Leyes antitaurinas
Me consta que para algunos resulta desconcertante el que personas de ideas progresistas y de izquierdas, camaradas de partido incluso, defiendan pr¨¢cticas rituales y festivas que suelen recibir el calificativo, de base reaccionaria, etnoc¨¦ntrica y racista, de salvajes.En el plano de la teor¨ªa marxista es perfectamente pertinente el apoyo a este tipo de actuaciones de la cultura popular, habitualmente despreciadas desde la cultura dominante, sobre todo por cuanto tienen de indigerible para la domesticaci¨®n capitalista del folclor.
Pero lo peor es que estas personas que se sorprenden por una defensa de izquierdas de fiestas como la de los toros lo que hacen es no s¨®lo mostrar bastante precipitaci¨®n a la hora de juzgar, al hacerlo con criterios t¨®picos y poco razonados, sino tambi¨¦n aceptar un gran malentendido relativo a qui¨¦nes y por qu¨¦ motivos han perseguido e intentado prohibir este tipo de fiestas.
Por ejemplo, ?c¨®mo explican el que estos fardosos parlamentarios brit¨¢nicos tan preocupados
por nuestra moralidad con respecto a los animales pertenezcan siempre al grupo conservador del Parlamento Europeo? Una respuesta l¨®gica s¨®lo podr¨ªa resultar accesible a trav¨¦s del conocimiento de que han sido siempre Gobiernos de derechas los que han ensayado la represi¨®n legal y policiaca contra los rituales cruentos espa?oles. Las leyes antitaurinas recientes son obra de Maura, de De la Cierva o de Primo de Rivera. Y en cuanto a Franco, cuya relaci¨®n con las corridas fue de simple pirater¨ªa cultural, no hay que olvidar que en su famosa disposici¨®n 3/1963 hizo por prohibir muchos de los festejos que algunos dem¨®cratas considerar poco europeos, exactamente por las mismas razones.
En cuanto a las leyes zooproteccionistas se deber¨ªa saber que nacen con la concepci¨®n del moderno estado burgu¨¦s, monopolzador de la violencia (la primera de estas leyes es la francesa de 1802). La intensidad y celo de estas leyes estar¨¢, desde entonces, acorde con el poder desplegado por el Estado en ese sentido. No hay que olvidar la legislaci¨®n nazi sobre protecci¨®n de la naturaleza y los animales, por los que, por cierto, Hitler siempre sinti¨® un gran cari?o.- Mar¨ªa Elena Valero i Maci¨¤.
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