Monstruos eternos
Cuarenta a?os de la m¨¢s pura e intensa historia del saxo tenor en el jazz, lo que casi equivale a decir el jazz mismo, nos contemplaban desde la sonrisa de Dexter Gordon, cuando sali¨® a saludar por en¨¦sima vez, despu¨¦s de diez minutos de ovaciones de gala.
Pero antes hab¨ªa estado Stan Getz, con casi tantos a?os de carretera y de escenario como Gordon sobre su saxo tenor, y la ovaci¨®n tambi¨¦n hab¨ªa sido de gala.
Las palabras que utiliz¨® Bobby Hutcherson para presentar a Dexter fueron, en este aspecto, totalmente exactas y podr¨ªan tambi¨¦n haberse aplicado a Stan: "El hombre que ha influido en la mayor¨ªa de los m¨²sicos y oyentes de jazz de la actualidad".
Fue la gran noche de los saxofones en un gran festival de saxofones.
Dexter Gordon y Stan Getz
Stan Getz Quartet. Dexter Gordon con The Round Midnight Band. San Sebasti¨¢n, Palacio de Deportes, 25 de julio.
Romper el fuego
El Jazzaldia donostiarra de este a?o podr¨¢ recodarse por muchas y muy interesantes cosas, una de ellas por sus saxofonistas. A lo largo del festival han desfilado varias promociones de int¨¦rpretes de este entra?able instrumento met¨¢lico (Dexter Gordon, Stan Getz, Branford Marsalis, Hank Crawford, Richie Col, Joseph Jarman, Roscoe Mitchell y Ornette Coleman), un abanico ilustrativo y casi docente.Stan Getz rompi¨® el fuego con 45 minutos de retraso. Ya desde buen principio sorprendi¨® no s¨®lo el extraordinario sonido del l¨ªder sino el compacto sonido del grupo. Stan Getz se trajo este a?o a San Sebasti¨¢n el mejor, sin lugar a dudas, de todos los grupos que le han acompa?ado en los ¨²ltimos a?os. Se trata de un tr¨ªo r¨ªtmico que por s¨ª solo podr¨ªa haber ofrecido un concierto de campanillas: un espl¨¦ndido Kenny Barron en el piano, un seguro Rufus Reid en el contrabajo y un delicado V¨ªctor Lewis en la bater¨ªa.
Getz contin¨²a en posesi¨®n de ese sonido puro y transparente que le proyect¨® a la fama en la ¨¦poca de los brothers, parece que para ¨¦l no pase el tiempo y si pasa es para a?adirle profundidad. Un Body and soul de los que ponen la piel de gallina dej¨® bien patente que Getz sigue siendo el maestro en el arte de juguetear con las notas m¨¢s c¨¢lidas. Tampoco faltaron las bossa novas, a nadie se le ocurre imaginar un concierto de Stan Getz sin La chica de Ipanema y cuando al fin son¨® parec¨ªa una melod¨ªa totalmente nueva, posibilidad m¨¢gica de transformaci¨®n que s¨®lo les est¨¢ permitida a los m¨¢s grandes.
El p¨²blico (unas 7.000 personas) estaba todav¨ªa con la boca abierta cuando apareci¨® la Round Midnight Band sobre el escenario, otro grupo que no necesitar¨ªa de un l¨ªder como Dexter para llenar todo un concierto. Bobby Hutcherson, Cedar Walton, Pierre Michelot y Billy Higgins son m¨¢s que unos simples acompa?antes y ya tienen su huequecito en la historia del jazz junto a Dexter y Stan; los dos temas interpretados en solitario fueron mucho m¨¢s que una simple muestra.
El clamor
La salida de Dexter fue un clamor y cuando pronunci¨® sus primeras palabras en el macarr¨®nico espa?ol al que nos tiene acostumbrados (ya saben, su eterno y repetido: "Yo soy Desiderio, nunca triste siempre serio") el p¨²blico ya estaba rendido ante su carism¨¢tica presencia. Y sonaron las primeras notas de Round about midnight y el clamor se convirti¨® en admiraci¨®n. Dexter sopla con la misma sensibilidad de antes, su alejamiento de los escenarios s¨®lo parece haberle afectado en una ligera disminuci¨®n de la capacidad pulmonar pero sus dedos siguen ¨¢giles y su ideaci¨®n l¨²cida y deslumbrante.Cuatro temas le sobraron para llenar los 70 minutos que permaneci¨® en escena; cuatro temas interpretados con el ardor de un jovencito inquieto: dos de ellos de Monk, el menc¨ªonado y Rhythm-a-ning, una composici¨®n original Society red, y un escalofriante Polka dots and moonbeams, de los que derriten un iceberg.
Dexter no es un espectro del pasado, es un saxofonista vivo, del presente, que mira hacia el futuro sin olvidar sus or¨ªgenes y que, a poco que nos descuidemos, nos va a dar, todav¨ªa, alguna sorpresa.
Babelia
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