Pura pantomima
Buend¨ªa / Ni?o de la Capea, O. Cano, EspartacoLa corrida de ayer fue una pantomima desde que el presidente se sent¨® en el palco hasta que hizo mutis para descansar, del esfuerzo. El presidente de las corridas generales de Bilbao, que se llama Carlos S¨¢nchez Pando, deber¨ªa sentarse en el palco vestido de banderillero, porque parece de la cuadrilla. Est¨¢ all¨ª para legitimar toros que no son, lidia que se simula, tercios de varas que no existen, orejas que casi nadie pide y, por el mismo precio, no da avisos.Los toritos de Buend¨ªa que se lidiaron ayer, cierto que luciendo la l¨¢mina propia de su casta, estaban moribundos. El primer tercio fue un simulacro en el que el picador, encaramado en la barbacana del percher¨®n acorazado, les se?alaba con la vara tres pelos y esos eran los puyazos reglamentarios. Ocurr¨ªa en Bilbao, seria plaza.
Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, discretos de presencia, sin fuerza, aborregados
Ni?o de la Capea: estocada (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ca¨ªda y rueda de peones (oreja con algunas protestas). Ortega Cano: estocada (oreja); pinchazo y estocada baja (silencio). Espartaco: pinchazo, otro tirando la muleta, pinchazo y bajonazo descarado; la presidencia le perdon¨® un aviso (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y estocada baja tirando la muleta (oreja).Plaza de Bilbao, 20 de agosto. Quinta corrida de feria.
Cuando el primer tercio se simula, no hay lidia, y si no hay lidia, es que no hay toro que lidiar. Ya pueden despu¨¦s los toreros estirar el esqueleto muleta en mano, que aquello tampoco ser¨¢ toreo; quiz¨¢ borregueo, festivalillo marchoso, remedo de tienta. Los toreros buenos, cuando se encuentran con animalitos tan sumisos como los Buend¨ªa de ayer, aprovechan para lucir la tauromaquia, floreando con rosetones de arte las m¨¢s variadas suertes. Si tienen gusto y saben, por supuesto.
De esos toreros con gusto y sapiencia solo hab¨ªa ayer uno en el coso bilba¨ªno. Era Ortega Cano, que interpret¨® el toreo hondo y arom¨¢tico en su primera faena. No en toda. Si cuando embarc¨®, templ¨®, profundiz¨® la suerte en redondo. Lig¨® estos pases, los lig¨® con trincherillas y otros de pecho y aun remont¨® la bien construida faena mediante torer¨ªsimos ayudados.
Olvidado el detalle del toro -que no hab¨ªa- eso fue torear. Lo dem¨¢s en la tarde fue pegarle pases al borrego tontorr¨®n. Pases alborotados o aburridos, pases veloces o lentos, seg¨²n quien los diera; y los diera quien los diese, con abuso de pico siempre. Alla que te iba el pico por delante, para aliviar innecesariamente la embestida aturdida y ajena de un desfallecido artimal que en nada ten¨ªa en cuenta al piconero.
As¨ª la versi¨®n Ni?o de la Capea, que los dio despacio -y hasta templadido-, al ritmo del cansino caminar del berrego; as¨ª la versi¨®n Espartaco, que los dio acelerado y vibr¨¢til. Espartaco ilustr¨® la funci¨®n con toreo de rodillas y de espaldas y cuando se le aplom¨® el sexto, porfiando entre los pitones. Tambi¨¦n se aplom¨® el quinto y lo ali?¨® Ortega Cano. Hubo orejas muy gran taquilla. Toros no, ni lidia, ni autoridad, ni corrida, pero a ver a quien le importan semejantes minucias.
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