El conflicto sanitario
Desde que en 1976 sali¨® su peri¨®dico a la calle no he dejado de comprarlo ni un solo d¨ªa. Fuimos muchos los que en aquel momento saludamos la aparici¨®n de un diario progresista y de calidad. Por aquella ¨¦poca, el que suscribe militaba en un partido de izquierda, y si bien abandon¨¦ la militancia, me sigo teniendo por dem¨®crata y progresista. Por ello salud¨¦ tambi¨¦n la victoria socialista en 1982, aun sin haberles votado.Soy m¨¦dico, especialista en medicina de familia y comunitaria. Elegir esta especialidad supone apostar por la sanidad p¨²blica, por una sanidad p¨²blica moderna, justa y eficaz, y, sobre todo, m¨¢s humana. Por ello confiaba, junto a muchos compa?eros, que el PSOE, seg¨²n promet¨ªa su programa electoral en materia sanitaria, acometer¨ªa una reforma sanitaria progresista y profunda. Sin embargo, el partido en el poder no cumpli¨® sus promesas -no s¨®lo en la sanidad: la OTAN, el paro, las libertades p¨²blicas, etc¨¦tera- y se limit¨® a cambiar el nombre y la ubicaci¨®n de los servicios, a gastar m¨¢s en burocracia e imagen y menos en personal y material para la asistencia. La atenci¨®n primaria sigue siendo ca¨®tica y deficitaria, y los hospitales donde se hac¨ªa medicina de alto nivel han sufrido un progresivo deterioro. Fue la primera gran decepci¨®n, lo que se dio en llamar "el desencanto".
Paralelamente, EL PA?S ha seguido una l¨ªnea editorial e informativa hostil hacia los profesionales de la medicina, ofreciendo una imagen a la opini¨®n p¨²blica completamente deformada: los m¨¦dicos somos, para su editorialista, vagos, malos profesionales, incompetentes y groseros, y adem¨¢s queremos ganar mucho dinero. Somos corporativistas, se nos atribuye m¨¢s poder del que realmente disponemos -ustedes s¨ª que disfrutan de poder- y se ignora que muchos de nosotros trabajamos m¨¢s horas que ning¨²n otro trabajador, que seguimos trabajando -estudiando al llegar a casa para estar al d¨ªa, por nuestra cuenta y a nuestra costa- y que se nos exige una cualificaci¨®n y una responsabilidad superiores a cualquier otro profesional. Ocurre que la mayor¨ªa de nosotros ama su pro-
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fesi¨®n, porque, en otro caso, no compensar¨ªa.
Pero el editorial de su peri¨®dico del 8 de junio (Rebeli¨®n contra los brujos) ha rebasado los l¨ªmites de lo tolerable. Ha ca¨ªdo en la bajeza del insulto y destila rencor y resentimiento del peor estilo.
Me siento profundamente ofendido e indignado, injustamente maltratado y dolido. Fue la segunda gran decepci¨®n, el otro desencanto. Y me duele m¨¢s por ser de EL PA?S de quien proviene.
Se?or director: le invito a que reflexione si le parece justo tratar as¨ª a un colectivo profesional que ha dejado muchas de las mejores horas de su vida en el servicio a sus conciudadanos y cuya profesi¨®n no es otra que procurar aliviar del dolor a otros. Mientras medita acerca de esto, le comunico que no volver¨¦ a comprar su peri¨®dico. Quiz¨¢ salga perdiendo yo. Pero no quiero sentirme, adem¨¢s de apaleado, cornudo.-
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