Un pu?ado de poemas cantados

Cuando en 1933 el teatro romano de M¨¦rida se recuper¨® para el p¨²blico asist¨ª emocionado a la inauguraci¨®n, en la que actuaba Margarita Xirg¨² y se cont¨® con la presencia de Miguel de Unamuno.El viernes volv¨ª a la misma ciudad, al mismo teatro, y me encontr¨¦ de nuevo con la emoci¨®n, con el hecho extraordinario e inolvidable del recital de la actriz griega Irene Papas.

Desde el primer instante y hasta el ¨²ltimo, la noche estuvo llena de mucha actriz. Nadie que no tuviera un gran talento interpretativo se hubiera podido enfrentar con un pu?ado de poemas cantados a ese teatro en el que la magnificencia de sus columnas lo llena todo.

Irene Papas logr¨® sostener al p¨²blico, sobrecogerlo, llenarlo de alegr¨ªa. La movilidad que la actriz ofreci¨® a la noche se vio favorecida por ese castellano que habla, lleno de simpat¨ªa, f¨¢cil de seguir, que ayud¨® a hacer del recital una actuaci¨®n din¨¢mica, movida, sorprendiendo casi siempre al p¨²blico como si se tratara de una representaci¨®n de comedia del arte.

La noche tuvo para m¨ª una doble emoci¨®n al sentir en tierras romanas extreme?as los nombres de esos grandes poetas, algunos tan amigos m¨ªos como Ritsos o el compositor musical Theodorakis.

Esta gran actriz logr¨® con todas sus dotes un recitado de inmensa calidad, pero esa manera suya de hacerlo tan clara, tan precisa, tan llena de dolor y gozo, convirti¨® el recital de algo no f¨¢cil en un espect¨¢culo popular que la gente sigui¨® paso a paso.

Ella es una gran actriz y nunca necesitar¨¢ de estrellatos o divismos a las maneras hollywoodianas, y a m¨ª, que nunca la hab¨ªa visto actuar, me sostuvo exactamente igual que al espectador m¨¢s ingenuo y sorprendido.