Regreso al lirismo
ENVIADO ESPECIAL
En una sala del Museo Richard Wagner, de Wahnfried, dedicada a los directores que han pasado por Bayreuth, puede leerse una curiosa comparaci¨®n sobre la duraci¨®n de las obras en las distintas interpretaciones. La m¨¢xima diferencia registrada se da entre el Parsifal de Arturo Toscanini, que acudi¨® al Festpielhaus invitado por Siegfried Wagner en 1930, y el de Pierre Boulez de finales de los a?os sesenta: el primero dura exactamente una hora y nueve minutos m¨¢s que el segundo.
Tan abismal separaci¨®n da cuenta de hasta qu¨¦ punto la validez de Wagner ha dependido de la interpretaci¨®n dada a su obra por cada ¨¦poca: en definitiva, si de una contemporaneidad wagneriana puede hablarse es en virtud de esta necesidad hist¨®rica inherente a la propia producci¨®n.
En qu¨¦ momento nos encontramos actualmente es algo que podr¨¢ valorarse, en todos sus matices, s¨®lo desde la perspectiva que ofrecen los a?os. Pero hay razones para pensar que, en lo que podr¨ªa calificarse como el pos-nuevo Bayreuth se est¨¢ volviendo a un cierto equilibrio, a una recuperaci¨®n del texto quiz¨¢ durante demasiado tiempo ahogado por la voluptuosidad de la m¨²sica.
Un buen camino
Tanto Peter Schneider, director de Lohengrin, como Daniel Barenboim al frente de Parsifal y Trist¨¢n, como el propio Giuseppe Sinopoli, de quien a priori cab¨ªa imaginar un Tannhauser m¨¢s exaltado, han dado pruebas en este festival de que el camino puede conducir a excelentes resultados, muy especial mente porque se hallan en sinton¨ªa con unas puestas en escena que conceden nueva y revisada importancia a las stories dibujadas por Wagner.Si ya Werner Herzog se permiti¨® en su nueva producci¨®n de Lohengrin no hacer morir en escena a Elsa, como previera el compositor, sino acercarla al final del drama a la maga Ortrud, la otra mujer perdedora -ambas, en efecto, han perdido ante los hombres: la primera, por el abandono de Lohengrin, y la segunda, por el indeseado regreso del rey de Brabante-, Jean-Pierre Ponnelle, en su impecable trabajo en Trist¨¢n, estrenado en 1981, hace de la sucesi¨®n necrol¨®gica del tercer acto -primero Melot y luego Gornernariz, seguidos de Trist¨¢n y finalmente Isolda- un producto de la imaginaci¨®n delirante del protagonista -en su hora suprema.
A Peter Hoffmann le falta algo para ser el Trist¨¢n perfecto (?lo hay en la actualidad?): bien es cierto que no se le ha podido escuchar al 100% de su rendimiento, pero su comodidad en el registro grave no aparece compensada en el agudo; a?adir, sin embargo, que esc¨¦nicamente realiza una interpretaci¨®n de primer¨ªsima calidad. Catarina Ligendza, en el papel de Isolda, realiza un tercer acto sensacional, y no le anda a la zaga la Brang¨¢ne de Hanna Schwarz.
El Tannh?user producido por Wolfgang Wagner en 1985, repuesto en este festival, queda en inferioridad de condiciones respecto a Trist¨¢n. Se trata de una puesta en escena que de tan sencilla resulta casi pobre. De no constar en el programa que pertenece a la presente d¨¦cada, se la podr¨ªa situar en la pasada. Hay que incluir que ni siquiera un festival de esta categor¨ªa escapa a la perentoria necesidad de reducir el presupuesto enun punto u otro.
Ya se ha dicho algo de la excelente versi¨®n de Sinopoli; a?adir ahora que el coro forma con la orquesta una unidad que dificilmente puede escucharse en otras partes. En cuanto a los solistas, y siempre teniendo presente que el conjunto se sit¨²a en un plano muy superior respecto a la media, matizar que el tenor Richard Versaille resulta demasiado ligero como Tannh?user, un personaje que se supone ha conocido en directo los placeres de Venus (incorporada ¨¦sta por una plet¨®rica Gabriele Schnaut); la potente Elisabeth de Cheryl Studer se le come literalmente la parte.
Cierra el ciclo del Bayreuth 87 una veterana producci¨®n de Los maestros cantores de Nuremberg en clave realista, como conviene a esta comedia germ¨¢nica, debida una vez m¨¢s a Wolfgang Wagner. Dirige el dan¨¦s Michael -Schonwandt, que supera la grave responsabilidad y las dificultades de dirigir por primera vez en el Festpielhaus cuadrando en exceso los tiempos, sin permitirse abandono alguno. En la escena, un equipo de primera: Bernd Weikl es un aplornad¨ªsimo Sachs; Reiner Goldberg en el papel de Walther y Lucy Peacock como Eva forman una equilibrada pareja; Graham Clark da vida a un incomparable David, y Manfred Schenk muestra su larga experiencia como Pogner.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.