La corrida como excusa
JOAQUIN VIDAL, ENVIADO ESPECIAL La corrida de ayer en Pamplo na no sirvi¨® para nada, si no es como excusa para merendar. Bueno, en realidad no es que sirvan de mucho las corridas Por ejemplo, no sirven para hacer puentes, ni para mejorar la campa?a del l¨²pulo, ni para resolver el conflicto irano-iraqu¨ª Pero tienen valores espec¨ªficos que, administrados sabiamente, dentro de un orden, promueven la m¨¢s sustanciosa evoluci¨®n de otros y divierten al personal.
Para esto ¨²ltimo sirven las corridas de toros, entre otras sutiles cosas; pero no la de ayer. La de ayer era un sinapismo aplicado a la sufrida afici¨®n, si es que hab¨ªa afici¨®n en la plaza (y sufrida), lo cual se duda. La plaza, seg¨²n es tradici¨®n en Pamplona, estaba llena por su mitad de pe?as de mozos, por su otra mitad de los familiares de los mozos, algunos turistas, forasteros de todas partes con mayor¨ªa de catalanes, y navarros de los alrededores, que, en puridad, no se deben incluir en una relaci¨®n de for¨¢neos, pues son de casa.
Arauz / Robles, Espl¨¢, Mendes
Toros de Arauz de Robles, flojos. Julio Robles: dos pinchazos, estocada corta atravesada muy baja (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos bajos y estocada corta ca¨ªda (silencio). Luis Francisco Espl¨¢: pinchazo, media ca¨ªda y tres descabellos (silencio); dos pinchazos bajos, otro hondo bajo y descabello (silencio). V¨ªctor Mendes: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo delantero y media (aplausos). Plaza de Pamplona, 7 de julio. 21 corrida de feria.
A unos y a otros la corrida les sirvi¨® para cantar y para merendar. Ya que est¨¢bamos all¨ª, juntos -que no revueltos- proced¨ªa entonar el Mama In¨¦s, el Que se vayan, y tonadillas m¨¢s o menos revolucionarias. Seg¨²n preferencias, ideolog¨ªas y capacidades, hab¨ªa quien cantaba y quien no cantaba. Ahora bien, a la merienda, nos apuntamos todos.
Mientras Julio Robles le porfiaba al pelmazo cuarto, mientras Espl¨¢ hac¨ªa que toreaba al debilucho quinto, ajoarrieros, magras con tomate, bonito del Cant¨¢brico y entre panes enternec¨ªan paladares. Villanueva trajo bocadillos de jam¨®n serrano con pimientos del piquillo; Elu, de tortillas al gusto. Convidaron, y en mascar y deglutir, venga la sangr¨ªa y el champ¨¢n para pasarlo (y pasarlo bien) se entreten¨ªa la tarde apelmazada de toros inv¨¢lidos y toreros sin arte.
Julio Robles a¨²n le sac¨® tandas muy toreras al primero, dej¨¢ndose ver,, cargando la suerte, adormeciendo el muletazo. Lo dem¨¢s fue pegapasismo de la peor especie; burrer¨ªa bovina escapada -del muladar. Espl¨¢ flore¨® ayudados, cambios de mano, molinetes y afarolados en el pr¨®logo de su primera faena, y estuvo bonito. No hubo m¨¢s, pues el resto de su toreo constituy¨® pegapasismo ratonero. Mendes tuvo un torillo debilucho y acobardado, que se peg¨® a tablas y se tumb¨® all¨ª dos veces. Al sexto, poquito m¨¢s manejable, le sac¨® algunas series de redondos con la suerte descargada.
Los picadores no picaban: levantaban la vara nada m¨¢s clavarla, por si se les mor¨ªa el Arauz. A pesar de todo, los mozos les tiraron mendrugos, fruta y hielo, que rebotaban en la cabalgadura o en el castore?o -que para eso lo llevan-. Espl¨¢ banderille¨® con alegre correr, admirable conocimiento de terrenos y querencias, astuto clavar fuera de cacho; Mendes, sin tanto espect¨¢culo pero reuniendo en la cara. Durante esos tercios se produjo la ¨²nica diversi¨®n de la corrida. En el tendido, en cambio, cantar y comer -ya se ha dicho hac¨ªan fiesta. Pero -dec¨ªa uno de Fitero- la merienda, la sangr¨ªa y el champ¨¢n, las charangas, el ruido, las ganas de comer y cantar y hacerle cucamonas a la vecina del pa?uelico rojo, nos lo llevamos a un prado, y sale m¨¢s barato. Ten¨ªa raz¨®n. Y no habr¨ªa sido necesario, en el prado, soportar toreros sin imaginaci¨®n, torillos mustios escapados del muladar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.