Al sol que m¨¢s calienta
M¨¢s de un centenar de vendedores ambulantes se suma al negocio de las terrazas en la Castellana
Les trae al fresco que la Castellana sea costera o no, beach o no; moderna, funky o posmoderna. S¨®lo saben que, con la moda de las terrazas, unas 200.000 personas acuden cada fin de semana a la calle m¨¢s ancha de Madrid. Gente que, adem¨¢s, no va con los bolsillos vac¨ªos. Millones de pesetas se mueven cada s¨¢bado en una zona poblada de personas que acuden al sol que m¨¢s calienta. Son un centenar de vendedores de rosas, de peri¨®dicos, de m¨²sica, bocadillos de jam¨®n y beicon, pedig¨¹e?os y gorrones dentro de un boom de ocio, que el Ayuntamiento ha comenzado a matizar.
RAFAEL RUIZFernando, chileno, y Susana, madrile?a, calculan en 50 el n¨²mero de personas que, como ellos, venden rosas en la Castellana. Han llegado muchos de la calle de Huertas, zona habitual del negocio durante los meses de fr¨ªo. El precio estipulado por cada capullo es de 300 pesetas; aunque baja a 200 en noches de poco movimiento. El margen de ganancias, en cualquier caso, es amplio, porque ellos los compran a cinco duros. La media de ingresos ronda las 3.000 pesetas diarias. Sus directos competidores son quienes venden ramitos con flores del campo.Saben que, cuando se acercan a una pareja, ponen en serio compromiso al chico. Comprar o no comprar la flor dice en poco tiempo muchas cosas tajantes. Quieren, por otra parte, romper la tradici¨®n de que sea siempre ¨¦l quien pague y ella quien decida.
A primeras horas de la madrugada, un grupo de amigos se encarga de repartir los peri¨®dicos reci¨¦n salidos de la rotativa. Escogen como primer destino la terraza del barco de Col¨®n, y se mezclan' entre las notas sabrosonas del grupo -musical empe?ado en ritmos tropicales. Por el esfuerzo cobran un suplemento de 40 pesetas. No es un negocio redondo como el de los propietarios de las terrazas, que llegan a hacer alg¨²n s¨¢bado cajas que se acercan a los tres millones, pero vender 300 diarios a 100 pesetas no deja de tener su importancia.
Cuando se advierte una ping¨¹e rentabilidad econ¨®mica, comienzan a organizarse los m¨¢s oportunistas y emprendedores. Surgen entonces las llamadas mafias, como la del bocadillo de chorizo, salchich¨®n, jam¨®n, salchichas o beicon de la Castellana. Algunos de estos puestos son buen ejemplo de avispados con sentido empresarial. Primero se han hecho con la posesi¨®n de determinados puntos estrat¨¦gicos del paseo -por leyes impl¨ªcitas, nadie les va a arrebatar la posici¨®n con m¨¢s ventajas- Despu¨¦s han buscado asalariados que se queden atendiendo el puesto desde las diez de la noche hasta las cuatro de la madrugada.El bocadillo, grasiento o de embutido, 40 duros, se lo comen los habituales de las terrazas un poco de espaldas al meollo nocturno. Recuperan fuerzas y atacan-de nuevo. Los asiduos del "reloj, det¨¦n tu camino" acuden a Teide y El Espejo, o bailan agarrados en El Descubrimiento; siempre all¨ª donde una peque?a orquesta les canta las melod¨ªas de siempre. Los asiduos de las hombreras se arriman a la m¨²sica funky de Aire, y hay famosos de revistas del coraz¨®n que se dejan ver entre toldo y toldo, al son de canciones modernas que piden en ingl¨¦s el sexo del pr¨®jimo, o preguntan al acompa?ante si es lo suficiente hombre.
Relaciones p¨²blicas
Para darle el tono adecuado a la clientela, los propietarios de las terrazas han cuidado, aparte de la m¨²sica y los audaces dise?os del mobiliario, la contrataci¨®n de personas encargadas de las relaciones p¨²blicas. Pablo cumple esta funci¨®n en Passport con la camisa blanca muy desabotonada. "Intentamos que la gente est¨¦ contenta. Presentamos chicos/ chicas y hacemos constantemente fiestas, de zumos, de elecci¨®n de guapos, sesiones fotogr¨¢ficas, pases de moda.- Atraemos a gente estilosa y de car¨¢cter abierto. Y, sobre todo, invitamos a muchas copas. Es un trabajo muy movido. Puedes estar con cada grupo un par de minutos, porque hay que tener en cuenta que al cabo de un d¨ªa igual se han pasado por aqu¨ª 2.000 personas".Todos ellos son los que pagan entre 200 y 500 pesetas por una consumici¨®n y dan una voluntad a los presuntos drogadictos y poetas que reparten por las mesas hojas de papel con algo m¨ªnimamente ingenioso escrito o dibujado.
Otros venden bisuter¨ªa o patatas fritas, tabaco o mu?ecos balancines, leen el futuro en el tarot de Marsella, reparten revistas que muestran una determinada moda sueca en el vestir, o simplemente piden 20 pesetas para comprar gasolina, "que vivo en Alcorc¨®n, t¨ªo, el coche me ha dejao tirao, y no tengo ni un duro". No faltan quienes quieren conseguir dinero sin tanta pamplina y te venden la petici¨®n a punta de navaja.Para evitar que ese mundo paralelo moleste a los clientes, algunas terrazas han contratado vililantes de seguridad. Es el caso de Pach¨¢, en Recoletos. Los dos vigilantes tienen ¨®rdenes de no dejar pasar ni a los vendedores de rosas. Detalle que hace que Pach¨¢ no reciba s¨®lo las cr¨ªticas del Ayuntamiento, que considera que est¨¢ situada en un lugar, demasiado pr¨®ximo a la calzada.
Queda despu¨¦s ese otro grupo de personas que no es que ganen dinero, sino que no se lo gastan. Viven de su palmito, los relaciones p¨²blicas les invitan a copas por guapos o guapas, y, a cambio, se quedan en la terraza. De ese estilo es Ruth V¨¢zquez, de unos 20 a?os, que declara que de d¨ªa toma el sol y por las noches va a la Castellana a "mirar los paquetes de los chicos". "Por aqu¨ª pueden ocurrirte historias apasionantes, como la de un ingl¨¦s, con los cuellos de la camisa al estilo Camilo Sesto y collar de doberman ajustado al cuello, que pretend¨ªa ligar con nosotras al comprar tabaco".
Muestra Ruth una dulzura apasionada cuando dice que se est¨¢ llenando el ambiente de pijos y fachas. En todo este ambiente se respiraba la pasada semana enfado con el Ayuntamiento por haber creado agujeros negros en la movida al cerrar alguna de la treintena de terrazas de la Castellana. Nadie quiere olerse un a merma de entusiasmo y expectaci¨®n para el pr¨®ximo a?o.
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