundamento que tener un apoderado com¨²n. Lo que el importar¨¢ al p¨²blico que tengan apoderado com¨²n.El mano a mano era tan falso que no compitieron ni en quites. No hubo quites. En realidad no hubo novillos. Los novilleros del mano a mano, ayer, sal¨ªan a pegar derechazos y naturales a nadie; a animalitos moribundos que se dejaban de rechazcear y naturalear. Acud¨ªan estos animalitos a los enga?os como mansos corderos, despacito, y los novilleros del mano a mano los derechaceaban y naturaleaban despacito, tambi¨¦n. Cuando los novilleros del mano a mano conclu¨ªan sus muy largas y muy rematadas faenas, se quedaban sorprendid¨ªsimos de que el p¨²blico no saltara entusiasmado de sus asientos, no pidiera la oreja y .?la-o-tra, la-o-tra!" igual que ocurre por ah¨ª cada tarde de derechazos.
El p¨²blico, durante las faenas y su conclusi¨®n, ten¨ªa las posaderas bien pegadas al asiento, soportando como pod¨ªa la paliza de los derechazos y los naturales a nada y a nadie. Muchos espectadores barruntaban que ellos tambi¨¦n se atrever¨ªan a torear esos novillitos gacho-brocho-romos moribundos, con copas o sin ellas, y los derechazos y naturales de los novilleros no les impresionaban lo m¨¢s m¨ªnimo.
El barrunto alcanz¨® categor¨ªa de certeza cuando el cuarto se revolvi¨® en un natural apuntando a los machos de Mart¨ªnez y el debutante le acogot¨® empuj¨¢ndole la cabeza contra la arena; igual que se hace con el perrito faldero para que moje el morrete en el sitio donde tiene prohibido levantar la pata y soltar el pis.
Hubo dos novillos d¨ªscolos: el sobrero y el sexto. Al sobrero le lig¨® los pases de la Vi?a con valor y un estupendo sentido del toreo., s¨®lo que, en su inexperiencia., se fue a por la espada y a la vuelta instrument¨® ayudados, sin darse cuenta de que el novillo ya no era el mismo. El novillo hab¨ªa meditado a fondo sobre el mundo, sus pompas y vanidades, y se tir¨® a por ¨¦l con la mal¨¦vola intenci¨®n de pegarle una voltereta. Menos mal que de la Vi?a tambi¨¦n sabe correr y corri¨®.
El sexto no ten¨ªa cara pero s¨ª genio, dentro de su penuria locomotriz. Trompic¨® contra las tablas al banderillero Capilla, se se revolv¨ªa en los naturales, y Mart¨ªnez cort¨® cualquier pretensi¨®n esteticista para suplirla por el macheteo.
Rafael Dei la Vi?a y Alberto Mart¨ªnez: dos novilleros que apuntan el toreo g¨¹eno. Ahora bien, los ponen en otro mano a mano de nada, como el de ayer, y se quedan sin cartel, para los restos. Tanto y tanto les quisieron cuidar apoderado, empresa de la plaza y su cogestora interesada la Comunidad de Madrid, que los dejaron en rid¨ªculo. Los taurinos, siempre tan sagaces.
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