El infierno que vino del cielo
"No sabemos, nadie puede saber cu¨¢ntos cuerpos hay", declaraba en la noche del jueves un enfermero horrorizado por la amplitud del desastre. Los equipos de rescate no sab¨ªan por d¨®nde empezar su trabajo, entre las chapas torcidas de los coches, los restos del fuselaje del avi¨®n y los ¨¢rboles calcinados en un radio de 100 metros. Era imposible identificar los cad¨¢veres, imposible distinguir una mujer de un hombre, un adulto de un ni?o, entre estos restos calcinados que los socorristas envolv¨ªan en bolsas de pl¨¢stico.Muchos de los que se salvaron del impacto directo con la bola de fuego en que se hab¨ªa convertido el avi¨®n fueron alcanzados por las llamas que surg¨ªan por doquier del combustible inflamado.
"No puedo creer lo que he visto", cont¨® un testigo. "El aparato llegaba, a muy baja altitud y choc¨® con una torre de alta tensi¨®n. Hubo un gran rel¨¢mpago. El avi¨®n vir¨® hacia la izquierda de la autopista, arrancando e incendiando ¨¢rboles. Luego se enderez¨®, se desliz¨® sobre la calzada, y finalmente explot¨® en el arc¨¦n".
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