La objetividad ausente
Pretender ser del todo objetivos en la valoraci¨®n cualitativa de las operas que propone a presente edici¨®n del festival bayreuthiano, cuando se asiste por primera vez a un acontecimiento de estas dimensiones, ser¨ªa una presunci¨®n imperdonable. En primer lugar, por que no se trata de ¨®peras, si no de dramas musicales, con toda la carga de subjetividad que un t¨¦rmino de tan puras esencias wagnerianas implica. Y en segundo lugar, por que tales dramas se ofrecen en un edificio cuya concrecci¨®n arquitect¨®nica corresponde, en todo y por todo, a los planteamientos te¨®ricos de quien lo mand¨® construir: un espacio en anfiteatro en el que la fiesta democr¨¢tica de los amigos del compositor -as¨ª llamaba ¨¦l a los partidarios de su est¨¦tica en el escrito Une communication ¨¤ mes amis, de 1851 -pudiera celebrase en toda su plenitud.La primera entrada en pianissimo de la obertura de Lohengrin llega irremisiblemente acompa?ada de la consciencia de que este lugar es diferente a cualquier otro donde pueda ofrecerse m¨²sica: no por una actitud est¨²pidamente reverencial hacia un compositor que jam¨¢s la pretendi¨®, sino por la sensaci¨®n de que aqu¨ª el espectador recibe un trato diferente de amigo. Wagner no pidi¨® adoraci¨®n, y en este sentido marc¨® sus distancias respecto a los wagnerianos que han sido y ser¨¢n. Pidi¨® comprensi¨®n hacia su obra. Y a tal comprensi¨®n no escatim¨¦, esfuerzos: fue un publicista ¨²nico en s¨ª mismo, divulgador incansable de sus propias ideas y organizador impenitente de sus propias representaciones. Y fue tambi¨¦n arquitecto: el Festpielhaus representa en ese sentido el lugar id¨®neo para que, quien quiera acercarse de buena fe a su obra, pueda hacerlo en las m¨¢ximas condiciones de idoneidad. Todo ello, obviamente, se constituye en un filtro de densidad insoslayable a la hora de valorar las obras.
Cuando se habla del festival wagneriano, el list¨®n se sit¨²a a la medida exacta que marcan las condiciones de trabajo exigidas por el nieto del compositor, Wolfgang Wagner: un mes de ensayos y permanencia en el festival por un m¨ªnimo de tres a?os. El resultado es el que aparece cuando se alza el tel¨®n.
La producci¨®n de Werner Herzog de Lohengrin ha pretendido dar al drama un car¨¢cter de cuento, de f¨¢bula. Se ha valido de todos los medios t¨¦cnicos a su alcance para provocar el ?oh! de sus ni?os-espectadores: rayo l¨¢ser entre nieblas carb¨®nicas para la m¨¢gica aparici¨®n. del protagonista; escena inundada con agua real -?y con olas reales!- en el segundo acto; ciclorarna y diapositivas de fondo para conseguir sorprendentes sobreposiciones.
Pese a haberlo negado su trayectoria cinematogr¨¢tica, ha tenido una influencia decisiva: no en la utilizaci¨®n de los elementos se?alados, que entran dentro de la tradici¨®n del nuevo Bayreuth, si no en c¨®mo trabaja las luces: su sensibilidad a este respecto es la misma que la de la cinta de celuloide que configura su medio habitual de expresi¨®n.
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