Los 'intocabIes' de nuestra era
Todos los seres humanos son, en opini¨®n del autor de este art¨ªculo, responsables de la suerte de los millones de refugiados generados por guerras internas o externas y problemas de ¨ªndole pol¨ªtica. Y no se trata s¨®lo de una bonita teor¨ªa; el autor sugiere afrontar esa cuota individual de responsabilidad a trav¨¦s de la presi¨®n ante los Gobiernos para evitar que los refugiados se conviertan en los parias de nuestra ¨¦poca.
Nuestros refugiados son todos los que de un continente a otro vienen a aumentar involuntariamente el n¨²mero de despose¨ªdos de este mundo. Privados de todo, pierden hasta el derecho a una patria, a una tierra y a una cultura propias; quedan incluso sin una existencia legal certificada por documentos de identidad.Ante la intolerancia, la persecuci¨®n y la violencia -indiscriminada o selectiva, seg¨²n los casos- buscan su seguridad en la huida o el exilio, al que tienen que resignarse. Durante todo el tiempo que dura este forzoso desarraigo aspiran a una soluci¨®n ¨²nica, la m¨¢s l¨®gica y natural: el regreso a sus hogares, el reencuentro con sus familias, su tierra, su sociedad y sus valores tradicionales, pues su pasado est¨¢, en lo m¨¢s profundo de cada uno de los refugiados. Pero mientras no llega una soluci¨®n es preciso adoptar todas las medidas necesarias para facilitar su integraci¨®n en la comunidad que los acoge y para conservar despiertas su esperanza, su voluntad y su dignidad. La espera, sin embargo, puede ser muy larga y durar, si cabe, toda la vida. De ella no se escapa ning¨²n refugiado, sea cual sea su origen o las causas de su exilio. En la espera, todos los refugiados poseen la tr¨¢gica igualdad que imponen la persecuci¨®n y el exilio, sin distinci¨®n de razas, de creencias, de medio social o ideas pol¨ªticas.
?Son todos ellos los nuevos intocables, los nuevos parias de las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX? A juzgar por los numerosos art¨ªculos period¨ªsticos y debates parlamentarios o pol¨ªticos registrados en Europa, Norteam¨¦rica y otras partes del mundo durante los ¨²ltimos meses, es evidente que los refugiados representan alg¨²n tipo de peligro para mucha gente. Si bien, por otra parte, la demostraci¨®n de solidaridad realizada por j¨®venes de todos los pa¨ªses reunidos en el concierto Live aid, celebrado el pasado mes de julio durante 18 horas seguidas, refleja, por el.contrario, su firme rechazo a dejar que mueran en ?frica miles de personas inocentes.
La caridad no basta
La angustia, la compasi¨®n, el rechazo, la solidaridad, el ego¨ªsmo: ?d¨®nde est¨¢n realmente nuestros sentimientos hacia millones de hombres, mujeres y ni?os forzados al exilio por una implacable violencia? ?No es cierto el hecho probado de que los m¨¢s privilegiados de nosotros seguimos pensando que, con un poco de caridad, la miseria humana se quedar¨¢ a 10.000 o 20.000 kil¨®metros de nuestras puertas? Despu¨¦s de todo, Occidente tiene sus problemas, y el desempleo es uno de ellos. Y en la cada vez mayor confusi¨®n que caracteriza las actuales relaciones, tanto humanas como internacionales, los imperativos morales no son suficientes por s¨ª solos para solucionar a largo plazo las causas -desde la exclusi¨®n hasta la confrontaci¨®n- que destrozan comunidades enteras.
Las causas que originan muchas de estas tr¨¢gicas situaciones seguir¨¢n disfrazadas bajo nobles intenciones mientras no exista una voluntad decidida de encontrar una explicaci¨®n a estos mecanismos infernales, los aborde y los resuelva. Corresponde a cada persona -y esta idea es ahora m¨¢s necesaria que nunca- dar la cara y exponer a los representantes parlamentarios de cada pa¨ªs la necesidad de que no se permita por m¨¢s tiempo la actual situaci¨®n de millones de seres humanos que no pueden salir de las zonas fronterizas o est¨¢n aprisionados en los campos de refugiados. Pues su dependencia se acent¨²a con cada d¨ªa de exilio que transcurre, su dignidad humana se deteriora y, con la suya, la nuestra.
Habr¨¢ quien replique diciendo que no deben confundirse los t¨¦rminos y que los problemas po l¨ªticos vinculados a las crisis y conflictos registrados en los ¨²ltimos a?os son ya de por s¨ª demasiado complejos para que encima se a?adan cuestiones humanitarias. Estos problemas, sin embargo, est¨¢n ligados, y mi participaci¨®n en importantes actividades de car¨¢cter humanitario durante los ¨²ltimos 20 a?os me ha ense?ado dos verdades fundamentales: la primera es que los refugiados, prisioneros de guerra, detenidos pol¨ªticos y poblaciones desplazadas son la consecuencia directa de conflictos armados y de agitaciones pol¨ªticas que dividen a la comunidad internacional; la segunda es que, cuando se busque la soluci¨®n pac¨ªfica de unlitigio, lo primero que hay que hacer es llegar a un acuerdo que permita tanto a un refugiado como a un prisionero de guerra o a un detenido:) pol¨ªtico regresar a sus hogares ara vivir de nuevo con seguridad y dignidad.
Ayudas duraderas
Pese a ello, ?cu¨¢ntos acuerdos de paz han quedado interrumpidos, causando graves perjuicios, y cu¨¢ntas negociaciones se encuentran hoy- d¨ªa en punto muerto porque esas cuestiones han sido ignoradas? En otras palabras, cuando las autoridades competentes permitan, por una parte, al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ayudar a los refugiados, y por otra, iniciar de inmediato un proceso encamina do al regreso progresivo de las gentes a sus pa¨ªses de origen, a su traslado a otro pa¨ªs de reasentamiento permanente o a la b¨²squeda de soluciones m¨¢s duraderas en pa¨ªses de primer asilo, ser¨¢ posible suavizar, merced a ese gesto humanitario, las actitudes beligerantes de los pa¨ªses en guerra y sentar las bases para el restablecimiento del di¨¢logo.
Durante los ¨²ltimos a?os, no obstante, ha sido demasiado frecuente por parte de las administraciones la opini¨®n de que, ya que las organizaciones humanitarias se ocupan de las v¨ªctimas, se puede dejar que la situaci¨®n pol¨ªtica degenere. Esta actitud, que no deja de ser una ficci¨®n, es la causante de que organizaciones como el ACNUR tengan cada vez mayores dificultades para llevar a cabo su mandato internacional de protecci¨®n.
En esta situaci¨®n, las cuestiones humanitarias llevan camino de convertirse en parte integral de aquellas confrontaciones pol¨ªticas que las han generado. A la vista de lo cual resulta evidente que la actividad humanitaria debe separarse, a cualquier precio, de las negociaciones pol¨ªticas; los aut¨¦nticos intereses de los Gobiernos, tanto a corto como a largo plazo, deben fundamentarse en esta premisa.
Determinaci¨®n
No deber¨ªa deducirse, seg¨²n lo expuesto, que el ACNUR est¨¢ decepcionado; al contrario, una mejor comprensi¨®n de los procedimientos o actitudes descritos permite a los representantes del Alto Comisionado para los Refugiados mostrar una mayor determinaci¨®n para vencer los obst¨¢culos con que se encuentran cada d¨ªa. Pero estos mismos representantes observan, sin embargo, que nada s¨®lido ni duradero podr¨¢ hacerse en favor de los refugiados si los objetivos humanitarios que se persiguen no convergen temporalmente con los intereses pol¨ªticos de los Gobiernos. Esta coincidencia ser¨¢ tanto m¨¢s dif¨ªcil de lograr cuanto menos nos pongamos de acuerdo para buscar las causas que originan los flujos de refugiados. Y, como ya se ha se?alado, cada individuo tiene que ser consciente de ello y exigir a su Gobierno la b¨²squeda de soluciones, demostrando su inter¨¦s en compartir la carga del problema antes que pasar c¨®modamente la responsabilidad al vecino.
Durante los ¨²ltimos 20 a?os, el regreso de los refugiados a su pa¨ªs de origen era -y sigue siendo-, en la mayor¨ªa de los casos, la soluci¨®n natural. Es de esperar que los pa¨ªses industrializados concedan el estatuto de refugiado a una minor¨ªa de personas que, por causas obvias, no podr¨¢ regresar nunca a su pa¨ªs, y que asimismo acojan temporalmente a grupos especialmente vulnerables mientras no se solucione su retorno libremente consentido, con seguridad y dignidad. De estos pa¨ªses se espera tambi¨¦n que otorguen una importante ayuda financiera al ACNUR y a otros organismos para hacer posible que una gran mayor¨ªa de los refugiados pueda quedarse el tiempo necesario en los pa¨ªses de primer asilo, algo que desde hace muchos a?os vienen ofreciendo los pa¨ªses del Tercer Mundo a cerca de 12 millones de refugiados.
Me complace especialmente el hecho de que Espa?a haya confirmado su participaci¨®n en este empe?o. La confianza mutua indispensable para el ¨¦xito de la operaci¨®n s¨®lo podr¨¢ mantenerse si cada una de las partes se abstiene de adoptar medidas unilaterales mientras duren los esfuerzos encaminados a la b¨²squeda de soluciones duraderas.
es alto comisionado de la ONU para los refugiados.
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