Un agn¨®stico, profundo conocedor del cristianismo
Gonzalo Puente Ojea, nacido en la localidad cubana de Cienfuegos hace 63 a?os, obtuvo su primera embajada, la de Santa Sede, s¨®lo a los 61 a?os, tras un largo calvario de discriminaci¨®n pol¨ªtica dentro de la carrera diplom¨¢tica. Licenciado en derecho y diplom¨¢tico de carrera, Puente Ojea es escritor y fue cofundador de los J¨®venes Propagandistas Cat¨®licos, entre los que figuraban Federico Silva Mu?oz, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Gallard¨®n y Abelardo Algora.Conversador apasionado y hombre de profunda cultura, conoce profundamente la historia del cristianismo, aunque perdi¨® su fe, heredada de una madre ferviente cat¨®lica durante el franquismo. Agudo y atento lector de Marx y Hegel, Puente Ojea prefiere llamarse "agn¨®stico" en vez de "ateo", porque dice que nadie, ni uno mismo, puede monopolizar el futuro.
Puente Ojea ingres¨® en la Escuela Diplom¨¢tica en 1949. Su primer destino fue como c¨®nsul adjunto al Consulado de Espa?a en Marsella (Francia), en el a?o 1953. Tres a?os m¨¢s tarde fue nombrado c¨®nsul de Espa?a en Mendoza (Argentina). Regres¨® a Madrid en 1961, siendo nombrado director de Relaciones Bilaterales en la Direcci¨®n General de Relaciones Culturales y, posteriormente, director de Cooperaci¨®n Cultural en esa misma Direcci¨®n General. Ascendido a ministro plenipotenciario en el a?o 1973, fue trasladado a Par¨ªs, en 1975, como ministro encargado de Asuntos Culturales de la Embajada de Espa?a en dicha ciudad. En 1980 fue designado c¨®nsul general en Chicago (Estados Unidos). Asimismo ocup¨® diversos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores desde diciembre de 1982 hasta julio de 1985, pasando por sus manos los asuntos de la Santa Sede.
Es un diplom¨¢tico fino pero al mismo tiempo at¨ªpico porque no huele ni a rancio ni es amanerado. Quiz¨¢s por ello hab¨ªa gustado en los ambientes diplom¨¢ticos romanos y vaticanos.
Ha sido un embajador que ha sabido negociar bien, pero al mismo tiempo sin venderse nunca. En el Vaticano sab¨ªan que cuando el embajador de Espa?a dec¨ªa: "Mi gobierno de aqu¨ª no va a pasar", era in¨²til seguir insistiendo.
Ama apasionadamente la m¨²sica que es su refugio cuando le aprieta un dolor cr¨®nico que le impide trasnochar.
Los cardenales se asombraban de ¨¦l viendo cu¨¢nto sab¨ªa de teolog¨ªa y de cr¨ªtica neotestamentaria a pesar de su confesado agnosticismo religioso. Y han acabado siempre confi¨¢ndose con ¨¦l m¨¢s incluso que con otros embajadores declaradamente fieles a la Iglesia.
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