250 mujeres denunciaron haber sido violadas el pasado a?o
El turno de atenci¨®n en comisar¨ªas para mujeres maltratadas funciona desde hace poco m¨¢s de un a?o y lo componen cuatro mujeres polic¨ªas. Son licenciadas en derecho, y su misi¨®n consiste en interrogar a las v¨ªctimas de violaciones, malos tratos y abusos deshonestos. Por las comisar¨ªas han pasado ni?as de 10 a?os y mujeres de 80 que fueron objeto de delitos sexuales. En 1986,250 mujeres denunciaron haber sido violadas en Madrid. La cifra real, sin embargo, es mucho m¨¢s alta, pero algunas mujeres tienen miedo a denunciarlo.
El violador de la Vespino, el expresidiario y el tatuado son tres delincuentes cuya captura todav¨ªa est¨¢ pendiente. Las v¨ªctimas los describen como hombres j¨®venes y de aspecto normal. No son monstruos f¨ªsicos cuya presencia espante. Utilizan destornilladores o armas blancas para coaccionar a las v¨ªctimas. Pertenecen a todas las clases sociales, aunque se dan m¨¢s casos de bajo nivel cultural, y han estado sometidos a una falta de afectividad en el seno familiar. El de la Vespino act¨²a en la zona de Chamart¨ªn, Moratalaz y Ventas, y se le conoce con ese nombre porque utiliza un veh¨ªculo de esas caracter¨ªsticas para escapar. El expresidiario siempre le dice a su v¨ªctima que acaba de salir de la c¨¢rcel y que necesita una mujer, y el tatuado lleva, entre otros tatuajes, un dibujo en un muslo que representa un pueblo con sus casitas.Lo cuenta Carmen Santamar¨ªa, una de las polic¨ªas que forma parte del servicio de asistencia a mujeres.
Partes de lesiones
Santamar¨ªa tiene 36 a?os, est¨¢ separada y tiene tres hijos. Es morena, est¨¢ delgada y viste con elegancia. Antes de enfrentarse a los delitos sexuales trabajaba en Valencia, y se ocupaba de estafas y falsificaciones. Ahora recorre las comisar¨ªas de Madrid y la periferia para interrogar a las mujeres que denuncian agresiones sexuales. Ellas inician las diligencias y ponen en contacto a las v¨ªctimas con las asociaciones y organismos que llevan un seguimiento de este tipo de delitos. La investigaci¨®n posterior la realizan los funcionarios de la comisar¨ªa o los polic¨ªas del grupo de homicidios.
"La violaci¨®n es un delito dif¨ªcil de probar", dice Santamar¨ªa. "El C¨®digo Penal, en este sentido, no ayuda lo m¨¢s m¨ªnimo. S¨®lo se considera violaci¨®n cuando hay penetraci¨®n vaginal, y en este caso la pena est¨¢ equiparada con el mismo castigo que un homicidio. Si la penetraci¨®n es anal o bucal no se considera violaci¨®n, y los abusos deshonestos est¨¢n calificados como un delito de prisi¨®n menor".
En m¨¢s de una ocasi¨®n, tras hablar con la v¨ªctima y ver el parte m¨¦dico, ha tenido que volver al equipo quir¨²rgico para que se reflejen las magulladuras, los ara?azos y los mordiscos que presentan las v¨ªctimas. La ropa de las denunciantes se analiza en el gabinete de identificaci¨®n en busca de restos de semen, pelos o sangre. Muchas mujeres, sin embargo, no denuncian las agresiones sexuales. "Prefieren callarse por miedo a que acaben inculp¨¢ndolas a ellas", asegura Santamar¨ªa. "En muchos casos, la actitud de la propia familia o del entorno es de acusaci¨®n contra la mujer: que si llevan una falda corta, que si salen por la noche, que van provocando.... Cualquier cosa es v¨¢lida para una sociedad machista que considera normal el sometin¨²ento de la mujer".
En un a?o, las funcionarias han tomado declaraci¨®n a personas de edades comprendidas entre los 10 y los 80 a?os que hab¨ªan sido violadas. Han visto c¨®mo la madre de unas menores permit¨ªa que su marido abusara de las peque?as -este suceso se produjo en el barrio madrile?o de Vallecas, y la esposa defendi¨® p¨²blicamente al marido argumentando que era bueno para ellas que fuera su propio padre la persona que las iniciaba sexualmente-; han atendido a una mujer a la que su marido hab¨ªa apu?alado y que no se atrev¨ªa a denunciar el hecho hasta que sus hijas la obligaron a ir a la comisar¨ªa, y han tenido que interrogar a una ni?a de 10 a?os de la que hab¨ªan abusado sexualmente dos hombres.
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