Fallece a los 94 a?os el m¨²sico Frederic Mompou
Frederic Mompou Dencausse, que falleci¨® ayer, a los 94 a?os de edad, naci¨® en Barcelona el 16 de abril de 1893, el mismo a?o en que Verdi escrib¨ªa Falstaff y pocos antes de que se estrenara Pell¨¦as et Melisande, de Debussy. La familia Mompou viv¨ªa entonces en el n¨²mero 2 de la calle de Vila Vil¨¢, delante mismo del cabar¨¦ m¨¢s esplendoroso de la Barcelona de siempre: el Molino. De origen franc¨¦s por parte de madre, catal¨¢n por parte de padre, la familia regentaba una fundici¨®n para la fabricaci¨®n de campanas donde, seg¨²n explicaba Mompou, pudo educar desde la primera infancia su o¨ªdo musical.Empez¨® sus estudios musicales en el Conservatorio del Liceo, con el maestro Pere Serra. Pero Mompou siempre reconoci¨® su incapacidad para ser un buen alumno y para asistir a las aburrid¨ªsimas clases de m¨²sica. Explicaba incluso que su familia lleg¨® a estar realmente preocupada por "este hijo tan bueno, pero tan holgaz¨¢n". Al entrar en la escuela de m¨²sica su prop¨®sito era el de llegar a ser un buen int¨¦rprete de piano y convertirse en concertista. El 4 de mayo de 1908 dio su primer recital en el Orfe¨® Barcelon¨¨s, consiguiendo que los expertos le pronosticaran un brillante porvenir en su incipiente carrera.
Mompou contaba que el peor momento de su vida fue "el del abandono de la infancia". Entrar en el mundo de los adultos le parec¨ªa la mayor de las crueldades, sobre todo porque supon¨ªa buscar el modo de ganarse la vida. ?l no quer¨ªa de ning¨²n modo utilizar la m¨²sica para un fin tan poco espiritual. Con una buena dosis de humor, trataba de encontrar un oficio absolutamente alejado del arte. Ser un vendedor ambulante de helados, "que me hubiera permitido obtener alg¨²n dinero y, al mismo tiempo, no interrumpir¨ªa mis pensamientos", era una de las ingeniosas ideas que tuvo, pero que nunca lleg¨® a materializarse.
En 1909 asisti¨® a un concierto ofrecido por Gabriel Faur¨¦ en la Sala Mozart de Barcelona, acontecimiento que habr¨ªa de cambiar profundamente sus planes y la direcci¨®n de sus intereses musicales. El compositor franc¨¦s, director en aquel entonces del Conservatorio de M¨²sica de Par¨ªs, interpret¨® obras suyas impresionando profundamente al joven int¨¦rprete catal¨¢n. De manera que durante la misma velada decidi¨® que, sin abandonar su carrera de instrumentista, iba a dedicarse a la composici¨®n. Dos a?os m¨¢s tarde viajar¨ªa a Par¨ªs con una carta de recomendaci¨®n firmada por Enric Granados.
En Par¨ªs estudi¨® piano con Isidore Phillipp y Ferdinand Motte-Lacroix, y armon¨ªa y composici¨®n con Marcel Samuel Rousseau. De este primer a?o en la capital francesa data su primera composici¨®n, Impressions ¨ªntimes. Su vida en un Par¨ªs lautreciano acontece, sin embargo, sin especiales atractivos mundanos.
El origen familiar favorec¨ªa su entrada en el mundo aristocr¨¢tico, pero la frivolidad de los grandes salones nunca lleg¨® a seducirle. Ahoraba su pa¨ªs, al que decid¨ª¨® volver en 1913.
En la Catalu?a del noucentisme cabe situar el primer per¨ªodo creativo de Mompou. En estos a?os conoce a Manuel Blancafort y empiezan las c¨¦lebres reuniones en l'Ermita, en las que ambos m¨²sicos procuran desmitificar el clima wagneriano dominante en la Catalu?a del momento, quit¨¢ndole trascendencia a la creaci¨®n art¨ªstica con el fin, quiz¨¢ no totalmente consciente, de acercarlo a la vida real.
Escenes d'infants (1915-1918), Pessebres (1914-1917), Suburbis (1916-1917) y Cants m¨¢gics (1917-1919) son obras que, como se?al¨® Manuel Valls, hablan de la realidad cotidiana que, "a trav¨¦s del prisma de la sensibilidad del artista, transmuta el hecho prosaico de la rutina ciudadana en la vibraci¨®n po¨¦tica que puede trascender de su contemplaci¨®n".
En 1921, Mompou decide volver a Par¨ªs, en donde permanecer¨¢ ya hasta 1941, una vez terminada la guerra civil y en el momento en que los alemanes invaden Francia. Charmes (1921), los seis primeros Preludis (1927-1930), las cuatro CanCons i dances, Souvenirs de l'Exposition (1937), y el comienzo de las Variacions sobre un tpina de Chopin (el Preludio en La Mayor, que s¨®lo terminar¨¢ en 1957) forman el reducido conjunto de su produci¨®n durante este per¨ªodo que casi todos los historiadores han calificado de crisis. "De m¨²sica, res" (De m¨²sica, nada), escrib¨ªa a Manuel Blancafort en 1932. La situaci¨®n creada por la I Guerra Mundial no era propicia y, sin duda alguna, la muerte de su padre y la enfermedad de su hermano tampoco fueron ajenas a este vac¨ªo. De vuelta a Barcelona, se instal¨® en el n¨²mero 2 de la calle de Duran i Bas.
En 1941 conoci¨® a la pianista Carmen Bravo, con la que mantuvo un largo noviazgo hasta que se casaron en 1957. Las relaciones no fueron f¨¢ciles para los dos m¨²sicos en aquellos a?os de posguerra. La familia Bravo no acababa de comprender que su hija se enamorara de un hombre mayor que ella y cuya situaci¨®n econ¨®mica, seg¨²n ellos, dejaba mucho que desear. La boda se cele-br¨® en la peque?a Iglesia rom¨¢nica de Montju?c y a escondidas de la Familia. Aprovecharon el "decorado" de una ceremonia similar que hab¨ªa de celebrarse poco despu¨¦s y, a pesar de la intimidad extrema, existen fotos del acontecimiento, debido a que el fot¨®grafo que esperaba para la siguiente boda se prest¨® a hac¨¦rselas amistosamente. El fot¨®grafo hizo adem¨¢s de padrino.
Sus compa?eros de generaci¨®n y los bi¨®grafos coinciden en se?alar un claro retraimiento de Mompou (un hombre que, por otra parte, afirmaba que le gustaba la soledad, pero "la que puede encontrarse en las grandes ciudades"). Este retraimiento coincide tambi¨¦n con lo que se ha dado en llamar su intento de "desmaterializaci¨®n de la m¨²sica", de conseguir la m¨¢xima simplificaci¨®n de la forma, en favor de la mayor exactitud de las palabras, de las notas utilizadas y en contra de todo lo accesorio. En este momento se siente impactado por "la m¨²sica callada y la soledad sonora", el verso de San Juan de la Cruz que habr¨¢ de inspirar y dar nombre a los cuatro cuadernos de la c¨¦lebre M¨²sica callada.
?M¨²sica nacional?
"Mi producci¨®n es catalana por el simple hecho de ser catalana y basta". "No es que mi m¨²sica sea catalana, sino que se trata de una m¨²sica vivida aqu¨ª, concebida aqu¨ª...", hab¨ªa afirmado Mompou en alguna ocasi¨®n. El compositor, aun reconociendo una probable influencia ejercida en su obra por la canci¨®n popular, siempre se defendi¨® ante la posibilidad de ser tildado de folcl¨®rico. Consideraba que no se encuentran temas populares en su m¨²sica y afirmaba categ¨®ricamente que "en Can?ons i danses 'armonic¨¦' un tema: popular, simplemente".
Ten¨ªa raz¨®n Josep Pla al afirmar en su Retrat de Passaport que la biograf¨ªa de Frederic Mompou est¨¢ desprovista de grandes o curiosos acontecimientos. No hay nada de particular en su vida, a no ser sus opiniones musicales "muy poco convencionales", seg¨²n aseguraba el escritor, a?adiendo que en cierta ocasi¨®n oy¨® cementarle: "Beethoven, aquel m¨²sico tan vulgar...". Al tiempo, Pla daba una definici¨®n muy exacta de su personalidad: "Estratega de la m¨²sica, de una lucidez admirable y de convicciones in-ternas inamovibles".
Sus ¨²ltimos a?os han transcurrido en su soleado piso del barcelon¨¦s paseo de Gr¨¤cia, sentado, como en su m¨¢s detectivesca juventud, ante el piano, buscando c¨®mo entrelazar notas e intentando recomenzar siempre con su piano de cuarto de cola. Recomenzar es la palabra que Frederic Mompou utilizaba para definir, si no su m¨²sica, s¨ª el esp¨ªritu que la determina: "Como hacen los pintores, que siempre recomienzan delante de un lienzo".
M¨²sico, compositor, instrumentista, Frederic Mompou no se: aviene a calificaciones. "Mi m¨²sica es la menos compuesta de todas", respond¨ªa en una ocasi¨®n. Lleg¨® incluso a afirmar que "la m¨²sica que hago no es m¨ªa, la recibo". Y Mompou, efectivamente, ha sido uno de los pocos elegidos para recibir.
La universidad de Barcelona, el Ayuntamiento de la ciudad y la Generalitat le concedieron sus m¨¢ximas distinciones. En 1978, Nueva York acogi¨® un concierto de homenaje en el que se estren¨® Canci¨®n y danza, compuesta expresamente para el acto.
Babelia
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