Mujeres al poder
ANNA BALLETBO
Los espa?oles, por amplia mayor¨ªa, consideran que hay un n¨²mero insuficiente de mujeres en la vida pol¨ªtica espa?ola. Este es el resultado de una encuesta realizada por el Instituto de la Mujer, seg¨²n la cual un 65,3% de los encuestados opina que la presencia de las mujeres en el Parlamento es insuficiente; un 70,2%, que lo es en el Gobierno; un 61,1%, en los altos cargos de la Administraci¨®n; un 58,7%, en los ayuntamientos, y un 69,1 %, en la vida pol¨ªtica en general.En cuanto a las causas que pueden motivar la escasa presencia de las mujeres en pol¨ªtica, la mayor¨ªa de los encuestados cree que se debe a que los partidos pol¨ªticos prefieren presentar candidatos masculinos.
Esa apreciaci¨®n del p¨²blico de la realidad en que se mueve la pol¨ªtica en nuestro pa¨ªs constituye un calco casi perfecto de lo que realmente sucede, y que condiciona en gran medida la baja presencia de mujeres, en la actividad pol¨ªtica en general.
En el primer encuentro de alcaldesas, celebrado en Salamanca en septiembre de 1984, ya se analizaron con detalle las causas de la falta de participaci¨®n de las mujeres en la vida pol¨ªtica y ciudadana, consigui¨¦ndose un listado pr¨¢cticamente exhaustivo.
Recientemente, en Atenas, el Consejo de Europa ha celebrado un interesante encuentro para abordar los problemas de la mujer en la vida local y regional. Las 52 resoluciones adoptadas afectan indistintamente al Comit¨¦ de Ministros del Consejo de Europa, a los Gobiernos de los Estados miembros, a la Conferencia Permanente de Poderes Locales y Regionales y a los partidos pol¨ªticos. Las resoluciones plantean diversas iniciativas para ser desarrolladas a diferentes niveles, todas ellas destinadas a incrementar la participaci¨®n de las mujeres en la pol¨ªtica y en especial en lugares de poder y responsabilidad.
?Qu¨¦ est¨¢ sucediendo realmente entre las mujeres para que reivindiquen mayores parcelas de poder?. En los ¨²ltimos a?os, y de forma especial en la ¨²ltima d¨¦cada, se ha producido un cambio significativo en la legislaci¨®n que afecta los derechos y el status de las mujeres. Aunque la liberalizaci¨®n de la ley que prev¨¦ la igualdad para las mujeres es menor en los pa¨ªses donde las pr¨¢cticas sociales y religiosas han relegado a las mujeres a un nivel subordinado legalmente, la mayor¨ªa de los pa¨ªses reconoce la igualdad de derechos de la mujer en el marco constitucional. Sin embargo, all¨ª donde la costumbre y la pr¨¢ctica social se impone, la ley no se cumple.
La tradici¨®n social es un factor determinante para limitar la efectividad de la legislaci¨®n igualitaria. China, por ejemplo, a pesar de haber firmado la convenci¨®n de las Naciones Unidas para la eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n contra las mujeres, no ha conseguido modificar la tradicional preferencia por los hijos varones, y el infanticidio de hembras ha aumentado considerablemente como consecuencia de la promulgaci¨®n de la ley que restringe a un solo hijo el n¨²mero de descendientes.
Discriminaci¨®n
La Constituci¨®n india prohibe la discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, prohibiendo asimismo el pago de dote por parte del padre de la novia al marido; sin embargo, la costumbre persiste, y ha aumentado el n¨²mero de muertes de mujeres a manos del marido o de la familia del marido por no haber atendido los pagos comprometidos.
En Suecia, uno de los pocos pa¨ªses que ha tratado de modificar por ley la tradicional divisi¨®n del trabajo en el seno de la familia, introduciendo en 1974 un plan para que los padres pudieran dividirse entre ellos la baja de siete meses por nacimiento de un hijo, han comprobado que apenas un 10% de hombres se acoge a dicho plan.
En Espa?a, a pesar de existir desde 1985 una modificaci¨®n de la ley que permite la interrupci¨®n voluntaria del embarazo en distintos supuestos, numerosos hospitales no atienden el ejercicio pr¨¢ctico de ese derecho debido a que m¨¦dicos y personal sanitario niegan la prestaci¨®n del servicio alegando problemas de conciencia. El resultado es que las mujeres econ¨®micamente m¨¢s d¨¦biles son las que sufren las consecuencias, y el n¨²mero de abortos clandestinos no disminuye.
Existe, pues, un gran desnivel entre derechos y realidades. En el terreno pol¨ªtico tambi¨¦n. As¨ª, mientras existe la evidencia de que el n¨²mero de mujeres votantes se ha incrementado notoriamente en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, no se han producido avances equivalentes en el terreno de la representaci¨®n pol¨ªtica.
La excepci¨®n la constituyen los pa¨ªses n¨®rdicos -Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia-, que tienen entre un 25% y un 31% de mujeres representadas en el Parlamento y entre un 18% y un 44% de representaci¨®n en el Ejecutivo.
Feminismo
Hoy el feminismo se plantea con crudeza el tema de la mujer y la pol¨ªtica, y la mujer y el poder. Crece la opini¨®n de que muchas m¨¢s cosas podr¨ªan hacerse a trav¨¦s del liderazgo pol¨ªtico positivo para modificar las actitudes p¨²blicas y ayudar a la implantaci¨®n de las leyes a trav¨¦s de la educaci¨®n p¨²blica. Las mujeres no han conseguido todav¨ªa romper de forma significante el reducto del poder que sigue en manos de los hombres, la pol¨ªtica. Desde el punto de vista de los indicativos del poder, est¨¢ pr¨¢cticamente todo por hacer; pero si se quiere seguir caminando en direcci¨®n a la igualdad entre hombres y mujeres, el feminismo debe buscar una estrategia que le permita conquistar la igualdad de la representaci¨®n pol¨ªtica y del ejercicio del poder real, que es, ni m¨¢s ni menos, el 50% de la representaci¨®n. La palabra poder por s¨ª misma suena ya como excesivamente masculina, pero el poder para las mujeres representar¨¢ la capacidad de cambio, de cambiar nuestros esquemas mentales y nuestro entorno. Hay que rechazar el temor del uso del poder en manos de las mujeres porque de cada 10 casos de abuso de poder que se han producido a lo largo de la historia, en nueve de ellos las mujeres hemos sido v¨ªctimas, y esta realidad forma parte ya de nuestra historia y de nuestra forma de pensar.
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