'Romeo y Julieta', a la antigua usanza
El teatro de la Zarzuela ha cerrado su temporada de ¨®pera -una vez suspendida la multitudinaria Carmen anunciada- a la vieja usanza, es decir, con el canto por encima de cualquier otro aspecto. Un Romeo y Julieta salvado de su frecuente intrascendencia y soporicidad por obra y gracia del arte exquisito de un Alfredo Kraus bien replicado por Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez en medio de una producci¨®n esc¨¦nica tradicional y floja y tan s¨®lo discreta en lo orquestal.No es este Romeo y Julieta una obra de frecuente programaci¨®n no ya en la Zarzuela, donde se representaba por vez primera, sino en otros teatros. Razones las hay sobradas y s¨®lo se justifica cuando se cuenta con dos voces de lujo para las que Gounod compuso numerosos d¨²os, unos m¨¢s inspirados que otros, y sendas arias.
Romeo y Julieta
Gounod: Romeo y Julieta. Alfredo Kraus, Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Ruiz, Roberto Coviello, Carlos Chausson, Agostino Ferr¨ªn y otros. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director: Alain Guingal. Director de escena: Giuseppe de Tomas?. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 27 de junio.
Al resto de los personajes les entreg¨® partituras poco l¨²cidas porque incluso las respectivas escenas de Mercutio -esa balada de la reina Mab tan fallidamente paralela al becerro de oro del Fausto- o la canci¨®n de Stephan no revisten el menor atractivo.
Mazurcas, valses y otros ritmos se suceden a golpes de bombo y platillo, dejando alguno que otro bello momento libre de esa superficialidad como los d¨²os de soprano y tenor en donde puede encontrarse el m¨¢s puro lirismo franc¨¦s. Decididamente, no es la ¨®pera de Gounod una de las que con mayor ¨¦xito han abordado un drama de Shakespeare.
Ausencia de exquisiteces
Puestas as¨ª las cosas, en ausencia de exquisiteces y con personajes estereotipados, s¨®lo la adecuada interpretaci¨®n di las melod¨ªas compuestas para los dos amantes pueden salvar la obra. Esto sucedi¨® en la Zarzuela. Alfredo Kraus nos asombr¨® con una actuaci¨®n muy superior a sus ¨²ltimas actuaciones en Madrid, m¨¢xime cuando el personaje exige no poco esfuerzo vocal.Es simplemente milagroso que a sus 60 a?os conserve una forma vocal que le permite atacar y sostener cualquier agudo, el fiato intacto, la extensi¨®n y el volumen con el cuerpo ensanchado... Naturalmente que el timbre ha perdido brillo y la nasalidad se acrecienta, as¨ª como el esfuerzo se hace patente en alguna que otra dureza.
Pero todo ello tiene poca importancia porque lo m¨¢s admirable de todo es su clase en el decir. Hay en cada una de sus intervenciones una lecci¨®n de canto en su refinamiento, el sentido y la musicalidad que compensan la menor capacidad de comunicaci¨®n emocional frente a otros Romeos del pasado, como Bjorelingm o un Corelli, y permiten esta misma emoci¨®n por los senderos del ¨¦xtasis ante la perfecci¨®n. Sus cuatro frases a media voz al final del d¨²o del balc¨®n valieron toda la representaci¨®n.
Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez posee una voz de timbre mucho m¨¢s Heno que la mayor¨ªa de las sopranos ligeras, sin que por ello merme la facilidad de coloratura ni se enturbie un agudo que es generoso y brillante. En varios momentos record¨® a la Freni de los inicios, quiz¨¢ no s¨®lo por el color, sino tambi¨¦n por cierto amaneramiento ocasional en la utilizaci¨®n de pianos y filados. Voz y presencia ideales para una Julieta que se gan¨® merecidamente bravos tras su vals y ovaciones al final.
El resto del reparto cumpli¨® -tampoco se pretende m¨¢s en la obra-, aunque Carlos Chausson .interpretase un Capuleto m¨¢s buf¨®n que noble y Jos¨¦ Ruiz e preocupase demasiado por conseguir volumen en su Tybald.
La producci¨®n esc¨¦nica, proveniente de Parma, aportaba decorados y vestuarios correctos, aunque rondando una cursiler¨ªa que Giuseppe de Tomasi se encarg¨® de acrecentar con una puesta en escena de movin¨²entos caducos y a veces pretenciosos, para dejar otros sin resolver entre los que la inmovilidad del cuadro de la corte nupcial result¨® visiblemente inapropiada.
No hubo mayor acierto en la direcci¨®n musical de Alain Guingal, discreto en su rutina, pero con alg¨²n que otro desajuste entre orquesta y coro, al que por otro lado le falt¨® sutileza. Lo dicho, una representaci¨®n a la antigua que marc¨® el triunfo del canto de Alfredo Kraus en una temporada en que no ha tenido la competencia de otros primeros tenores.
Babelia
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