Lengua espa?ola y comercio internacional
ADRI?N PIERA
Recientemente tuve el honor de ser invitado a un coloquio sobre Lenguas extranjeras y comunicaci¨®n europea, para dar all¨ª mis opiniones como empresario, a lo cual acced¨ª muy gustosamente. Porque no creo que la lengua deba ser una preocupaci¨®n exclusiva de fil¨®logos, escritores, profesionales de los medios de comunicaci¨®n, fil¨®sofos, etc¨¦tera. Es un problema que afecta a todos, y entre este todos tambi¨¦n estamos los empresarios, puesto que la lengua es una herramienta b¨¢sica de comunicaci¨®n empresarial y, en el punto del desarrollo econ¨®mico de hoy d¨ªa, una necesidad de comunicaci¨®n internacional tanto en el marco europeo como en el marco mundial. Europa, que es un tablero de naciones, es tambi¨¦n un mosaico de lenguas que la identifican y la diversifican. Ahora, camino de la unidad europea, econ¨®mica y pol¨ªtica, la lengua, como medio de comunicaci¨®n, es decir, de intercambio de informaci¨®n y de conocimientos, es el centro de una preocupaci¨®n com¨²n de la que participan comunic¨®logos, fil¨®logos y, en general, los habitantes europeos, enfrentados a las posibilidades de comunicaci¨®n de su propia lengua de cara a los macroespacios ling¨¹¨ªsticos que nos esperan.La lengua seguir¨¢ siendo expresi¨®n del hombre, y seg¨²n sea el hombre futuro as¨ª ser¨¢ su lengua. Pero predecir c¨®mo ser¨¢ ese hombre futuro forma parte de las inalcanzables utop¨ªas de la ficci¨®n cient¨ªfica, m¨¢s que de las razonables perspectivas de nuestro presente. ?Seremos biling¨¹es por imposici¨®n de las relaciones trasnacionales o tendremos que renunciar paulatinamente a la nuestra propia en aras de una lengua internacional? ?Estaremos en el punto de partida de un largo y poderoso proceso hist¨®rico-ling¨¹¨ªstico de incalculables transformaciones? Son preguntas de dif¨ªcil respuesta, sobre todo para un profano en la materia aunque preocupado por estas cuestiones desde mi condici¨®n de hispanohablante; es decir, como poseedor de una lengua que, aunque geogr¨¢ficamente europea, ha sido y es a¨²n m¨¢s universal que europea y cuyas posibilidades de comunicaci¨®n van mucho m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito de la vieja Europa. Porque pienso que uno de los aspectos importantes de la incorporaci¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea es precisamente la incorporaci¨®n de esa lengua universal, que es el espa?ol, al acervo europeo.
Vienen muy a prop¨®sito unas palabras que pronunci¨® don Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza en un ciclo de conferencias que organiz¨® el Club Siglo XXI. Dec¨ªa Areilza, en relaci¨®n con el tema del ciclo Espa?a en Europa: el reto, que "tenemos otro activo de primer orden europeo y mundial en el plano espiritual y sociol¨®gico" (refiri¨¦ndose a lo que aportaba Espa?a al incorporarse a Europa), "que es la lengua castellana. De las aproximadamente 40 lenguas vivas que se hablan hoy en Europa, se pueden llamar grandes lenguas de cultura mundial seis o siete de entre ellas, y el castellano es la segunda, con 300 millones de hispanohablantes, a gran distancia del franc¨¦s, del portugu¨¦s, del italiano y del alem¨¢n. Pero, a finales del siglo XX, la prospectiva se?ala que el castellano sobrepasar¨¢ al ingl¨¦s y se convertir¨¢ entonces en la m¨¢s hablada de las lenguas europeas en el mundo. Este acontecimiento ling¨¹¨ªstico no puede dejarnos indiferentes. Ser¨ªamos unos irresponsables si no sac¨¢ramos la debida lecci¨®n de las consecuencias de este hecho dentro de nuestro papel en la Comunidad".
En la estela de estas palabras quisiera recordar que se han sobrepasado los peligros que muchos vieron, cuando la independencia pol¨ªtica de los pa¨ªses latinoamericanos, de dispersi¨®n ling¨¹¨ªstica, de desmembraci¨®n del idioma y de su fragmentaci¨®n, tal como ocurri¨® con el lat¨ªn de Roma, en los dominios de su imperio. Pero los lazos culturales, la fuerza cohesiva del libro y de los medios de comunicaci¨®n escritos, la frecuencia de los viajes y las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n (tel¨¦fono, radio y televisi¨®n) han estrechado a¨²n m¨¢s los lazos de la gran comunidad hispanohablante, que identific¨® su lengua con su individualidad espiritual frente a las posibles agresiones extranjeras, ling¨¹¨ªsticamente hablando.
Una invasi¨®n amenazadora
Pero, al mismo tiempo, estos lazos hist¨®ricamente tan duraderos est¨¢n amenazados por esos mismos veh¨ªculos de cohesi¨®n. El dominio de la cultura tecnol¨®gica representa una presi¨®n social y una imposici¨®n ling¨¹¨ªstica que arrastra, con sus aparatos y empleos, la lengua de su pa¨ªs de origen. No es f¨¢cil encontrar un nombre tan bonito como azafata para denominar un nuevo servicio, impuesto por las nuevas tecnolog¨ªas, o la hermosa palabra contrahechura, que equivale con exactitud al anglicismo counterfeiting para definir esa ola creciente de imitaciones fraudulentas de marcas, productos y sistemas que constituye ya una aut¨¦ntica plaga del comercio mundial. No siempre es posible encontrar en la tradici¨®n de lenguas como la espa?ola (riqu¨ªsima en cierto tipo de humanismo literario y de pensamiento) un sost¨¦n frente a esta invasi¨®n, generalmente de anglicismos, que las condiciones de la nueva vida nos impone.
Y es una invasi¨®n total, que sobrepasa las minor¨ªas cultivadas para alcanzar a las mayor¨ªas absolutas. Todav¨ªa no hace mucho tiempo, en la ¨²ltima guerra mundial, los generales que negociaron la rendici¨®n de Noruega, ocupada por las tropas alemanas, hubieron de entenderse en lat¨ªn, lo que hoy probablemente hubieran hecho en ingl¨¦s, sin que esto implique ning¨²n juicio de valor, sino la definici¨®n de la nueva situaci¨®n ling¨¹¨ªstica. La proliferaci¨®n invasora de extranjerismos alcanza a todas las clases sociales y entra en nuestras cocinas, en nuestras alcobas y en nuestro cuarto de estar. Y no es nada nuevo decir que esta revoluci¨®n ling¨¹¨ªstica no se ha hecho en espa?ol y ni siquiera con palabras de ra¨ªces latinas. D¨¢maso Alonso llam¨® con gracejo la atenci¨®n sobre los diversos nombres del bol¨ªgrafo y la imposibilidad de entendernos ante un objeto tan usual y tan insignificante: lapicera, birome, l¨¢piz de pasta, pluma-cohete, pluma at¨®mica, esferogr¨¢fico, etc¨¦tera, que a veces traducen simplemente expresiones extranjeras. Y nuestra preocupaci¨®n es que esta bab¨¦lica confusi¨®n no nos ocurra con cosas m¨¢s graves e importantes.
Por eso es necesario que conservemos, como hispanohablantes, la cohesi¨®n de nuestra lengua, para mantener unido ese amplio ¨¢mbito ling¨¹¨ªstico del espa?ol, que es al mismo tiempo una gran ¨¢rea de comunicaci¨®n humana y un enorme dep¨®sito de cultura y de esp¨ªritu propio. Neruda, en su libro autobiogr¨¢fico Confieso que he vivido, habla de nuestra hermosa lengua en t¨¦rminos tan bellos que no me resisto a copiar: "?Qu¨¦ buen idioma el m¨ªo, qu¨¦ buena lengua heredamos de los conquistadores torvos ... ! ?stos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Am¨¦ricas encrespadas... Pero a los b¨¢rbaros se les ca¨ªan de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aqu¨ª resplandeciendo... El idioma... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras".
El espa?ol en la CE
Pero tambi¨¦n dentro de la Comunidad Europea podemos entender el papel de nuestra lengua y sus posibilidades de comunicaci¨®n con Europa. En este sentido, quiero referirme a una iniciativa de la C¨¢mara de Comercio e Industria de Madrid con la creaci¨®n del Centro Europeo de Gesti¨®n de Empresas, unido docentemente a tres instituciones de ense?anza superior europeas: la Fachhochschule de M¨¹nster, en la RFA; el Humberside College of Higher Education de Hull, en el Reino Unido, y la ?cole Multinationale des Affaires de Burdeos, en Francia. En este centro (en cuya creaci¨®n han participado tambi¨¦n las universidades de Madrid), estudiantes nacionales y extranjeros compartir¨¢n el empleo de la lengua espa?ola a la vez que preparan sus estudios empresariales.
Pero no se trata ahora de discutir la importancia del espa?ol como medio de comunicaci¨®n en la Comunidad Europea y como puente ling¨¹¨ªstico con Latinoam¨¦rica. Todo esto resulta evidente, y nuestra obligaci¨®n es ¨²nicamente insistir, dar los pasos necesarios, tomar las medidas oportunas para que ese papel, ese gran papel, pueda cumplirse en las mejores condiciones posibles y con las mayores garant¨ªas de ¨¦xito. Creo que ah¨ª est¨¢ nuestra responsabilidad, la parcela que debemos llenar con nuestras iniciativas desde nuestra conciencia de hispanohablantes que conocen las posibilidades de su lengua. Porque, en estos y en otros aspectos, lo que parece claro es que la situaci¨®n no es satisfactoria, entre compulsiones externas y carencias interiores; es decir, que todav¨ªa quedan muchos problemas pendientes, como podr¨ªan ser el mantenimiento de la unidad de la lengua en todo el extenso territorio en el que se habla y en la conciencia ling¨¹¨ªstica de todos sus habitantes, o la publicaci¨®n de un diccionario, forzosamente abierto, para incluir el l¨¦xico de los nuevos tiempos y acomodarlo a nuestra lengua, como ser¨ªa el caso, propuesto por la Academia Espa?ola, de sustituir el hardware por soporte y el software por programa. Los novelistas, poetas y escritores pueden contribuir a la unidad del idioma, pero, unida a esta nivelaci¨®n art¨ªstica, tiene que haber una nivelaci¨®n t¨¦cnica y cient¨ªfica bajo el signo del humanismo contempor¨¢neo.
Nuestra lengua es apta para la comunicaci¨®n cient¨ªfica, como demostraron los participantes en una encuesta promovida por la Fundaci¨®n Universidad-Empresa, entre ellos los profesores Linz, Sampedro, La¨ªn Entralgo, S¨¢nchez del R¨ªo, etc¨¦tera. La penetraci¨®n del l¨¦xico extranjero ni es un problema en s¨ª ni tampoco es nuevo. Lo que importa es tener conciencia de la necesidad de defender nuestro idioma por todos los medios a nuestro alcance. Una vigilancia asesora y encauzadora por los expertos es de una val¨ªa inestimable. Y persuadir a los poderes p¨²blicos de la necesidad inexcusable de fomentar una m¨¢xima y correcta educaci¨®n ling¨¹¨ªstica parece algo urgente y de enorme trascendencia educativa hacia el futuro. No parece, por desgracia, que esto constituya una especial preocupaci¨®n de las autoridades culturales, si hemos de atenernos a la penuria ling¨¹¨ªstica, fon¨¦tica y sint¨¢ctica de la que, en general, hacen gala los pol¨ªticos y los locutores en los medios de comunicaci¨®n social.
Creo que ¨¦sta es, desde mi punto de vista de lego apasionado en la materia, la situaci¨®n de nuestro espa?ol como lengua de comunicaci¨®n europea y latinoamericana. Nuestra lengua es y tiene que seguir siendo una lengua universal. Es una lengua viv¨ªsima que sirve para expresar adecuadamente la nueva realidad del mundo moderno y para establecer relaciones seg¨²n las nuevas necesidades. Este optimismo es otra raz¨®n para confiar en el futuro de nuestra hermosa lengua espa?ola, que nos corresponde hoy el deber y el honor de defender y de enriquecer.
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