La paja en ojo ajeno
Cualquier ciudadano de Europa hubiese o¨ªdo hablar, de haber sintonizado una emisora aliada en los primeros a?os cuarenta, de una lista de alemanes -nazis y no nazis-, que rondaba los 40.000 nombres, candidatos a ser procesados como criminales de guerra al ser liberada Europa. A la hora de la verdad -mayo de 1945- tan s¨®lo se proces¨® a unos cientos y se ahorc¨® a tres docenas. Miles de nazis se salvaron -entre ellos Klaus Barbie- gracias a la ayuda del Counter Intelligence Corps (CIC), el contraespionaje norteamericano. Barbie seguir¨ªa residiendo en Alemania, al servicio del CIC, hasta la primavera de 1951.El 10 de abril de 1951, del vapor Corrientes desembarc¨® Barbie, con su familia, en Buenos Aires. Llevaban documentaci¨®n extendida por el Alto Mando Aliado en Alemania y la Cruz Roja Internacional. Hab¨ªan salido de Europa, v¨ªa Salzburgo-G¨¦nova, de la mano del padre Dragonovic, un religioso croata miembro de la Red Odessa, la cadena de conventos creada para la evasi¨®n de nazifascistas europeos, con itinerarios profusamente salpicados de establecimientos religiosos de Francia, Italia, Espa?a y Portugal.
En la campa?a 1939-1940, al Alto Estado Mayor franc¨¦s se le llamaba "el submarino sin periscopio", calificativo aplicable entonces a cualquier otro estado mayor aliado, militar o pol¨ªtico. As¨ª, cuando el 10 de mayo de 1940 Hitler dio la orden de invadir Holanda, B¨¦lgica y Francia, la ambientaci¨®n en Europa era insuperable: la inmensa mayor¨ªa de sus habitantes cre¨ªa que Alemania era invencible.
En los cuartos de banderas del Ej¨¦rcito franc¨¦s se o¨ªa gritar a menudo: "?Antes Hitler que Blum!". (Igual que las burgues¨ªas catalana y vasca: una gran parte de ellas se pas¨® la guerra civil implorando la victoria franquista, y el resto -la fracci¨®n republicana- tratando de pactar con Franco.) La gran desbandada -mayo-junio de 1940- por tierras de Francia, con la huida al extranjero de casi todos los l¨ªderes pol¨ªticos tenidos por dem¨®cratas, fue una clara premonici¨®n de lo que se avecinaba: la colaboraci¨®n sincera de los vencidos con los vencedores. La expansi¨®n por el Viejo Continente de cientos de Barbies iba a empezar.
Sin embargo, es innegable que sin la ayuda de muchos nativos -al igual que en Alemania al subir al poder los nacionalsocialistas- a la Gestapo no le hubiese sido nada f¨¢cil actuar con tanta eficiencia en los pa¨ªses ocupados. Robert Terres, el Padre, joven y destacado miembro del Segundo Bur¨® franc¨¦s entre 1940 y 1943, confiesa que al trasladarse al sur de Francia para reorganizar los servicios del contraespionaje no encontr¨® disponible a uno solo de sus colegas. Y cuando organiz¨® la cadena de evasi¨®n Pat O'Leary no encontr¨® m¨¢s que a un grupo de libertarios espa?oles dispuestos a jug¨¢rselo todo -otra vez- por la libertad.... La influencia del rojerio ib¨¦rico en Toulouse -tan s¨®lo comparable al de los vascos en Burdeos- ir¨ªa increment¨¢ndose hasta la liberaci¨®n de Francia, en agosto de 1944, pese a todos los Barbies habidos y por haber.
Exiliados republicanos
En los comienzos de la II Guerra Mundial (septiembre de 1939-junio de 1940), entre soldados, fortificadores y trabajadores en las industrias de guerra, los exiliados republicanos espa?oles sumaron casi 100.000 hombres. Como pago, al firmarse el armisticio franco-alem¨¢n Gunio 1940) miles de ellos ser¨ªan incorporados a unos destacamentos disciplinarios (GTE) que en muchos casos fueron la antesala de los campos de exterminio alemanes.
Inesperadamente -sobre todo para los teutones, que consideraban a los latinos como una subraza-, fue en esos destacamentos donde se forjar¨ªan los grupos de acci¨®n y sabotaje creados por militantes comunistas -crisol de las futuras guerrillas aut¨®nomas espa?olas-, tan temidos por las tropas de ocupaci¨®n alemanas.
A finales del verano de 1940, en Ly¨®n se organizaba el movimiento clandestino El Insurrecto, cuyos animadores espa?oles eran militantes del Partido Obrero de Unificaci¨®n Marxista (POUM). Una de sus dirigentes, M. L. Feug¨¨re, escribi¨®: "Un grupo de espa?oles tom¨® contacto con nosotros. Se dedicaban a pasar al extranjero el correo ingl¨¦s, nuestra valija secreta, cuyo fabricante era Balduini (ex interbrigadista). El equipo lo dirig¨ªa Rovira, ex jefe de la columna Lenin del POUM, que viv¨ªa en Ly¨®n. El servicio era peri¨®dico y numerosos camaradas espa?oles cayeron v¨ªctimas del deber".
Klaus Barbie lleg¨® a Ly¨®n a principios de noviembre de 1942 (cuando las tropas alemanas invadieron la zona libre de Francia, al desembarcar los aliados en ?frica del Norte), al ser nombrado jefe del Komando SIPO-SD (Secci¨®n IV).
Ser¨ªa ocioso enumerar las fechor¨ªas de la citada Secci¨®n IV, puesto que tales acciones proliferaron tanto en Europa como en la URSS. En Francia colaboraban en las tareas profil¨¢cticas (de lo que se trataba en verdad era de erradicar para siempre el virus revolucionario del Viejo Continente) las polic¨ªas francesas -oficial y paraoficial- con su habitual profesionalidad. Tan s¨®lo en la regi¨®n parisiense actuaban unos 25.000 agentes franceses al servicio de la Gestapo.
La Secci¨®n IV, al llegar a Ly¨®n, ven¨ªa con una misi¨®n concreta: desmantelar las redes de evasi¨®n Combat y El Insurrecto y el Ej¨¦rcito Secreto, formado por militares profesionales de estricta obediencia al general De Gaulle.
El c¨²mulo de informaci¨®n recogida y difundida hasta hoy permite afirmar que la detenci¨®n de Jean Moulin -jefe del Consejo Nacional de la Resistencia y gran amigo de la Espa?a republicana durante la guerra civil- y de sus compa?eros, el 21 de julio de 1943, en Caluire, cerca de Ly¨®n, fue provocada por una delaci¨®n.
Por otra parte, en demasiados casos las imprudencias coadyuvaron a los tr¨¢gicos tropiezos de la Resistencia francesa. Por ejemplo, el general Delestraint -nada menos que el jefe supremo del Ej¨¦rcito Secreto- fue detenido, reconocido y ejecutado por una serie de reiterados e incomprensibles errores suyos.
En la regi¨®n de Toulouse (en la zona de Carcassonne hab¨ªa tres GTE: el 105, el 318 y el 422) la primera gran redada, cuyos or¨ªgenes se situaban en Ly¨®n, se produjo el 20 de enero de 1944, cerr¨¢ndose as¨ª un per¨ªodo de febril actuaci¨®n clandestina de casi dos a?os sin el menor contratiempo.
Por aquel entonces, el equivalente en Toulouse del abyecto Barbie de Ly¨®n era un franc¨¦s: un polic¨ªa profesional, el intendente Marty, de triste memoria. As¨ª, cuando la Gestapo destac¨® una de sus secciones especiales a la zona CarcassonneNarbonne-Perpi?¨¢n, Marty puso la Octava Brigada de la Polic¨ªa de Seguridad a disposici¨®n de los alemanes. Catorce antifascistas espa?oles, tras sufrir los interrogatorios de la Gestapo en Carcassonne y Montpellier, ir¨ªan a parar a los campos de exterminio de Alemania y Austria.
Represores argentinos
Alarma sobremanera que en Espa?a despierten tanto inter¨¦s casos como el de los militares represores argentinos y el de Barbie. Se nos antojan como los ¨¢rboles que nos impiden ver el bosque. Porque Hitler, Mussolini, Salazar y Franco, entre otros, subieron al poder aupados por intereses de ra¨ªz com¨²n: los de la sociedad capitalista. Y ¨¦sta, para explotar en sus f¨¢bricas, rodeadas de campos de concentraci¨®n, a los esclavos del siglo XX necesitaba a toda suerte de Barbies en sus respectivos territorios. Para difundir terror a mansalva, como entrada en materia.
De nuestros Barbies doy nombres propios y hablo de algunas de sus fechor¨ªas en dos de mis libros. Y conste que lo revelado es tan s¨®lo una muy menguada punta del iceberg. Por ello considero que, de no extirpar radicalmente y a tiempo la simiente nazi-fascista, es extremamente peligroso entretenerse en andar se?alando de tarde en tarde las pajas en ojos ajenos.
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