Osos pardos
Leo este iluminador p¨¢rrafo en una colunma de Juli¨¢n Lago "Felipe quiso resolver los problemas de la econom¨ªa elevando a doctrina la teor¨ªa de Boyer". Me parece especialmente sutil la diferencia entre teor¨ªa y doctrina. Pero, aparte la agudeza del columnista, lo que nos tiene en un grito es que Boyer ha vuelto a dar el boyerazo. En Santander, como todos los a?os. "Santander / t¨² eres novia del mar / las estrellas se van / para luego volver / a su cielo a brillar" (como Boyer), cantaba Jorge Sep¨²lveda, a quien abrac¨¦ en La Latina, en una de las ¨²ltimas actuaciones de su vida sentimental (una vida de bolero), repescado por Sara Montiel, la grande Anto?¨ªsima, cuya modista me ha saludado la otra tarde en pleno paseo campestre (por el campo se encuentra uno muchas modistas).La Magdalena, que fue el castillo de nuestra her¨¢ldica adolescente (magisterio de Yndur¨¢in y Ra¨²l Morodo), es hoy el b¨²nker veraniego de Miguel Boyer, desde donde coloca al personal y al Gobierno sus prem¨¢ticas econ¨®micas, neocapitalistas y librecambistas. Este a?o ha vuelto a hacerlo. Uno no dice que Boyer no tenga raz¨®n, la raz¨®n del boyero, que es el que conduce a los bueyes, pero, si la tiene, vamos a apuntarnos todos a Boyer para iniciar, a la inversa de lo que se ha hecho, la larga marcha desde la socialdemocracia al socialismo. Lo que pasa con los socialistas, despu¨¦s de las ¨²ltimas trielecciones, es lo que pasa con los osos pardos en la cornisa cant¨¢brica: que quedan 80. El peligro de extinci¨®n de este hermoso y legendario animal es inminente, y dentro de poco ser¨¢ arqueolog¨ªa/antropolog¨ªa, como el hom¨ªnido de Grossetto o el socialista de los a?os 70. Se quejan los jefes de la baja afiliaci¨®n, en contraste con la alta votaci¨®n. F¨¢cil. El ciudadano es un oso pardo que, llegado el momento, suele votar lo que le da la gana (y la gana suele ser PSOE), pero que luego va a su aire libre y no gasta m¨¢s carnet que el de conducir. Habr¨ªa que hablar ahora de Boyer y los profetas del travestismo, que quieren que esto sea un socialismo capitalista, o un capitalismo que se beneficia del prestigio "socializante". Juegan al equ¨ªvoco. El equ¨ªvoco, que a veces se elige como v¨ªa moderadora, s¨®lo conduce al exceso, y he ah¨ª a Marcelino Camacho acusando a Cuevas de haber propuesto la creaci¨®n de un "sindicato de pistoleros" para combatir el terrorismo. As¨ª se fund¨® Carnaby Street, me parece que se llamaba el libro de Leopoldo Mar¨ªa Panero, nuestro gran maudit oficial. As¨ª se fund¨® Chicago, tendr¨ªa que llamarse un libro que escribiera, por ejemplo, el citado Juli¨¢n Lago. O sea, repartiendo armas a los particulares para matar parias y piernas. Tras el poder del dinero, los empresarios parece que quieren el poder del poder: las armas. ?Y para esto ha ganado una guerra la democracia, como dir¨ªa Octavio Paz, a quien maestro Aranguren califica de "inefable" o algo as¨ª? Los osos pardos de la cornisa c¨¢ntabra nos observan con rubor y, familiarizados como est¨¢n con nuestra historia, repiten la frase de don Pedro Mourlane-Michelena, aquel d'Ors de vaso de agua: "Qu¨¦ pa¨ªs, Miquelarena".
Uno se pregunta qu¨¦ especie se extinguir¨¢ antes: ?los osos pardos o los militantes de carnet?
La f¨®rmula de salvaci¨®n para los psoe/socialistas (salvaci¨®n que vivamente deseamos), ser¨ªa sencilla (aparte dejar en paz a Pilar Mir¨®):
Hacer socialismo.
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