Sonidos en negro
Descalza, de riguroso negro, sujetando una peque?a vela que apenas iluminaba su rostro, caminando pausadamente por la escena y dejando escapar de su garganta un desgarrado canto procesional de viernes santo griego, la actriz Irene Papas apareci¨® por primera vez en Espa?a sobre un escenario. Fueron unos primeros minutos sobrecogedores con los que se inauguraba la 33? edici¨®n del Festival de Teatro de M¨¦rida.Durante hora y media la actriz griega recorri¨® poetas y m¨²sicos de su pa¨ªs, uno de los cuales, el compositor Mimis Plessas, pilar de la m¨²sica griega contempor¨¢nea, la acompa?¨® toda la noche al piano con una compenetraci¨®n inusual en este tipo de espect¨¢culos.
No fue un recital de elite para las elites. Ni los textos ni la forma de ofrecerlos se alejaron de lo popular. La Papas se dirig¨ªa al p¨²blico como a unos amigos en un patio de vecinos a los que quisiera ofrecer su mejor regalo, lleno de rigor. El espectador que se acercaba hasta el teatro romano de M¨¦rida para ver a una diva termin¨® sorprendido charlando con ella.
Poetas como Arist¨®fanes, Ritsos, Seferis, Karyotakis, Levaditis, Kampanel¨ªs, Elytis, voces de trovadores an¨®nimos griegos o canciones populares de la guerra civil espa?ola fueron elegidos por Irene Papas para hablar del dolor, de la muerte, del amor, del desgarro, de los campos de concentraci¨®n, de la clandestinidad, de la soledad, de la tierra.
La noche era calurosa y la gente segu¨ªa ensimismada el recital. Los abanicos del p¨²blico se congelaron: Irene Papas dej¨® salir toda la actriz que lleva dentro y ofreci¨® en castellano un fragmento del mon¨®logo de H¨¦cuba de Las troyanas, de Eur¨ªpides.
En la segunda parte del espect¨¢culo, cuando el p¨²blico ya era c¨®mplice, Irene Papas comenz¨® a quejarse de un o¨ªdo y confes¨® que su "oreja derecha" estaba totalmente tapada, por lo que ten¨ªa "una mitad en el avi¨®n y otra mitad en M¨¦rida" y comunicaba su miedo a no dar de s¨ª todo lo que quer¨ªa. No fueron aceptadas las excusas ya que el p¨²blico la ovacion¨® para demostrar que all¨ª no s¨®lo no se hab¨ªa notado nada, sino que reconoc¨ªan estar ante un monstruo esc¨¦nico.
Babelia
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