Versatilidad literaria
Gerardo Diego confiesa, sin necesidad de que lectores o cr¨ªticos se lo reprochen, su versatilidad en cuestiones literarias: gusta del clasicismo y de la vanguardia de su tiempo, del silencio del campo y de la ensordecedora ciudad, de la ret¨®rica cl¨¢sica y de la destrucci¨®n de esa ret¨®rica para conseguir otra nueva, diferente, tanto de la poes¨ªa como de la m¨²sica; aquella m¨²sica que interpretaba al piano, y soy testigo, con una delicada y pulcra emoci¨®n y maestr¨ªa.Aunque su poes¨ªa siempre ha vacilado entre la realidad del mundo que le rodeaba, es decir, una poes¨ªa casi paisaj¨ªstica (recu¨¦rdese El Cipr¨¦s de Silos) y una tendencia hacia la creaci¨®n po¨¦tica, aut¨®noma; de la poes¨ªa de la palabra, del juego de las palabras, yo me quedo, sin dudarlo, con esta su segunda faceta.
La vinculaci¨®n de Diego al ultra¨ªsmo y al creacionismo, junto a Juan Larrea y Vicente Huidobro, ha producido un despego de su poes¨ªa separ¨¢ndola de la ¨®rbita juanramoniana, que ofrece un notable inter¨¦s novedoso en nuestra literatura contempor¨¢nea. Im¨¢genes como "La guitarra es un pozo / con viento en vez de agua" o "El mantel / gir¨®n de cielo" se emparentan no s¨®lo con los poetas arriba citados y con la escuela ultra¨ªsta del pa¨ªs vecino, sino tambi¨¦n con los mejores momentos de Lorca y de Alberti.
Tradici¨®n y norma
La ruptura de una norma o de una tradici¨®n s¨®lo puede hacerse cuando se conocen tradici¨®n y norma. Todos los temas posibles de una novela o de un poema han sido ya escritos. Lo que diferencia a un artista de un simple escribidor es el modo de decir o de escribir esos temas.
Pongamos, por ejemplo, un fragmento de la F¨¢bula de Equis y Zeda. F¨ªjese el lector en esos versos que siguen: "Y resumiendo el amador lo dicho / recogi¨® los suspiros redondeles / y abandonado al humo del capricho / se dej¨® resbalar por dos rieles. Una sesi¨®n de circo se iniciaba en la constelaci¨®n decimoctava".
Merece la pena releer todo elfragmento final de este poema: ella, la amada, "Llevaba por vestido combo / un proyecto de arc¨¢ngel en relieve", y ¨¦l, su gal¨¢n, "Iba ladr¨¢ndole el aviso / de plumas blancas casi gaviotas", y ¨¦l intenta enamorarla llam¨¢ndola "La m¨¢s genuina en tinta verde impresa", prometi¨¦ndole que "para perseguir tu fuga en chasis / yo te dar¨¦ un desierto y un oasis", am¨¦n de explicitarle que suyo es el "fruto de dos suaves nalgas /que al abrirse dan paso a una moneda", y otros ditirambos de inustial y preciosista barroquismo apr¨¨s la lettre que nada tienen que envidiar a ciertas im¨¢genes del Polifemo gongorino.
De m¨¢s est¨¢ despu¨¦s de lo que escrito queda que quiera a¨²n remarcar mis preferencias sobre la poes¨ªa del profesor y ant¨®logo que cuentan que acaba de dejar ese mundo.
Porque el poeta, el artista, ¨¦se no ha muerto. Quiz¨¢ comience ahora su personal camino, al margen de la contemporaneidad de muchos cr¨ªticos y lectores que intentan reducir a esquemas y a clasificaciones la obra de un artista.
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